El año iba a ser 2020. Todo apuntaba a ello… y aún más después haber hospedado con éxito la Rugby World Cup. Tokio parecía más que lista y preparada para recibir y orquestar este verano uno de los eventos deportivos más grandes e importantes del mundo: las Olimpiadas de 2020. Las infraestructuras necesarias estaban listas y en su sitio. Todo en orden y bien colocadito. Se habían hecho los ajustes necesarios. Incluso el gobierno japonés había modificado su calendario de festivos nacionales para adaptarse bien a las fechas durante las que iba a transcurrir el evento. Hasta se habían modificado y aprobado algunas leyes… como lo de fumar en espacios cerrados, que se había prohibido para evitar problemas con la esperada entrada masiva de turistas procedentes de todo el mundo. Entonces viene lo jodido. Una pandemia global aparece y propina al ocio nocturno, con el más potente de sus ganchos, una hostia de las que a uno le cuesta recuperarse.
Tras el encierro el verano se acabó, llevándose por delante, entre otras cosas más importantes, a las famosas Olimpiadas… Pero, ¿qué ha pasado con la fiesta? ¿cómo está siendo el resurgir de la vida nocturna tokiota y la escena clubbing en la capital?
Tokio, agosto de 2020
Junio. Parece que ha pasado una eternidad. El gobierno japonés levantó el estado de emergencia y empezó aflojar con los negocios considerados como no esenciales. La vida urbanita comenzaba a recuperarse. Sin embargo, no salí por ahí de fiesta hasta julio. No pisé un club hasta mediados de ese mes y las fotos que veis aquí las he hecho desde entonces hasta ahora.
Tokio, agosto de 2020
Las discotecas y los bares, aunque con menos ruido y humo del habitual, volvieron a acoger en sus suelos pegajosos a clientes sedientos de alcohol y ritmos electrónicos. Eso sí, bajo medidas estrictas en las que no faltaban controles de temperaturas y maniobras de desinfección. A veces incluso te solicitaban proporcionar datos personales de contacto para advertirte en caso de que se confirmase que algún otro asistente había dado positivo… por covid-19. No me voy a meter en cómo de eficaces eran los métodos que vi. No sabría decir, pero si participando y haciendo lo que me pedían iba a significar más seguridad y que los negocios podrían estar abiertos y no arruinarse, estaba totalmente dispuesto a colaborar en tales procedimientos.
Tokio, agosto de 2020
Para muchos, el mantener la mascarilla mientras se pilla un pedo es prácticamente imposible. Algunos clubes de la ciudad disponían de atentos guardianes (aka. personal de seguridad) que iban a asegurarse de que los fiesteros se colocaran de vuelta la mascarilla sobre sus rostros… inmediatamente después de cada trago a sus respectivas bebidas. Sorbo, mascarilla, sorbo, mascarilla. Pero la noche avanza y la peña cada vez está más borracha. Y la gente borracha se ve que es menos autoconsciente y olvidadiza, por lo que a veces se les olvidaba lo de la mascarilla después de cada ración de vodka (aka. sake). La mitad de las veces terminaba con la escena típica de un grupo de amigos en los que unos pocos gritan a los otros, haciéndose oír como pueden por encima de la música a toda hostia , que se pusieran la mascarilla.
Tokio, julio de 2020
Es verdad que algunos asistentes a estos clubes optan por no usar protección en absoluto. Mascarillas, me refiero. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, poco a poco parece que ha ido calando el mensaje de que la mascarilla va sobre la cara y no sobre otras partes de sus cuerpos.
Tokio, agosto de 2020Tokio, agosto de 2020
Las multitudes que veo en los clubes nocturnos parecen pertenecer al club privilegiado de ser jóvenes. Personas que, en principio, son más fuertes y resistentes ante esta enfermedad del covid-19. Por otro lado, lo cierto es que todos los garitos y clubes a los que he asistido este verano en Tokio siempre tenían limitación de aforo, básico para evitar que se petaran, y que corriese el aire, procurando la mayor ventilación posible.
Tokio, julio de 2020
Todavía es difícil decir cuál será el futuro que depara a la escena clubbing de Tokio. Siguen siendo momentos extraños y se viven situaciones ambiguas. Lo que yo veo es que las calles cada vez están más ajetreadas a cada fin de semana que pasa y que el ritmo frenético vuelve a ser precisamente eso. Vamos, que los garitos vuelven a estar a tope. Sin embargo, no hay cura del virus a la vista. No sabemos cuándo aparecerá o si es que lo hará pero, una cosa está clara, la «nueva normalidad» ya existe en los clubes de la capital, de esta forma tan peculiar como esperable. Sé que hay muchos países repartidos por el planeta que aún siguen confinados. Lo sé y por eso estoy agradecido de poder estar viviendo la incomodez de la nueva noche de Tokio, por que sea más relevante o menos para el futuro de la humanidad o incluso para la economía global, representa los intentos que estamos haciendo todos por seguir bailando, por seguir adelante. Por mantener la escena viva.
Tokio, agosto de 2020
Ah, y recuerda que, si estás buscando aventuras de alcohol y desenfreno romántico, la monogamía, en estos momentos, es la mejor opción…
Tokio, agosto de 2020
Y llevar mascarilla no tiene porque no haceros sentir fabulosos…
Tokio, agosto de 2020
¡Tampoco el distanciamiento social debería impediros bailar… pero separados, eh!
A estas alturas, ya es más que obvio que el koronauirusu コロナウイルス (covid-19) es algo que de una forma u otra está afectando a todo el mundo. Es imposible que Japón, vecino de China y país del cual procede un 40% de su turismo (aportando nada más y nada menos que 1,8 trillones de yenes en 2019) quedase al margen de todo esto. En consecuencia de las medidas de confinamiento se vive una atmósfera extraña en muchos lugares y ciudades del mundo. También en Tokio. Soy James Suarez, miembro de acchiKei y fotógrafo afincado en Tokio, y me gustaría contaros un poco sobre cómo se está viviendo (y como estoy viviendo yo) la pandemia en la capital de Japón, a través de los ojos de alguien que patea las calles haciendo fotos.
Shinjuku, marzo 2020
Cuando comenzaron a hacerse públicos los primeros casos de coronavirus en Japón, automáticamente un pensamiento común vino a la cabeza de muchas personas: ¿qué va a pasar con las Olimpiadas de Tokyo 2020? Resido en la ciudad y todo el rato, desde el principio, la sensación que tenía era la misma: el gobierno japonés estaba tomando medidas para proteger y salvaguardar este evento. En un primer momento, los casos de contagio en Japón eran muy bajos, mínimos. Japón se alzaba como uno de los países con mejores cifras en el mundo. En ese momento, estoy seguro que muchos os preguntaríais… “¿Cómo demonios están siendo capaces de contener el virus?»
Shibuya, marzo 2020
Muchas personas creyeron que la causa de esto se debía al habitual uso de mascarillas y el gran control de higiene de los japoneses. Muchas investigaciones relacionadas con el Covid-19 afirman que llevar mascarilla no impide que te contagies, pero sí que puede evitar que contagies a otras personas. Ya sabéis, la empatía japonesa y el respeto hacia los demás.
Shibuya, abril 2020
Otras personas creyeron que la razón residía en que el gobierno estaba haciendo muy pocos tests, con el propósito de seguir adelante con los las Olimpiadas que iban a celebrarse este verano. Cancelar el evento suponía una situación aún más perjudicial a situación económica actual del país y Abe no iba a pasar por ese aro.
