Ya hemos hablado anteriormente del colectivo japonés Chim↑ Pom pero, esta vez, vamos a contaros la historia de cómo este grupo de jóvenes cazadores de ratas, y artistas de Tokio, dan su primer gran salto y comienzan a ganarse el reconocimiento del gremio. Esta es la historia de Super☆Rat「スーパー☆ラット」(Súper☆Rata), la primera gran exposición de Chim↑Pom y la que podría considerarse un antes y un después para este colectivo de artistas japoneses. Bueno, y también un punto de inflexión en nuestra percepción, como sociedad vulnerable a lo kawaii, de la malditamente adorable figura de Pikachu.
En esta historia, es imprescindible el papel de la galerista Fujiki Rika 藤城里香 (n. 1970) que anteriormente había trabajado en la Mizuma Gallery de Tokio. En mayo de 2006 montó su propia galería, en pleno corazón de Kôenji y a la que le dio el nombre de Mujinto Production. Fue entonces cuando, ese mismo año, Rika, seguidora del arte de este grupo de jóvenes y lo peculiar de sus performances, ofrecería a Chim↑Pom realizar una exposición. Desde entonces, y hasta la actualidad, el colectivo forma parte del elenco y plantilla titular de artistas de esta galería, que también funciona como una compañía que gestiona y promociona a otros artistas del país. En marzo de 2010 la galería se trasladó a la céntrica zona de Kôto, cerca del MOT Museo de Arte Contemporáneo de Tokio, y a día de hoy se constituye como una de las más interesantes y activas de la ciudad. La existencia de Mujinto Production es esencial para Chim↑Pom, es una de sus principales sedes de operaciones y un gran número de sus exposiciones y proyectos se dirigen desde esta galería.
Colectivo Chim↑Pom
Ante el hecho de realizar una exposición en una galería y verse de lleno metidos en un ambiente más oficial, donde el grupo tenía, y quería, dar la talla. Chim↑Pom tuvo que replantear la profundidad, el contenido y la forma de sus acciones artísticas. El grupo llegó a la conclusión de que la fórmula de grabar sus performances en vídeo y proyectarlas no era suficiente. Tenían que “meter substancia” y empezaron a emplear el término en japonés busshitsu 物質: un elemento que otorgase calidad y empaque a su obras, sin perder en ningún momento su actitud pueril y festiva a la par que punk y crítica.
Mujinto Production como decíamos, continúa dirigiendo muchos de los proyectos de Chim↑Pom y un gran número de sus exposiciones tienen lugar en esta galería.
“Mujin-to Production no es el nombre de una galería. Promocionamos a artistas con propuestas y expresiones interesantes. Proporcionamos un espacio donde los artistas puedan expresarse libremente, y mostrarlo al público.”
“Nuestra misión es acaparar conjuntamente todos los aspectos de la sociedad con estos “distinguidos” artistas trabajando codo con codo. Ellos son capaces de manifestarse a la sociedad y de crear relaciones con las personas que conforman un público con nuevas perspectivas a través del que ser revela las diferentes caras de la sociedad. Nosotros apoyamos a estos artistas, su promoción y exposiciones con la misión de dirigir sus “puntos de vista” a la sociedad.”
En este entorno de libertad creativa, fruto del hermanamiento con Mujinto, Chim↑Pom realizará su primera exposición a la que titularían Super☆Rat (2006). Así, con la estrellita incluida. Super☆Rat (2006) les serviría como presentación del primer manifiesto escrito por colectivo. Un “ahora vamos en serio”, donde el grupo dejaría constancia de su particular visión sobre el arte y los que son sus cimientos ideológicos. Leyéndolo puede una darse cuenta e imaginar el rumbo y la deriva artística que el grupo estaba decidido a tomar. Sin embargo, tratándose de artistas poco conocidos por aquel entonces, la exposición no contó con mucha asistencia. Tampoco fue de ayuda la propia elección del nombre del colectivo. El nombre de Chim↑Pom hace referencia a ‘pene’ en la jerga japonesa como coloquialismo. En el diccionario encontramos ちんぽ(chinpo) o ちんぽう(chinpô) que se traduce como “órgano sexual masculino” y más concretamente como expresión usada por los niños para referirse a este. Luego, en este caso, Chim↑Pom podría traducirse como “colita”. ‘Chin’ significa pene y ‘pom’ es un diminutivo que denota además algo bonito, simpático.