Shibuya, marzo 2020
Cualquiera que fuera la razón, una vez que las Olimpiadas fueron pospuestas definitivamente, el número de contagiados por coronavirus en Japón subió como la espuma de una Asahi recién abierta y el Primer Ministro Shinzo Abe declaró el kokka-hijou-jitai国家非常事態… el Estado de Emergencia.
Shinjuku, finales de marzo 2020Shibuya finales de marzo 2020
Sin embargo, Abe refutó enérgicamente el término lockdown, y todo léxico cercano o derivado, mientras que todos los países hablaban en términos de “bloqueo”, “cierre” o “confinamiento”. Abe no quería que la gente se quedase en casa y la economía sufriese las consecuencias. Por ello, no se impidió ir a trabajar, pero sí se pidió a los ciudadanos no salir durante los fines de semana y que estos volvieran a casa después del trabajo, en lugar de salir por las noches a tomar algo. (Fue jodido tener que quedarme en casa y no poder salir durante la temporada de cerezos en flor a darme una vuelta por ahí y disfrutarlos).
Shibuya, marzo 2020
Estas medidas en pos de mantener la economía en movimiento, fueron vistas como poco éticas y, preocupados por su salud y seguridad, fueron criticadas por la mayoría ciudadanos. Sin embargo, el gobierno hizo oídos sordos y en estos momentos Japón es uno de los países menos restrictivos en cuanto a medidas de confinamiento.
Akihabara, abril, 2020
Para la mayoría de los salarymen y las office workers/ladies (también conocidas por las siglas OL, como les gusta poner en su perfil de Tinder), su rutina ha seguido igual, aunque eso sí, con los trenes bastante más vacíos que de costumbre. En los vagones, todos los pasajeros visten su mascarilla correspondiente. Todo el mundo las lleva, a pesar de que había falta de stock y que era difícil encontrarlas en muchas tiendas. Quizás, si tu paciencia gaijin te lo permite, podías conseguirlas en tu droguería de confianza, después de esperar unas cuantas horas en una ordenada línea. Luego había que tener suerte de que hubiesen recibido un cargamento de mascarillas y… entonces podías comprar una.
Línea de tren Chuo, abril, 2020
Los tokiotas han hecho lo posible por respetar la distancia social en los vagones de tren. Esto no siempre se ha conseguido ya que, al fin y al cabo, el vagón permite la capacidad que permite, pero mi experiencia es que todos han hecho por guardar suficiente distancia los unos de los otros.
Parque Yoyogi, mayo 2020
He realizado algún pequeño “viaje” al parque Yoyogi en los últimos meses, y me lo he encontrado más concurrido de lo que podía imaginar. Sin restricciones en cuanto al número de veces que puedes salir de casa (a diferencia de otros países) y con la mayoría de bares y tiendas cerradas, este parque es un caramelito para que amigos y familiares puedan disfrutar de un día primaveral.
Parque Yoyogi, mayo 2020
El parque Yoyogi, no solo un lugar ideal para pasear durante una pandemia, también un buen sitio para echar una buena e íntima cabezadita.
Ginza, abril 2020
Los típicos sitios donde ir a comprar ropa y que siempre están a rebosar, como Ginza, han estado muy vacíos estos días. Este pobre hombre sin hogar es uno de los pocos testigos que podemos encontrar en la avenida comercial de Ginza. Por una vez, él es el dueño de la calle.
Una niña se cae de boca al ver que el reloj de la cuenta atrás para las Olimpiadas 2020 ahora marca fecha objetivo 2021. Estación de Tokio, abril 2020
La Estación de Tokio es otro más de los lugares de las ciudad que más gente reúne. Ahora parece más bien una estación fantasma.
Takeshita-dori, Harajuku, abril 2020
La famosa calle comercial de Takeshita-dori en Harajuku también ha estado muy tranquila. La mayoría de stands de crepes y batidos con tapioca están cerrados. Aún así encontramos algún sitio abierto, por lo que es momento de dar un relajado paseo y comprar alguna cosa típica y digna del turisteo por Tokio.
Una tienda pop-up vendiendo mascarillas en Ueno, abril 2020
Según pasa el tiempo parece que todo empieza a volver a la normalidad. Vuelve a haber mascarillas disponibles, los casos de contagios son pocos y la gente en general se siente confiada para salir a la calle.
Estación de Shinjuku, mayo 2020
Durante los últimos meses he vivido Tokio de una forma muy diferente. Es difícil de explicar pero, la atmósfera en la ciudad ha sido bastante extraña e inusual. Al principio no teníamos ni idea de qué pasaba o de si íbamos a estar en alguna forma de confinamiento. La gente seguía haciendo vida normal, saliendo en las vacaciones de Golden Week y muchos a ver los cerezos en flor.
Cosas tales como las mascarillas, el papel higiénico, el ramen instantáneo… o la harina para tortitas, han estado agotados durante todo este tiempo. Ahora algunos de estos productos comienzan a estar disponibles (No la harina para tortitas. Sigo esperando poder hacer tortitas algún día…tsk). A estas alturas, y como en muchas partes del mundo, ya comienzan a abrir cada vez más de aquellos locales que un día tuvieron que cerrar. También muchas empresas a las que pilló completamente desprevenidas esta situación ya se han ido paulatinamente adaptando a las necesidades del teletrabajo.
Una anciana durmiendo en su puesto de trabajo en un comercio de Akihabara, abril 2020
Muchas cosas están pasando en Japón durante esta pandemia… lo del incentivo de 100.000 yenes… lo de las polémicas Abe-no-masks. Yo no he recibido ninguna de las dos cosas, así que, aún, no puedo opinar.
Un salaryman corriendo para llegar a tiempo al tren. Oshiage, marzo 2020
Víctor Alonso es un chico de Valladolid al que le flipa la fotografía y Japón. Se le da tan bien que exclamar un simple eeeee kakkoiiiii se quedaría corto al ver una de sus fotos. Comenzó estudios de informática que terminaría abandonando para dedicarse al arte de la fotografía a los 21 años y más tarde crear su propia empresa de publicidad. Su formación autodidacta en este arte le ha valido para ganar premios de fotografía, viajar por el mundo y realizar exposiciones en distintos países. De pequeño siempre soñó con ir a Akihabara. Pasó su infancia deambulando por el Mercado del Muro, en una Valladolid que parecía Midgar, y todas estas influencias de los videojuegos, y el anime, las plasmó en su popular exposición Tokyo Nights. En su primer viaje a Japón puso a prueba la capacidad fotográfica (y de almacenamiento) de su iPhone y de alguna forma se inició en la street photography. Desde que comenzara a interesarse en fotografiar Japón ha transitado por muchos estilos y ha aplicado a la foto algunos conceptos japoneses muy interesantes como el shibui o kasoka.
Hemos tenido la suerte de hablar con él y que nos contase un poco de su trayectoria.
La aventura de Víctor no ha hecho más que empezar… Insertamos el disco 1.
Mundo 1 – Tokyo Nights
Comienza el juego y toca ir a por la primera fase. Esta sitúa a nuestro protagonista en 2015, en lo que vendría a ser su primer viaje a Japón. Junto con su su mapa, brújula, el iPhone y dos amigos más, Víctor, el héroe de esta historia, recorre Tokio por primera vez.
26/8/15: Yoyogi Uehara: 00:21 am.