Afortunadamente, una vez superado el trauma social de tan vulgar vulgaridad, poco a poco, y gracias al boca a boca, se empezó a hablar de ellos y la gente comenzó a acudir a sus exposiciones.
En Super☆Rat (2006) se podían ver piezas audiovisuales en las cuales el colectivo aparecía cazando ratas en Shibuya. Estos ejercicios de limpieza urbana de “plagas” quedarían plasmados en fotografías y esculturas, cerrando un proceso completo de creación multimedia multidisciplinar. El término super rat fue acuñado por los exterminadores para referirse a un tipo de ratas que, en las últimas décadas, proliferan masivamente en las áreas urbanas y que han desarrollado inmunidad a los distintos venenos que se venían utilizando. Desde 2006 Chim↑Pom, como parte de su performance artística, ha cazado ratas por las calles de Shibuya, pero con un objetivo bastante diferente del de liberar la ciudad de esta plaga. Es aquí donde, sin entrar en debates moralistas, el colectivo realiza su acción más impactante. Chim↑Pom captura a estas ratas, las diseca y las pinta de amarillo para crear inquietantes figuras de Pikachu, el icónico ratoncillo eléctrico de la serie de videojuegos Pokémon, creada por Satoshi Tajiri para Nintendo en 1997.
Chim↑Pom busca reflexionar sobre cómo coexisten los seres humanos dentro de la sociedad y en el día a día. Sus super ratas quieren representar a los propios japoneses, quienes viven diariamente expuestos a una contaminación radiactiva ambiental. Es una forma de lanzar un mensaje a todas esas personas que viven inmersos en el día a día ignorando esta realidad, que no es otra que la suya propia.Es difícil quedar indiferente ante una obra así. El impacto es inevitable y la polémica está asegurada, sobre todo teniendo en cuenta lo sensible de los temas que el proyecto toca. Super☆Rat es una dura y contundente crítica a la sociedad japonesa, a su capitalismo exacerbado y a su ignorancia, pero también a un gobierno completamente entregado a los favores de la energía e industria nuclear.
Chim↑Pom busca reflexionar sobre cómo coexisten los seres humanos dentro de la sociedad y en el día a día. Sus super ratas quieren representar a los propios japoneses, quienes viven diariamente expuestos a una contaminación radiactiva ambiental.
Sin embargo, Super☆Rat no es una mera transgresión adolescente para captar la atención. Es un verdadero ejercicio de reflexión a través de un juego de dobles sentidos. La noción de la supervivencia de las formas de vida, como la humana o la animal, está implícita en esta obra, pero a su vez también la propia supervivencia del arte y la cultura. Chim↑Pom resalta el antagonismo y la coexistencia de las formas que mutan y se desarrollan en el arte. Podría parecer que Chim↑Pom, con la elección del nombre del proyecto, esté realizando cierta burla u oposición al concepto de arte que describe el manifiesto artístico Superflat que formuló Murakami Takashi en 1999, el rancia y popularmente conocido como Andy Warhol japonés. Según Chim↑Pom, no tratan de oponerse ni contrariar al concepto Superflat, ambos discursos son compatibles y contrarios a la vez, lo que al mismo tiempo supone una metáfora entre el arte y la sociedad actual. En definitiva, no se trata solo de la similitud de las palabras o del chiste, aunque también, sino de la convivencia y la paradoja entre todos estos conceptos. A pesar del impacto de Super☆Rat y la consecuente crítica, si obviamos el hecho de las ratas disecadas, el empleo de la imagen de Pikachu como metáfora del arte y, sobre todo, de de la sociedad, no debería resultar extraña.
En Japón, sobre todo en Tokio, existe una plaga aún más evidente que la de las ratas, y es la de los muñequitos kawaii en todas las formas y manifestaciones posibles que la mente humana y la mercadotecnia puede imaginar. Figuras, peluches, disfraces, videojuegos, animación, comida o incluso campañas políticas. Todo aquello que se pueda consumir y vender a través de los medios de comunicación.
Al tratarse de su primera acción artística importante, se convirtió automáticamente en símbolo identitario y marca del grupo. Siempre que viajan o se reúnen para desarrollar nuevos proyectos, recuperan a estas ratas radioactivas y no es raro verles posando con ellas en las fotos que suben a sus redes sociales. De esta forma, Chim↑Pom quiere mantener presente y actualizado el mensaje que lanzaron en su primera exposición y así mantener vivo el proyecto. En un contexto más general, si pensamos en ratas y arte urbano, es evidente el homenaje al reconocido artista callejero Banksy, uno de los más conocidos dentro del Street Art e importante precedente del arte vandálico, reivindicativo y crítico (o incluso catalogado como terrorista). El colectivo no planea dejar de cazar ratas por la ciudad, lo que también es una forma de decirle a Banksy y por extensión a los artistas de todo el mundo que hay que reivindicar el poder crítico del arte callejero.
En su página web podemos leer el manifiesto que, anexo a la obra, han escrito entre todos los miembros del colectivo. Con cierto grado de infantilidad en el registro que emplean en su discurso, declaran que su único propósito es el de reproducir estas figuras, sin ninguna otra excusa. Sin embargo, en sus textos posteriores y entrevistas, muestran abiertamente esta idea y objetivo de una elaborada crítica social y política que envuelve a la obra. Con este manifiesto pretenden por tanto llamar la atención y ser directos sin dar explicaciones y, como ya os he contado unas cuantas cosas, os dejo que leáis mi humilde traducción del manifiesto Super☆Rat:
Culturas como la del arte, el rock o el punk, que aspiran a la belleza que tienen las ratas de alcantarilla;
Culturas como la animación japonesa o las gals, son llamadas Pop Japonés o Superflat,
todas se cruzan, en bandada, en el cruce de Shibuya.
Decididos,
y convencidos,
tras haberlo pensado mucho, cogimos el último tren al centro de Shibuya. Nos toca ser los jóvenes del ahora, en tanto que los adultos nos desaprueban.
Hoy en día las personas de la ciudad se asemejan a ratas gigantes emergiendo desde nuestra vida urbana y manteniendo su encorvada coexistencia con los seres humanos. Nosotros capturamos una por una con trampas que compramos en el Donki.
No se trata solo de capturarlas, nuestras sensibilidad humana es tal, que somos incapaces de tocar los cuerpos muertos de carne animal que consumimos cada día.
Nuestro propósito es simplemente producir figuras reales de Pikachu. Por este propósito, pateamos pilas de bolsas de basura y corrimos tras las ratas que escapaban entre huecos de las paredes.
Esperad super ratas, no somos vuestro enemigo, ¡somos Chim↑Pom!
Las perseguimos… Se hizo medianoche, en el centro de Japón, donde todo parecen excusas.
Así debe de ser nuestra obra: cazar sueños y ratas.
Las comparaciones son odiosas y la sombra de Banksy es alargada y densa pero, bajo esta ella continúan surgiendo artistas que toman las calles, que las hacen hablar y que desde el anonimato desafían al poder. El artista de Bristol, que ha influenciado a miles de artistas posteriores a su generación, es irremediablemente padre de esta escuela y sus aspectos formales resultan muy accesibles y trasladables en lo formal para todos estos anónimos del graffiti, el stencil o el sticker que trabajan la calle como lienzo y espacio expositivo.