“Recuerdo que cuando veía las películas de Takeshi Kitano siempre me fijaba en los callejones de las ciudades… Era algo que quería ver en la realidad desde hace años y la misma noche que aterricé en Tokio salí como hipnotizado a hacer fotos nocturnas. Lejos de transmitir agobio, los callejones de Tokio transmiten calma, paz, orden y sus luces parecen guiarte hasta un destino.”
1/9/15 Shinjuku. 20:45 pm. Esperando el momento adecuado
10/9/15 Haneda. 15:45 pm. This is the end
3/9/15 Ginza. 18:59 pm. Tú aquí no puedes entrar
4/9/15 Akasaka. 17:11 pm. Seguridad
De esta primera y fructuosa aventura, nacería la exposición TOKIO! TOKIO! TOKIO!, la cual sería expuesta en en Valladolid y más tarde en la galería The Piano Room de Hackney en Londres. Un gran logro desbloqueado que, sin embargo no agotaría sus ganas de ampliar el mapa, lo que le llevaría finalmente a regresar a Japón en 2016, solo seis meses después. Esta vez no solo con un iPhone, sino llevando también un equipo algo más contundente y con la única compañía de sí mismo. De la suma de algunas de las fotos del primer y del segundo viaje nacería Tokyo Nights, una serie fotográfica que supone un proyecto completo, multidisciplinar y, también, uno de sus más exitosos.
No todo iba a ser pasear por la ciudad cámara y escudo a cuestas. También el prota, a veces se detiene a observar y disfrutar de la atmósfera del paisaje… y sus buenos gráficos. Ya sabéis, la lluvia que rellena un charco y refleja kanjis de neones azules y rojos y que… al que más o al que menos, nos despierta el alma cyberpunk que llevamos dentro. Tokyo Nights es eso y mucho más. Se trata de un proyecto que no solo abarca la fotografía, sino que propone el diálogo de esta con otras disciplinas. Con el objetivo de crear una experiencia sensorial completa, tres españoles forman equipo: Marcos Abad como ilustrador, Alberto Muñoz como compositor y, por último, nuestro main character, Víctor Alonso como fotógrafo. Una instalación que consta de seis secciones que muestran cinco fotografías en cada una de ellas, acompañadas de una BSO y lettering especialmente creados para las mismas. Capturas un QR, te colocas los auriculares y te adentras en esta propuesta inmersiva, en la que uno siente que pasea por los barrios principales de la ciudad a través de la visión particular de los creadores. Solo tienes que mirar, escuchar y dejarte llevar.
Han sido varias ciudades las que han podido disfrutar de este proyecto de Víctor Alonso: Londres en 2016, Barcelona en 2017 y también, durante ese mismo año, en la conocida y peculiar galería Design Festa del barrio de Harajuku en Tokio.
Víctor Alonso en Design Festa Gallery (Harajuku, Tokio)
Y si todavía te quedas con ganas de más Tokyo Nights, el artista Gutty Kreum, como colofón y homenaje final, realizó una serie de increíbles piezas a lo pixel art inspiradas en el proyecto.
Mundo 2 – Kasoka y shibui o la quema del JR Pass
Se termina la mazmorra que pone punto y final al Mundo 1 y obtenemos una nueva arma fotográfica: la Ricoh GR II. En 2016, Víctor, nuestro aguerrido fotógrafo, emprendería un viaje a Marruecos, para así cambiar de aires y experimentar con nuevos estilos. También, este viaje, sería el inicio de su verdadero interés por el street photography y sus protagonistas. Con la experiencia ganada en este viaje, volvería a las andanzas por tierras japonesas con dos viajes en 2017. Y bueno, el día venció a la noche y al neón. Ya nos hemos pasado Shinjuku y Shibuya. Ahora toca jugar en un mundo abierto y con un renovado interés por cosas que antes pasaron quizás desapercibidas. Víctor Alonso comenzaría a buscar lugares, de forma aleatoria, sin ningún plan, dejando caer su dedo sobre Google Maps. Tenían que ser sitios alejados del jaleo de Tokio y otras grandes ciudades. Víctor nos habla del concepto japonés de kasoka 過疎化 que refiere al despoblamiento de las zonas rurales de Japón, donde la decadencia, la vejez y el abandono tienen, a su vez, cierto encanto y atractivo que a veces es difícil de explicar. Estaciones de tren sin gente, máquinas expendedoras abandonadas y todo tipo de elementos que uno puede encontrarse en estos lugares desamparados conocidos en japonés como haikyo 廃墟 (lit. ruinas). Capturar estas complejas emociones con su cámara fue uno de sus objetivos en sus visitas a lugares de Tōhoku como la villa de Shizukuishi en Iwate o el lago Towada en Aomori.
En una de estas incursiones a lo desconocido se topó con el concepto 渋い shibui, otro concepto de traducción aún más compleja. Lo simple y puro, lo que es bello porque es auténtico, lo que no es interesante y por eso lo es mucho, lo no buscado. Durante esta etapa Víctor buscaría inmortalizar escenas que recogen esta idea de que lo costumbrista y llano puede ser bello, por la forma y armonía con la que se enmarca con el entorno o por la emoción que despierta su contemplación. Muy Yasujirō Ozu. Cómodo en la calidez y calma que genera este estilo, buscaría continuar con su trabajo en estos conceptos en las series de fotografías que realizaría por el pueblo pesquero de Wajima (Prefectura de Ehime) e Itoigawa (Prefectura de Niigata) durante 2019.
Mundo 3 – Un level up nunca viene mal
Y es lo que tiene aventurarse en mundos desconocidos, que uno no para de aprender, descubrir cosas nuevas y sobre todo… subir de nivel. Durante 2017 descubriría el estilo de los fotógrafos de Provoke, nombre del colectivo, y revista homónima, formado por Yutaka Takanashi, Takuma Nakahira y Daidō Moriyama. Se dio cuenta que él mismo había estado realizando fotografías que podrían encajar con el lenguaje fotográfico y los aspectos formales de dicho colectivo. Sabiendo esto, quiso experimentar de forma consciente dicho camino y estilo, lo que dio lugar a tres series fotográficas bajo el título de Provoke Experiments (2017). El truco más difícil fue cuando intentó combinar la crudeza del are, bure, bokeh “provokiano” con la estética del Tokyo Nights de… las primeras pantallas.
El final boss y el mítico DLC
No es que se acerque el final de la partida ni mucho menos. A Víctor le quedan muchas batallas y retos fotográficos por disfrutar. Lo que se acerca es el final de este artículo, pero para ello siempre hay que derrotar a un monstruo final y comprarse el mítico DLC.
Durante el pasado 2019 volvería a la ya mencionada galería tokiota Design Festa, esta vez con la exhibición de su serie fotográfica realizada en Estados Unidos y titulada AMERICANA. A su vez, americana es un concepto que guarda íntima relación con la idea de kasoka. Y es que realmente este estilo le ha calado hondo. Durante la que ha sido su quinta aventura fotográfica en Japón, ha querido seguir ahondando en este registro fotográfico donde la calma y la luz del sol imperan sobre lo decadente, más aún en comparación con el “frenetismo” y la noche de los niveles del primer mundo. Un nuevo reto: conseguir trasladar la quietud del Japón rural al Japón urbano.
No hay game overs que valgan para Víctor.
¡Muchas gracias por la entrevista! Podéis seguir a Víctor Alonso en su Instagram, Flickr y sitio web.
Entrevista realizada por Elena Manrique y José Fernández.
Reconócelo. Lo tuyo no es el estrés de Tokio y su ajetreado ritmo de vida. Tú eres más de buscar remansos de tranquilidad ocultos en la gran ciudad. En tus auriculares, la calidez de una melodía lo-fi y a tus pies, un amable gatete frotándose contra tobillos. De repente la atmósfera se te antoja como la de un sueño pintado con la paleta de un anime noventero… Reflexionas… ¿cómo imaginabas que sería Japón antes de visitarlo por primera vez? Nuestro Japón, quizás, se parecería mucho al de la ilustradora alemana Surudenise.
Denise es una chica nacida en Frankfurt cuyas ilustraciones han cosechado considerable éxito en las redes. Desde pequeña ha sido una enamorada del anime y desde su primer viaje a Japón, este se convirtió en su fuente principal de inspiración. Ha trabajado como freelance para marcas como la japonesa SEGA o Fanta y hecho sus pinitos en el mundo de los videojuegos con su concept art. Un tratamiento estético de un Japón que evoca nostalgia y calidez al mismo tiempo y que os invitamos a conocer.
Comenzamos…
Sobre tu nombre artístico. Imaginamos que tiene mucho que ver con el verbo する suru, “hacer” en japonés.
Surudenise: ¡Eso es! Me inspiré en una marca de ropa con ese nombre y que ya no existe. Además, creo que el significado en japonés de suru es muy versátil y encaja mucho con cómo me veo a mi misma. En lo creativo no me gusta limitarme solo una cosa ni a solo una disciplina. Me gustan muchas ramas del arte y la creación, por lo que este suru encaja conmigo perfectamente.
¿Cómo se convirtió Japón en el tema principal de tus ilustraciones?
Surudenise: Nací en los años 90, justo cuando el anime estaba comenzando a pegar fuerte en Occidente. No puedo recordar ni un momento de mi infancia en el que no estuviera pegada a la tele viendo anime. Me fascinó y caí prendada de la animación japonesa desde el minuto uno. De hecho, esto fue lo que me llevó a interesarme por Japón. Ya con ocho o nueve años quería visitar el país. Finalmente, hace unos pocos años, por fin pude visitar Japón. Mi primer viaje fue como una inspiración instantánea…la arquitectura, las calles estrechas y pintorescas, la comida… En general toda esa atmósfera, que me atrapó y que desde entonces he querido plasmar.
NEON MOON
¿Qué videojuegos, animes o manga crees que son los que más te han inspirado?
Surudenise: Aquí no hay duda. Por encima de todo, está Akira Toriyama. En especial, Dragon Ball Z, su increíble y peculiar estilo siempre ha sido una gran inspiración para mi. Me gusta tanto que me veo el anime casi todos los años, al menos una o dos veces. Es una serie que me motiva y me pone las pilas, a la vez que me provoca nostalgia. Sin embargo, a nivel artístico, es casi obvio que el anime Sailor Moon es otra de mis grandes fuentes de inspiración y del cual proviene mi esquema y uso del color y el ambiente general que procuro dar a mis ilustraciones. No quiero pasar por alto otros animes que encantan y que han sido de gran influencia como lo son Neon Genesis Evangelion y Samurai Champloo.
En cuanto a videojuegos, siempre he sido super fan de las sagas Silent Hill y Metal Gear Solid.
¿Cómo sería un videojuego creado desde cero por Surudenise?
Surudenise: Seguramente, bastante distinto a lo que os podríais esperar. Cuando se trata de videojuegos, lo visual me importa mucho menos que la experiencia jugable. Lo importante es dar con la esencia de un buen gameplay. Creo que es muy importante crear un videojuego que, sobre todo, sea divertido de jugar. La verdad es que tengo muchas ideas sobre cómo sería mi propio videojuego y, en todas ellas, lo importante es la experiencia. Luego tendría que ver qué tipo de estilo artístico y atmósfera encaja con el tema del juego, pero eso vendría después. Creo que un videojuego similar a al tipo de arte e ilustraciones que hago podría ser divertido, pero también, como os he dicho, me gusta cambiar de estilo y ponerme retos. ¡Estoy abierta a experimentar!
Cuando vemos tus ilustraciones, es inevitable sentirse como escuchando una agradable pista de lo-fi hip hop o algún tema más city pop pero aún así relajado y agradable. ¿Te sientes agusto con etiquetas como las propias del estilo y estética vaporwave y sus derivados? ¿De qué forma crees que tu arte encaja con todo esta estética visual y sonora tan fuertemente inspirada por Japón? Si tu estilo fuera una canción de los 90, ¿cuál sería?
Surudenise: Prefiero no etiquetar mi estilo puesto y así evitar limitarme a una sola cosa o a una sola categoría, pero no me importa cuando la gente lo identifica con la estética del vaporwave, city pop o incluso cyberpunk. De alguna forma las etiquetas hacen de puente entre lo que hago y el público. Son como un camino que la gente puede tomar y así descubrir otras cosas cercanas pero distintas.
¡Le tengo muchísimo amor a toda la música de los 90, por lo que me ponéis en un verdadero aprieto si solo tengo que elegir una canción!. El primer álbum físico que tuve fue Homework (1997) de los franceses Daft Punk, así que diré un tema de ese disco: Revolution 909. Esa sería, sin duda, una de las canciones que pondría banda sonora a mis ilustraciones y fotografías.
NIGHT SWIM (colaboración con la artista Stephanie Priscilla)
RAMUNE CAT
Parece como si la fotografía fuera el primer paso de cada una de tus ilustraciones y diseños. ¿Cuántas horas has pasado pateando ciudades por Japón en busca de la mejor foto con la que realizar luego una ilustración? ¿Cómo de importante es la fotografía para ti?¡¿Cómo se te ocurrió la idea de ese collage tuyo muy loco con el Castillo de Osaka?!
La fotografía fue muy importante para mí al principio, ya que era la base de todas mis ilustraciones partían de una simple foto. Aunque por un lado está mi actividad como fotógrafa y por otro mis trabajos como ilustradora, ya no pienso en ello como dos actividades distintas. Me gusta crear obras en las que aparecen mundos que resultan de la combinación de una fotografía con pequeños trocitos de ilustración que se incrustan en esta. He pasado días y noches deambulando por distintas ciudades de Japón. De esta forma he llegado a conocerme Tokio al dedillo y no solo lo hago por buscar la inspiración y por fotografiar sus rincones, lo hago porque me pierde y fascina su atmósfera y porque es la una de las mejores formas que conozco de intentar llegar a entenderla. Si veis que posteo una imagen a las 5AM, podéis estar seguros al cien por cien que la he tomado y subido a esa hora. Caminar por Tokio me hace perder la noción del tiempo y eso es algo que me encanta.
Desde el año pasado he tenido la oportunidad de aprender mucho más sobre fotografía y mi interés en mejorar desde entonces se ha convertido casi en una obsesión.
Tokyo at 5am
Dreamy Vending Machines
Osaka 2084, 5:37 PM
La idea del collage con el Castillo de Osaka la saqué del opening del anime Samurai Champloo, que como ya os he dicho antes es uno de mis animes favoritos y que tiene el mejor opening de todos. ¡Echadle un vistazo y seguro que dais con la parte que me sirvió de inspiración para el collage!
OSAKA CASTLE
¿Cómo fue la experiencia de que grandes compañías y marcas como SEGA o Fanta quisieran contar contigo?