Antinuke 281, como siempre ocultando su rostro, posa delante de una de sus obras
Las sanciones al arte callejero en Japón son especialmente graves y su severo castigo no son cosa desconocida. Hace poco tiempo conocimos la noticia de como dos estadounidenses habían sido detenidos por las autoridades por atreverse a pintar el vagón-museo del modelo de tren Tokyu 5000 que descansa al aire libre en pleno de cruce de Shibuya y que antiguamente recorría diariamente la línea entre esta zona y Sakuragicho. El pasado mes de febrero, un chico birmano fue detenido por escribir “Feliz cumpleaños” en el Parque Nacional Towada-Hachimantai en la prefectura de Aomori, lo que alentó a las autoridades a realizar panfletos en varios idiomas advirtiendo de las graves sanciones que suponen estos actos. A finales de abril encontramos otro caso: un joven danés llamado Frederik Emil Palmberg, de 21 años, que quiso “simplemente dejar constancia de su visita a Japón” en el metro de Tokyo y fue arrestado por la policía que le detuvo en el aeropuerto justo antes de tomar su vuelo de regreso a Dinamarca.
Tan solo en 2018 ha habido un importante número de noticias protagonizadas por extranjeros que han sido sorprendidos en Japón realizando grafitis y otras manifestaciones de arte urbano en espacios públicos. El gobierno japonés y sus medios de comunicación aliados tienen esta tendencia a hacer hincapié en el hecho de que estos atentados urbanísticos son “casi siempre” perpetrados con “alarmante frecuencia” por extranjeros. Sin embargo encontramos también casos en los que propiamente japoneses realizan los actos más graves. Quizás el caso más llamativo, e insultante, es el del japonés que grabó la palabra estúpido, imbécil (lit. baka ばか) en el monumento erguido en honor a las víctimas del Gran terremoto de Hanshin-Awaji en el que perdieron la vida más de seis mil personas el 17 de enero de 1995 en la ciudad de Kobe.
La psicosis japonesa del extranjero como personaje causante de disturbios se alimenta, en principio, de hechos y casos reales, que si bien no son extremadamente cotidianos, son cada vez más habituales y lo más grave: son siempre noticia. La consideración hacia lo público y el patrimonio compartido conlleva en Japón, más que en cualquier otro país del mundo, una idea de respeto y conservación que en cierta forma es orgullo nacional y medalla de su civismo. De ahí se desprende un poco la dureza de las sanciones y el impacto y repercusión mediática de estos actos.
No podemos quedarnos solo en lo restrictivo, ni tampoco todo es blasfemia y maldiciones sobre el arte urbano en Japón, eso sí, fue necesario esperar hasta 2005 para que se celebrase la primera feria de arte urbano a nivel nacional bajo el nombre The X-Color/Graffiti in Japan Exhibition en la impresionante Art Tower de Mito, Ibaraki.Esta feria explicaría los orígenes del graffiti y sentaría las bases que darían consistencia a la práctica de las distintas disciplinas del arte urbano en Japón. También sería vital la existencia y mayor visibilidad que desde este momento obtendrían artistas como el dúo HITOTZUKI formado por KAMI y SASU, así como del aún más internacional grafitero conocido como Suiko, quienes influenciaron e inspiraron a muchos artistas japoneses a desafiar los límites entre lo legal y lo artístico.
HITOTZUKI (KAMI+SUSU)Suiko
En cualquier caso, la controversia sobre el arte urbano en Japón sigue vigente e incluso estos artistas que acabamos de mencionar también han sido detenidos en varias ocasiones y han tenido que lidiar con las consecuencias de este tipo de expresión artística. Sin embargo, hay algo que hace poderoso al arte urbano, por mucha ilegalidad que suponga y por mucho jabón y disolventes a presión que se lance contra este. Esto es, el potencial de su mensaje. Los japoneses, como cualquier otra sociedad, son sensibles a estos mensajes y la explicitación de estos en las calles es a menudo vista como una oportunidad para poner voz a lo que la represión social no permite o los ciudadanos no se atreven.
Tan solo hace unos días, un tuit de la Oficina Nacional de Inmigración de Japón causó cierta revuelo al criticar las cada vez más frecuentes apariciones de pintadas con mensaje del tipo Free Refugees o Refugees Welcome, reduciendo la polémica a que se trataba de actos vandálicos en propiedades públicas dejando de lado lo importante del asunto. Muchos japoneses, 1300 comentarios y casi 6000 retuits lo avalan, lo tildaron de infantil, hipócrita y de querer desviar la atención sobre las malas condiciones y tratos que los refugiados reciben en las instalaciones que se han destinado para su alojamiento y atención. Es un pensamiento bastante generalizado y lo que les ofende es la realidad de estas prácticas y no un par de pintadas mal puestas. Esto lo sabe bien Antinuke 281, un artista japonés que tiene al gobierno y a la policía con la mosca detrás de la oreja desde hace unos años, pero que se ha ganado el apoyo de un miles de japoneses, consagrándose como uno de los artistas más polémicos y controvertidos del país.
Antinuke 281, es un pseudónimo que poco o nada esconde las intenciones de su obra. Como si de un superhéroe anónimo que se hubiera autonombrado con su nick de internet se tratase, se arroja a las calles de Tokyo para lanzar su claro mensaje de oposición al uso de energía nuclear en Japón. Su mayor enemigo y villano es la Tokyo Electric Power Company, cuyas siglas son TEPCO, la compañía eléctrica nacional del país y responsable de la central Fukushima Daiichi, donde un 11 de marzo de 2011 colapsaron tres reactores nucleares a causa del terremoto y tsunami que azotaron la costa oriental de Japón.
El logo de TEPCO como culpable de una metafórica tercera bomba atómica en Fukushima
Lógicamente existen antecedentes de lo que ya se conoce como arte nuclear en Japón. El legado de los traumas de Hiroshima y Nagasaki ha atravesado muchas artes en el país y fuera de este, pero el caso de Japón es único. Como decía antes, Fukushima es el tercero en discordia y ha terminado de asentar una temática grave y delicada en la psique artística japonesa. Kenji Kubota, uno de los curadores más importantes del país y más preocupado por la sociedad japonesa propuso en 2015 a doce artistas japoneses y extranjeros a arriesgarse y viajar hasta las zonas de exclusión en Fukushima, bajo el marco del proyecto Don’t follow the wind. La suma de los trabajos elaborados por aquellos artistas que viajaron a Fukushima ese entonces son retrato del desastre, pero también de la esperanza y el enfrentamiento al corrupto gobierno que censuró y maquilló muchos detalles importantes de lo que allí había ocurrido años antes.
Más allá de la técnica del stencil y otros aspectos formales, no es justo denominar a Antinuke 281 como el Banksy japonés. Si bien la sátira y crítica política está presente en ambos, Antinuke 281 recoge todo un bagaje del arte nuclear que se ha gestado en Japón desde la posguerra y que representa una cicatriz muy personal en la que Banksy no tiene nada que ver. El poder generador de estas armas nucleares no solo produjo muertes, mutaciones y cicatrices queloides en la población, también inspiración y una necesidad lógica de curar un trauma. Surgieron manifestaciones artísticas como la danza ankoku butō, quenace de la mano de Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno, pocos años después de las explosiones e inspirada en la imagen tétrica y deprimente de los transeúntes moribundos que deambulaban agonizantes por Hiroshima y Nagasaki. El dolor y su mensaje es universal, pero la empatía es aún mayor dentro de lo autóctono y los límites de las costas de japón.
Como Banksy es un artista que no da la cara, pero a diferencia de este es un personaje que no se esconde. Sus diseños son a veces elegantes e inteligentes, y otras veces agresivos y violentos, pero siempre están realizando desde una sensibilidad particular que apela directamente a las emociones de aquel los observa. La obra que comenzó a estar en boca de todos y que fue la precursora de su fama es I hate rain, una niña que encarna la inocencia y la indefensión enfundada en un chubasquero bajo la lluvia ácida-química de Tokyo. La obra es controvertida y la emoción que se siente al contemplarla es verdad que recuerda y rima bien con la obra de Banksy Niña con globo. Sin embargo su éxito no solo se vale del contenido crítico sino también al formato pegatina y al hecho de que Antinuke 281 ha producido miles de versiones y distintos diseños de esta para empapelar la ciudad de Tokyo. No se puede huir de ella. Es un sentimiento de culpa que te persigue por la ciudad y también una figura que nos preocupa y que queremos rescatar y proteger… y de paso ver con qué nuevo diseño de su chubasquero le ha vestido su creador. Existen alrededor de nada más y nada menos que 160 versiones de la obra.