Surudenise: Cuando decidí convertirme en freelance y dedicarme a tiempo completo a mis trabajos, esperaba que solo iba a realizar trabajos muy concretos para empresas o particulares con necesidades muy específicas. Lo que no esperaba era tener la oportunidad de hacer algo en mi verdadero y propio estilo en un anuncio televisivo para marcas tan grandes como Fanta y SEGA. Fue un verdadero desafío pero también una gran experiencia que me hizo ponerme las pilas y de la que aprendí mucho. Después de eso también me ha surgido la oportunidad de hacer concept arts para algunos videojuegos. Me encantan este tipo de trabajos y me considero muy afortunada cuando consigo encargos de este tipo, ¡pero no hay que bajar la guardia, hay que seguir trabajando duro, mejorar e ir a por más!
A veces, observando tus trabajos, uno tiene la sensación como si hubiese un Japón real que hubiera solapado con otro más onírico… ¿Has estado alguna vez en un lugar que sea como tus ilustraciones?
Surudenise: Me hace muy feliz que me digáis eso, ya que es el tipo de emoción que busco y quiero que mis trabajos evoquen. Ahora que lo mencionáis… hay un templo en Tokio, cuya estructura se encuentra rematada por un color rosa y sus entrada decorada con decenas de macetas con plantitas preciosas. De verdad produce una sensación de estar en un sitio que es hermoso a la par que surrealista. Me gusta tanto ese lugar que una de las veces que acudí allí le pedí a un desconocido que me hiciera una foto con este templo detrás. De vez en cuando encuentro lugares así en Japón y cuando me vengo a dar cuenta estoy viviendo una extraña y agradable ensoñación y enamorándome sin darme cuenta del sitio en cuestión.
MIDNIGHTHARMONY
MIDNIGHT
¿Hay algún lugar, país o ciudad al que te gustaría ir y hacer tu magia?
Surudenise: Hace poco estuve por Seúl y me encantó. Sin duda quiero volver y capturar más de la atmósfera que sentí allí. Además de eso, me encantaría visitar Islandia, Nueva York, Hong Kong y Taiwán. A quién no pero me encanta viajar y me gustaría visitar tantos lugares como pueda permitirme
¿Qué tal la experiencia de haber expuesto cosas tuyas en un sitio tan famoso, guay y con vistas tan guapas como la librería Tsutaya del cruce de Shibuya?
Surudenise: ¡Fue increíble! Me pidieron que exhibiera y vendiera si quería mi arte. Surgió de manera espontánea y, por supuesto, no me lo pensé y acepté. El famoso cruce Scramble Kousaten en Shibuya es un lugar que siempre que veía desde pequeña en los animes y algunos videojuegos. Es un sitio muy icónico y pensar que mi arte estuvo allí expuesto fue alucinante para mí. Ojalá hacer más cosas así.
Shibuya Crossing
¿Algún ensoñador proyecto en mente?
¡Mi ensoñadora y creativa mente nunca descansa! Siempre estoy detrás de algo y trabajando en varias cosas a la vez. Quiero seguir creciendo artísticamente y empezar a experimentar con la combinación de disciplinas y estilos. Por ahora me estoy enfocando en proyectos secretos que espero poder compartir con vosotros… ¡muy pronto!
El 50% de Nekojitablog es un ser mitad fotógrafo, mitad tengu. Dice hacer vida en las calles de Tokio sin nada especial, pero la verdad es que no hay quién se lo crea. ¡Nunca te fíes de un tengu!- que dicen las abuelas japonesas. El sevillano Ernesto Calero, aka TENGU, es miembro del grupo de fotógrafos japonés Tokyo SPC y ha sido invitado a exponer sus instantáneas en Japón conjuntamente con el popular colectivo fotográfico VoidTokyo. Trabaja la repetición de formas, la superposición de capas y el out of context que la casualidad nos brinda, aún más en una ciudad en constante cambio como lo es la capital de Japón. Casi cualquier arma le vale y no se casa con ninguna cámara o dispositivo. Lo que sirve es el ojo y la mirada. Es alguien que quiere disfrutar de la fotografía y, de vez en cuando, salir a la calle como un valiente yamabushi en busca del reto de capturar lo irrepetible y efímero.
¿Por qué motivo un granuja demonio tengu se haría pasar por un chaval de Sevilla que vive en Tokio? ¡¿Qué habilidades fotográficas tienen los tengu que los humanos no tenemos?!
Gracias a vosotros por haberos interesado en mis chorri-fotos. Es un gustazo poder estar aquí pero, ¡¿me habéis llamado chaval?! ¡Si tengo ya una cara de padre que no puedo con ella! Precisamente todo esto de Tengu surgió días antes de ser padre. En un principio quería utilizar en Instagram, Twitter y Youtube el nombre de usuario Kitsune por su significado. En el folclore japonés, kitsune es el zorro encargado de proteger a las familias y las aldeas. Algo así como un padre o madre. El caso es que ese nombre de usuario ya estaba utilizado en todas las variantes que me gustaban, por lo que elegí otro personaje del folclore que me gusta: el tengu.
En tus vlogs nos cuentas que de alguna forma la fotografía te unió a Japón. Empezaste a disparar cuando todavía vivías en España. Desde entonces han pasado más de diez años. En tu canal de YouTube, TENGU, dedicado a la fotografía y el vídeo, realizas el experimento de rehacer las fotografías que hiciste en tu primer viaje a Japón en 2008 una década más tarde. Es un ejercicio retrospectivo realmente interesante y del cual imaginamos que pudiste sacar un par de conclusiones. ¿Cómo dirías que ha sido tu evolución y cuáles serían los cambios más importantes que como fotógrafo has podido experimentar?
Cuando hice ese viaje tenía una idea clara. Más que centrarme en hacer turismo, quería centrarme en fotografiar mis escapadas y mis experiencias. Tan sólo hacía un año que me había comprado mi primera cámara, así que aún estaba aprendiendo a mirar. Ese experimento fotográfico que hice recientemente lo hice pensando en ver cómo reaccionaría mi yo actual a los mismos escenarios en los que estuve presentes en 2008. Sin embargo, algo que no se ve en el vídeo, es que ya por aquel entonces mis fotos tenían un componente humano y, diez años después, lo siguen teniendo pero, ahora miro de una forma diferente. Lo que ahora busco en las personas es algo más que dejarse ser retratadas o fotografiar allá por donde paso. Hace diez años fotografiaba recuerdos y hoy fotografío cosas que la gente no se ha dado cuenta de que han ocurrido.
¿Cómo fueron tus inicios en la fotografía cuando aún vivías en España? ¿Se puede hacer skate mientras se fotografía sin dejarse uno los dientes en el suelo?
Antes de aquel primer viaje a Japón, empecé haciendo mis primeras fotos en skateparks a mis amigos y a otros patinadores. Una fotografía un tanto difícil para un novato por toda la acción de conlleva, sobre todo porque en aquella época el enfoque automático de las cámaras no era, ni de lejos, tan certero como el de las actuales. Pero era lo que me gustaba. Uní dos pasiones, el skateboarding y la fotografía. El problema es que no había nadie que me fotografiara mientras patinaba. Imagino que los que estamos detrás de la cámara siempre hemos tenido este «problema» jejeje. Por suerte, nunca me he dejado los dientes ni patinando ni fotografiando pero, sí que me he caído mientras intentaba hacer una foto o vídeo. ¡Eso de centrarse en el visor y olvidar lo que ocurre a tus pies tiene sus riesgos!