Y vosotros, ¿os la habéis encontrado por las calles de Tokyo? Daos prisa porque la policía japonesa y los servicios de limpieza del país tienen órdenes de retirar sus pegatinas y obras de las calles. La repercusión del artista es evidente y ha aparecido en medios de comunicación y prensa como Financial Times, The Economist, The Guardian o incluso un pequeño documental producido por Vice Japan. También la versión japonesa de la revista Rolling Stones realizó una entrevista este paladín anti nuclear que es Antinuke 281, consagrándose definitivamente en el país como un artista relevante.
Su cada vez mayor exposición le ha costado que grupos nacionalistas de la ultraderecha japonesa, conocidos como netto uyoku ネット右翼, hayan tumbado en más de una ocasión su página web. También, desde estos mismos círculos, se ha difamado sobre su arte, acusándolo de estar realizado por coreanos anti japón, o incluso se le ha llegado a amenazar de muerte si se atrevía a aparecer en público durante una exposición de sus obras en Tokyo.
Pero 281, bajo sus oscuras gafas de sol y su mascarilla blanca, no cederá en la lucha. En sus propias palabras “quiere un Japón seguro para sus hijos y por este motivo nunca podrá dejar de hacer lo que hace hasta que se muera”. Inspirado por grandes artistas japoneses como Okamoto Taro o el colectivo ChimPom, el artivismo de 281 se constituye cada día más como una poderosa arma de protesta, quizás la relacionada con el arte que mayor impacto ha conseguido en Japón hasta la fecha. No hay vuelta atrás, el mensaje de Antinuke es poderoso, a pesar de que las cloacas del gobierno busquen cada vez más silenciar los movimientos antinucleares en el país. Nuestro artista se basa en hechos: las encuestas dicen que la mayoría de los japoneses no apoyan la explotación de los recursos nucleares. Además opina y advierte que los próximos Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 están financiados por empresas que de alguna forma u otra participan de la industria nuclear. Antinuke 281 es un auto afirmado mártir que pone voz a la calle y al pueblo, y que encarna movimientos de desnuclearización y desmilitarización con millones de simpatizantes en todo el mundo. No es un antihéroe en contra de todo gobierno establecido, es un ciudadano indignado que llegaría hasta donde hiciese falta por la paz social y el planeta en el que vivimos. 281 se dice orgulloso de ser japonés y no comparte ideas anarquistas ni desprestigia la forma de gobierno establecida, pero quiere los ciudadanos abran los ojos y despierten. El objetivo es, que algún día, desde las esferas que nos dominan, se entienda que debemos todo al planeta donde vivimos y que este nos ofrece formas de explotación energética mucho más sostenibles que la nuclear.
Todas estas ideas, así como una recopilación de sus trabajos, están plasmadas en sus dos libros: Para todos aquellos jóvenes que habéis nacido en un agonizante país llamado Japón「ニホンという滅び行く国に生まれた若い君たちへ」 (2017) y ¿Sigue dormida la rebelión en la ciudad del engaño y la radioactividad? 「放射能が降る都市で叛逆もせず眠り続けるのか」(2017). Ambos pueden ser encontrados en Amazon por su nombre en japonés.
Este ansia por utilizar la calle como si de una galería se tratara, indudablemente nació en mí tras intercambiar unas palabras con cierto artista. Un día, antes del comienzo de una presentación pública de una exhibición de Takashi Murakami, esta persona me dijo cosas como: “¡Tus creaciones son puro hip-hop! ¡Son muy de la calle! Tienes que llevar tu arte a los espacios públicos para mostrar abiertamente y de forma explícita estos tabúes sociales. El que sean pegatinas lo hace mucho más callejero. ¡Me encanta!”
Sus comentarios me pillaron por sorpresa. Luego en casa busqué quién era esta persona y cuando descubrí que era un fotógrafo super conocido y yo había estado hablando con él como si fuese un don nadie, hasta me entraron sudores fríos [risas].
El encuentro que tuve con este fotógrafo definitivamente marcó mi camino dentro del arte. Por aquel entonces yo no conocía a Banksy o a Jean René (JR), ni mucho sobre otros grandes artistas callejeros.