Sabemos que te gusta la música, que has tocado en una banda y que como fotógrafo has realizado reportajes de conciertos en Japón. A nivel personal, ¿Cómo conectan estas dos pasiones en ti? ¿Sueles escuchar música cuando sales a disparar por las calles de Tokio?
Cuando me mudé por primera vez, la música hardcore y emocore estaba en pleno apogeo en Japón. Era el año 2010, muchas bandas estadounidenses hacían giras por Japón y cada vez más bandas japonesas de este género estaban surgiendo. Conocí, creo que por Twitter, al guitarrista de una banda que en aquel momento empezaba a hacerse grande, Crystal Lake. Él me presentó a miembros de otras bandas y me metía en conciertos como fotógrafo. Así fue como uní la fotografía con otra de mis pasiones. Además de fotografiar en conciertos, también hice un par de sesiones de fotos a bandas pero, eso es todo. De hecho, perdí la mayoría de las fotos de aquella época cuando mi anterior portátil decidió un día dejar de funcionar. Para hacer foto de calle prefiero ir sin música. Pensándolo bien, ya no escucho música casi nunca. ¡Quién lo diría!
Mucha gente conoce tu canal de Nekojitablog (Japón con Jamón, Japón sin Cortes, etc.) en el que ya acumulas un par de millones de seguidores. En todos tus vídeos el ritmo y la estética están muy definidos y cuidados. Es como una especie de combinación de lo cinemático, con lo documental y el video musical retro con toques muy guays de un rollo vaporwave /AESTHETICS. ¿Dónde te sientes más cómodo, componiendo escenas fotográficas en la calle o editando videos en la intimidad de tu estudio? ¿Qué fue antes, la fotografía o el video?
Es lo que ha traído Youtube a los que nos gusta lo audiovisual, la capacidad de contar algo disfrutando del proceso. Por eso, cuando mi mujer graba algo, ya sea Japón sin Cortes o una receta de comida japonesa, lo que sea, lo grabo y edito a mi estilo, es la única forma en la que sé hacerlo y como más lo disfruto. Antes escribía pero, para mí, era aburrido. Yo quería hacerlo en vídeo o, al menos, a través de imágenes. Sin duda, la fotografía me llevó al vídeo. Obviamente, la narrativa es muy diferente en ambos medios. En fotografía puedo contar una historia incompleta en una sola imagen, mientras que en vídeo me veo en la necesidad de concluirla. De siempre me había interesado el vídeo. El problema es que nunca tuve un equipo avanzado con el que llevarlo a cabo, ni cámara, ni ordenador. Los jóvenes de ahora no saben la suerte que tienen de disponer de montones de dispositivos que graban vídeo de forma muy decente a buen precio. Incluso ya en nuestros propios teléfonos es posible grabar y editar un vídeo. Que esto quepa en tu bolsillo es un lujo. También tengo que decir que no he recibido ningún tipo de formación y que lo que hago no requiere ni de talento ni de habilidades. Es muy básico todo.
¿Cuál es tu cámara fotográfica favorita, hoy por hoy, para el street photography? ¿Por qué no te molan los colores de Fujifilm (jajaja)?
Cualquier cámara sirve para callejeo. En serio, lo que tenga a mano en ese momento es lo que uso, desde la madre de todas las cámaras para street hasta mi teléfono. El único inconveniente que veo es la relación que tienes con cada cámara. Tu forma de hacer fotos e incluso de mirar cambia dependiendo con qué cámara fotografíes. La calidad de imagen me da un poco igual. Hoy en día cualquier cámara tiene una calidad de imagen impresionante, más que suficiente. Lo que más valoro en una cámara es la velocidad a la que me permita reaccionar. Necesito un sistema de cámara + objetivo que me permita enfocar manualmente donde quiero, con la menor cantidad posible de controles, opciones y botones, discreta, pequeña pero que me rellene la mano y, sobre todo, que disfrute al llevarla y utilizarla. ¡Ah, sí! y con visor óptico. Soy todavía uno de esos rezagados que prefiere un visor óptico a uno digital. ¡Jajaja! lo de Fujifilm es más bien una broma pero, sí que es cierto que no me parecen tan diferentes o llamativas las simulaciones de película que incluye Fujifilm en sus cámaras. Recientemente han incluido una llamada Classic Negative que sí parece tener un «look» que me gusta, aunque depende de la foto, queda bien, incluso a veces parece sacada con carrete Fujifilm Superia, o queda mal, como muy procesada. Mi sueño sería que alguna cámara tuviera una colorimetría similar al Kodachrome (d.e.p.).
¿Qué es lo más extraño que te he pasado fotografiando en Japón? ¿Y el recuerdo más… bonito?
Un día estaba en Shinjuku fotografiando y se me acercó un hombre de unos sesenta años con una cámara al cuello. Empezó a hablarme sobre el fotógrafo Daido Moriyama. Decía que él lo conocía personalmente. Me contaba que Moriyama necesita sólo una cámara compacta digital para hacer muy buenas fotos, que no es necesario llevar una cámara tan cara, y que el propio Moriyama odia la marca de mi cámara. Después empezó a hablarme sobre la situación de Cataluña y que merecía ser libre. “¡Free Cataluña!”, exclamaba el señor. Eso ha sido lo más extraño que me ha pasado, y a la vez, lo más… bonito.
Te hacen mucho la típica pregunta de qué es lo que más te gusta de Japón y dices no tener una respuesta exacta para esto. Comentas que Japón para ti es experiencia, la tuya propia y la de los cambios que va sufriendo el país. Experiencia que se traduce en aprendizaje. ¿El constante cambio existente en una ciudad como Tokio resulta un estímulo para ti a la hora de fotografiar o simplemente es un escenario y contexto inevitable donde se enmarcan tus trabajos? ¿Cuál es el lugar que más te inspira (ciudad, barrio, etc.)? ¿Qué sitio de Japón donde no hayas estado te fliparía fotografiar?
Sí que me lo han preguntado muchas veces jajaja, pero, se me hace imposible ver a un país como a un electrodoméstico del que hay que decir lo mejor y lo peor, como si de una valoración en Amazon se tratara. No creo que Japón tenga algo que me guste y que sea intrínseco a este país como para ponerle una medallita. Y lo mismo con lo que no me gusta, así que, digo medio en broma que es el clima jajaja. Me repatea el clima de Tokio, afecta mucho a mi ánimo.
Con la inminente llegada de los Juegos Olímpicos, la ciudad de Tokio está en constante cambio. Lleva así un par de años pero, la sigo viendo como un escenario más. No me importa cuánto cambie, o si se mantiene tal y como está. Voy a seguir haciendo las mismas fotos hasta que sea mi ojo el que cambie. Por ahora no tengo un barrio favorito en el que fotografiar, aunque sí que es cierto que voy mucho por Ueno, Asakusa y Ginza. Elijo estos barrios porque, o bien quedan cerca del mío, o puedo moverme fácilmente en una sola línea de tren. Lo cierto es que en cualquier parte siempre están ocurriendo cosas, me conformo con cualquier sitio. Eso sí, mi yo de hace diez años te diría que le encantaría ir a Arashiyama a fotografiar bambú.
Dices no ser muy fan del estilo de Daido Moriyama pero, ¿cuáles dirías que son los fotógrafos japoneses de renombre/clásicos que más te atraen o inspiran? ¡En caso de que los hubiera! ¿Y de los fotógrafos japoneses actuales?
¡Aquí está Moriyama otra vez, jajaja!. No soy capaz de apreciar su fotografía. Hay fotos suyas que me gustan, unas cuantas. Esto es algo que me pasa con TODOS los fotógrafos, sean japoneses o no. Me encantan algunas fotos de Garry Winogrand, Joel Meyerowitz, Martin Parr, Jesse Marlow, Matt Stuart, Vinet Vohra, etc, pero otras me parecen del montón. Sé que es un problema mío. No soy capaz de diferenciar cuándo una foto es buena y cuándo no. Si a tanta gente le parecen maestros de la fotografía, incluyendo a Daido Moriyama, ¡pues lo serán! Centrándonos en japoneses, me gustan ciertas fotos que salen del colectivo VoidTokyo, Okada Kisara, Shunsuke Matsunaga, Haruki Tarumi, y otros amigos míos. Hay que tener en cuenta una cosa, que estos últimos que nombro no son para nada fotógrafos consagrados, ni se dedican a ello. Son apasionados de la foto de calle que salen a diario a hacer lo suyo como mejor saben. Sus fotos me parecen tan válidas como las de los primeros artistas mencionados. Ahora bien, hay una fotógrafa cuya historia es alucinante y aún no he visto una foto suya que me disguste. Su nombre es Vivian Maier. Todo su trabajo que está siendo publicado es post mortem, y se afirma que ella nunca llegó a ver sus propias fotos. En serio, os invito a buscar su caso si es que no lo conocéis.
A nivel formal sientes predilección por las composiciones que muestran patrones de formas, superposiciones y capas. Imaginamos que, muchas veces, conseguir este tipo de fotografías son todo un desafío y que hay muchas horas de pateo de la ciudad hasta que consigues algo parecido a lo que buscas. ¿De dónde te viene esta inspiración o gusto por este tipo de técnica/resultados?
¡Así funciona mi cabeza¡, Jajaja, estoy enfermo pero, antes de empezar con la fotografía de calle ya buscaba estas cosas y las «fotografiaba» con mi ojo. Me gustan mucho ese tipo de composiciones en las que hay repetición, algún patrón o coincidencias, y es porque todos estos elementos nos acompañan a diario pero, la mayoría no es capaz de verlos. No nos damos cuenta de que están ahí. A veces me dicen que tengo suerte de encontrarlos. No es suerte, de verdad que estamos rodeados de ellos. Al principio es difícil percatarnos pero cuanto más entrenemos el ojo, más irán apareciendo a nuestro alrededor. Son momentos que duran menos de un segundo. La anticipación juega un papel muy importante, al igual que tener una cámara que te permita reaccionar a la velocidad del rayo, como ya mencioné antes. Después encontré en Instagram a Pau Buscató, un fotógrafo que casi siempre fotografía este tipo de cosas. Me di cuenta de que es un subgénero en sí. Tiene sus fans y sus detractores.
Este es un tipo de fotografía que me tomo con bastante humor, al igual que otra serie que llevo haciendo prácticamente desde que empecé a hacer foto de calle. Se trata de una serie de situaciones totalmente normales en las que hay un elemento que rechina, algo que no cuadra o que se puede sacar de contexto fácilmente. Cuando las publico en Instagram, me gusta ver cómo reacciona la gente en los comentarios. Es curioso porque, al ver una escena tan llamativa y sacada de contexto, cada uno se inventa su propia historia y comenta de tal forma que parece creer realmente lo que está sucediendo en la foto, cuando en realidad, puede que esté ocurriendo completamente lo contrario. Concretamente, una de estas fotos consiguió engañar a todos los que comentaron. Se trata de una chica que está incorporándose para cruzar un paso de peatones, justo después de atarse un zapato. La foto está hecha acompañando al movimiento de ponerse erguida, por lo que da la sensación de que se está cayendo hacia delante. Algunos pensaban que se desmayaba, otros que estaba borracha, y yo disfrutando al ver que el motivo de la foto había funcionado, jejeje.
En cuanto a las capas, sin duda, mi inspiración son Alex Webb y Bruce Gilden. El problema es que los lugares en los que fotografío en Tokio son muy transitados. Hay mucho ruido visual y este tipo de fotografías requiere de un fondo limpio, algo muy complicado de encontrar en esta ciudad. Quizá por eso me guste, porque nos presenta un reto. Me encanta eso de encontrar el momento exacto en el que las personas que están delante de mí se alinean, se ordenan entre ellas sin saberlo, como si estuvieran sobre el escenario de una obra de teatro. La escena se revela ante ti y entonces tienes que dejar de admirarla y actuar. Para mí es la forma más compleja de street photography porque tienes que dejar de ver en dos dimensiones. Tienes que saber componer una fotografía en diferentes capas, en tres dimensiones, desde las personas que están más cerca de ti hasta las que están al fondo.
¿Cómo empiezas a conocer y relacionarte con colectivos de fotografía japonesa? ¿Cómo surgió la oportunidad de unirte al colectivo Tokyo SPC y participar en tu primera exposición?
Tiene su gracia, porque todo comenzó con un vídeo para Nekojitablog. Hay quienes tienen metido en la cabeza que por ser extranjeros nunca van a poder conocer a nadie en Japón. Para dar ideas a aquellos que buscan hacer amistades en este país, queríamos hacer un vídeo (otro más) sobre las diferentes formas de conocer gente en Japón, y una de ellas es usando Internet. Hay montones de grupos de Facebook, de Instagram e incluso webs para buscar a gente con tus mismos gustos, ya sea deporte, fotografía o coleccionar cartas de Pokémon. En una de estas búsquedas me topé con el fundador de Tokyo SPC y así lo conocí en persona, tanto a él como al co-fundador. No me esperaba que hubiera colectivos de foto de calle más allá de VoidTokyo, y menos aún cuando me dijeron que me uniera a ellos. De esto hace ya más de un año. Nos hemos reunido unas cuantas veces e incluso organizamos una exhibición con nuestras fotos. El problema es que mi estilo de vida no me permite salir más con ellos y he perdido la costumbre de fotografiar acompañado de otros fotógrafos. Teniendo sólo uno o dos días libres al mes creo que soy más productivo si estoy solo.
Recientemente también colaboraste con VoidTokyo, quizás uno de los grupo de fotografía urbana más consagrados y con mayor actividad de Tokio actualmente. ¿Qué tal fue la experiencia de exhibir conjuntamente con ellos? ¿Y de conocer a Tatsuo Suzuki en persona?
Fue muy interesante ver cómo montaban «el tinglao» y cómo ordenaban las fotos en la pared. Para mí, lo más destacado fue poder conocer a otros fotógrafos invitados no pertenecientes a VoidTokyo. Hasta ese momento sólo había visto sus fotos en Instagram, donde casi todos subimos nuestras fotos más normaluchas y nos reservamos las mejores para exhibiciones. En esa exhibición es donde pude ver el verdadero trabajo de otros fotógrafos japoneses totalmente desconocidos. ¡Fue tremendo! Con Suzuki-san ya había podido coincidir con anterioridad, aunque sólo he estado con él durante un rato.
¿Algún proyecto fotográfico a la vista? ¿Quizás una exposición de fotografía en Madrid en colaboración con acchiKei? ¡JAJAJA!