¿Sexualizar nombres de marcas es un un simple juego de palabras o una crítica punk y anticapitalista a la dictadura marketiniana de las grandes corporaciones?
Aunque, excepcionalmente, sí que fue un poco intención de insultar cuando modifiqué el famoso I’m lovin’ it de McDonalds por I’m lovin’ shit. Es algo personal, no es que no me guste McDonalds, es que siempre que voy me quedo con hambre.
En definitiva, podría decirse que, por lo general, no pienso mis diseños con la única intención de expresar mi propia opinión.
Mi actividad no se basa en una actitud contraria respecto al capitalismo. Mientras no se detenga el constante nacimiento de nuevos objetos de inversión, este es un sistema que no puede evitarse. Sin embargo, el arte participando de esto como otro objeto más, ¿acaso no puede aprovecharse, chupar del bote y así conseguir financiación y desarrollarse? Intento que toda esta mecánica capitalista sea compatible con mi necesidad de expresar la rabia y el odio que llevo dentro, que no tiene límites, como tampoco los tiene el capitalismo. En definitiva es un punto en común entre las dos cosas… Últimamente le he estado dando muchas vueltas a esto.
El punk es otro de mis recursos favoritos. No tanto para destruir el sistema y derrocar a las grandes corporaciones, si no porque me permite crear cierto impacto en el espectador, poner el mundo patas arribas y arrasar con todo. Además, me encanta el indie punk y la energía que transmite… ¡El pueblo tiene el poder!
La censura es un tema muy recurrente en tus diseños. La pornografía japonesa censura los genitales, las policía cubre con un paño las esposas de los criminales, y temas como la orientación sexual es un tabú todavía común.
Todo el mundo conoce el tema de la censura de los genitales en Japón, ¿verdad?
Es curioso que hoy en día la situación llega al punto de que en la televisión japonesa escuchamos constantemente la palabra “polla” sin ningún problema, pero en el momento en el que alguien dice “coño” esa persona queda para siempre marcada como grosera y vulgar.
¿De dónde viene este puto sexismo? Dilemas así me llevan a crear obras que respondan a este panorama sin sentido.
Soy una persona que odia los chistes sexuales fáciles, sin gracia ni fundamento. Cuando alguien, por ejemplo, pronuncia en voz alto el nombre de mi obra Bikkurimanko, disfruto pensando en cómo, de repente, ya nunca más podrá pensar en Bikkuriman de la misma forma. (Bikkuriman «Amazing Man», al convertirse en Bikkurimanko pasa a significar «Amazing Pussy»).
¿Es realmente el pueblo japonés tan sensible como creemos? ¿Solo nos queda la escena underground? ¿Serán los ciudadanos de Neo Tokyo más libres de expresar sus opiniones algún día?
Esto es un poco extraño… pues todos somos personas y estamos hechos de la misma materia, ¿no?
El color de piel, las aspiraciones personales, las tendencias sexuales, el salario, cualquier aspecto que nos distinga nos convierte en objeto de discriminación o crítica. Basta echarle un vistazo a los comentarios destructivos en las redes para darse cuenta de que los japoneses disfrutan con el sufrimiento ajeno. También se dan casos en los que se persigue a las personas por simplemente decir lo que de verdad piensan. Los acosadores deben tener una vida realmente aburrida.
Me pregunto si en otros países ocurre lo mismo. Las personas que critican tanto deberían empezar por sí mismas. De todas formas, quiero creer en un futuro donde cada uno pueda expresar libremente sus opiniones y pensar que este tipo de sociedad destructiva del internet es simplemente un ligero zumbido procedente de una tormenta lejana.
Kurutte ii tomo! 狂っていいとも! (¡No hay nada de malo en volverse loco!) es tu lema más recurrente ¿Qué es lo mejor de volverse completamente loco?
Creo que todo ese estrés psicológico era la razón principal por la que me encontraba tan anímicamente destrozada.
Aparte del coñazo que acabo de soltar, también comencé a beber alcohol y fumar yerba en clubs y así, colocándome y volviéndome loca echaba fuera toda las mierdas que tenía en la cabeza. A veces pienso que tendría menos preocupaciones y viviría más tranquila en el espacio exterior [risas].
El tema de la yerba… es ilegal en Japón, aquí eso no podría contarlo… [risas].
El celebérrimo Akira de Katsuhiro Otomo nos mostró un posible escenario que a todos nos hizo reflexionar y que cambió nuestra percepción del futuro ¿Cómo te transformó a ti?
No sé si ha cambiado o no la forma de pensar sobre el futuro pero, suponiendo que este manga tiene algún tipo de fuerza o poder, aprendí que su principal potencial era el del impacto de su enorme fuerza psicológica y emocional. Esta idea del apocalipsis y el final del mundo que parece inevitablemente conectada con la percepción del futuro, en Akira es, paradójicamente, super emocionante. ¿Qué será lo próximo? ¿Hacia dónde nos conducirá esto?
La energía nuclear a día de hoy es un territorio que todavía sobrepasa el entendimiento humano. Por ejemplo, en el futuro que propone el anime Ghost in the Shell: Stand Alone Complex la humanidad ya posee la tecnología capaz de extraer la contaminación radiactiva, pero no en nuestra realidad actual. Algún día me gustaría trabajar con esa idea como concepto. (Bueno, me estoy yendo un poco del tema).
En cuanto a la política, no se trata solo del primer ministro Abe, si no de todos aquellos partidarios de políticas estúpidas del tipo: “¡Vamos a construir centrales cerca del mar! Puede salpicar un poquito de radiación pero, total… ¡Si la vertemos al agua nadie se dará cuenta!”. Todo esto se hace siempre a espaldas del ciudadano, al que se le ocultan todos los detalles y consecuencias.
Mi obra APE que toma la imagen de Shinzo Abe tampoco conlleva mi oposición hacia su gobierno, sino poner sobre la mesa el encubrimiento de sus intentos por recuperar el poder militar de Japón. (En 2014 se aprobó la revisión de la ley del Tratado de Seguridad entre Japón y EEUU para que las Fuerzas de Autodefensa de Japón pudieran volver a tener capacidad de ataque, la cual perdieron tras la Segunda Guerra Mundial con una constitución redactada por las Fuerzas de Ocupación americanas.
Este es un hecho histórico.
Hay más gente que hace el mismo juego de palabras y se refiere a Abe como “mono” APE y por eso lo utilicé para esta obra. No se trata de una serie anti Abe por mi parte. Aunque quién sabe, todo depende de si me gustan o no las políticas que vayan haciendo.
La censura es algo que siempre tengo que tener en cuenta a la hora de elegir el contenido y la forma de mis obras. En un futuro quiero crear algo que sea capaz de abrir la mente de las personas sin antes tener que pensar o preocuparme por los límites entre derechos de autor y copyright. Mientras más opresión y limitaciones se impongan, mayor tiene que ser la dureza y respuesta del mensaje en las obras. Creo que nunca voy a querer cambiar el hecho de que mis diseños siempre cuestionen los estándares de la censura.
Aunque si llego al punto de que me quieran meter en la cárcel lo mismo me lo pienso y pido perdón.
Hemos visto que te gusta Joan Cornella. ¿Algún otro artista español que te guste? No importa si está vivo o muerto.
En 2019 alcanzaremos el año en el que transcurre la historia de Akira en Neo-Tokyo. Me gustaría volcarme con esta temática y colaborar con Katsuhiro Otomo, sacando una línea de condones bajo el lema ¡¡¡Hijo de puta, tienes el pene infectado, ponte un puto condón!!! (ゴムをつけろよチンカス野郎!!!) [risas].
Ya puedo sentir el éxito [risas].
Puedo imaginar también un gigantesco pene erecto surgiendo de la explosión que destruirá Neo-Tokyo… ¡Ah! y también quiero construir en Osaka, en frente de la Torre del Sol de Okamoto Tarō, mi obra Pene por la Humanidad y Armonía… ¡Un pedazo de miembro de 70 metros de alto! [risas].