Estoy llevando dos proyectos paralelos relacionados con la foto de calle y me gustaría que terminaran en un libro de fotos. Lo veo imposible porque no hay ninguna editorial interesada realmente en publicar un libro con mis fotos. Es común que este tipo de publicaciones sean autoproducidas pero, tampoco tengo ni idea de cómo hacerlo desde Japón y los precios que he visto para impresión son estratosféricos. Conozco personalmente a fotógrafos que conocen el proceso y han sacado zines con sus fotos pero, no sueltan prenda. La exposición en Madrid suena mucho mejor, jejeje.
¡Gracias a Ernesto aka TENGU por la entrevista! No dudéis en seguirlo a través de su canal de YouTube, Twitter e Instagram.
Entrevista realizada por Elena Manrique y José Fernández.
El pasado 19 de enero nos dejó, a sus 88 años, Ikkō Narahara, uno de los fotógrafos japoneses del blanco y negro más influyentes e importantes dentro de este arte. Nacido en 1931 en Omuta (Prefectura de Fukuoka), el reconocimiento que tuvo en vida fue mundial y su fotografía recorrió el planeta haciendo gala de un particular lenguaje expresionista con el que retrató el trauma de un Japón derrotado. Esto lo hizo de una forma en la que ningún fotógrafo lo había hecho antes, o al menos con una sensibilidad tan peculiar y lejana de lo visceral y explícito que no era común por aquel entonces. Lo inhóspito y lo profundamente desolador filtrado través de una intimidad compleja en un precioso juego que es más de sombras que de luces.
Un reportaje fotográfico titulado 人間の土地 Ningen no Tochi (Tierra de Humanos, 1956), su primera exposición en solitario, le valió para ganarse el reconocimiento del público y la academia. Esta serie fotográfica funciona como su propia visión del culmen de la belleza en lo vacío, lo solitario y la atmósfera fantasmal de los paisajes volcánicos de las islas de Sakurajima, Hashima o Gunkan-jima (conocida como la Isla de la Guerra). Hace solo un par de años, en 2016, el Photo History Museum FUJIFILM SQUARE, ubicado en el edificio Tokyo Midtown de Roppongi, rindió tributo a Nakahara una exposición sobre fotografía japonesa de posguerra en la que pudo disfrutarse íntegramente de la anteriormente mencionada serie Ningen no Tochi.
En la década de los años 50, tras terminar sus estudios en Derecho en la Universidad de Chuo se sintió libre para hacer lo que realmente le gustaba y comenzó sus estudios sobre Historia del Arte en la Universidad de Waseda. Allí conoció a un grupo de pintores que a los que debe una cierta influencia plástica y compositiva que se observa en su fotografía. Dicho grupo, al que se unió en 1955 funcionaba bajo el nombre de Jitsuzaisha (Existencia Real) y de este también formaron parte artistas “fluxianos”, como Masuo Ikeda o por ejemplo el pintor Ay-O (Takao Iijima), conocido en el avant-garde japonés como el “Artista del Arcoiris”. Otro de los artistas que formaban parte de Jitsuzaisha era el maestro del conté y la acuarela Tatsuo Ikeda, quien en su particular historia personal es de las pocas personas que han podido decir que fueron pilotos kamikaze y que sobrevivieron para contarlo. Las ilustraciones y pinturas de Ikeda nos hablan de lavados de cerebro y traumas, pero sobre todo de los perjuicios de una cultura militarista imperante que tambaleó valores nacionales para usarlos a su favor y atemorizó a su propio pueblo.
Tras graduarse en Waseda, Narahara fue uno de los fundadores del colectivo independiente VIVO junto con otros célebres fotógrafos como Kikuji Kawada (1933), Shomei Tomatsu (1930-2012) o Eikoh Hosoe. Paradójicamente, este colectivo denominado VIVO, duró solo un par de años y se disolvería en 1961 pero su sentó las bases definitiva de la fotografía japonesa de posguerra y su carácter vanguardista sería una importante y notable influencia para las generaciones posteriores. Narahara y sus compañeros de VIVO consiguieron, a través de una revolución fotográfica y estilística, comunicar la denuncia social y política que muchos jóvenes estimaban tan imprescindible como inevitable. Hijos forzosos del imperialismo y de una nación derrotada, se sentían una generación de jóvenes en conflicto consigo mismo, a quienes cuya identidad les había sido moldeada a base de engaños para luego ser abandonada por unos y secuestrada por otros. La misión de Narahara y los demás fue la de poner voz al pasado y decidir un futuro, pero contando siempre el presente y haciendo uso del arte de vanguardia y como vehículo de reflexión y comunicación. Existencialismo fotógrafico que quiso captar la esencia y el simbolismo del instante pero que no se olvidó de los aspectos formales como el encuadre y la composición. Ahí es nada.
Tras graduarse en Waseda, Narahara fue uno de los fundadores del colectivo independiente VIVO junto con otros célebres fotógrafos como Kikuji Kawada (1933), Shomei Tomatsu (1930-2012) o Eikoh Hosoe (1933).
Su éxito también fuera Japón, le llevó tierras extranjeras donde también realizó trabajos que para Nakahara fueron algunos de los más importantes de su carrera. La que, en sus palabras, viene a ser su mejor obra es la titulada Where Time Has Vanished, una serie de fotografías realizadas a principios de los años 70 en Estados Unidos y que resultó en una exposición homónima en 1975. Esta exhibición fue una retrospectiva de su obra hasta el momento y contenía una segunda parte, Beyond perspective 1970-2002, en la cual Ikkō Nakahara reunió fotografías más experimentales y cargadas de simbolismo, mostrando así también su entonces tendencia y curiosidad por ciertas cuestiones formales dentro de la fotografía. Narahara experimentaría con imágenes fusionadas con rayos x y todo tipo de efectos visuales. En particular, le interesaba la visión doble, ya que el propio fotógrafo sufrió de esta condición durante su vida. Por este motivo, su último gran trabajo y de carácter muy experimental fue titulado Double Vision – Paris 2000-2002.
Ikko Narahara llegó a visitar España y quiso conocer un poco de sus costumbres y estilo de vida. Realizó una triple serie fotográfica que reunidas bajo un mismo título resultan en el curioso España Grand Tarde, Fiesta, Vaya con Dios (1969). A España la retrató a través de principalmente tres temáticas: las corridas de toros, el paisaje urbano y la vida rural del país. El costumbrismo de aquí pero filtrado a un estilo que auto importado desde Japón produjo un resultado increíble.
Narahara fue profesor en la Universidad de Kyūshū Sangyō en Fukuoka y en los últimos años su salud empeoró enteros hasta que tuvo que abandonar prácticamente toda su actividad profesional hasta el final de sus días. Aún así nunca se rindió ni cesó en su compromiso con el arte y con la fotografía. Sus esfuerzos valieron a su persona los más altos reconocimientos al mérito artístico, por parte del gobierno japonés y de instituciones de prestigio de todo el mundo, que admiraron su forma de mirar al mundo. La forma de mirar y de fotografiar de una persona que fue pionera en su tierra en documentar las consecuencias de la guerra desde un punto de vista inusual artístico y arrebatador en lo personal.
Aya Sawada (Madrid, 1986) es una fotógrafa que recoge la sutileza de la cotidiano de manera directa y sin tapujos. El interior de sus modelos queda plasmado en cada una de sus fotografías y estas recogen la determinación e intimidad de una adolescencia y juventud que parecen eternas. Las miradas fijas y penetrantes producen una conexión con estas personas, que terminan convirtiéndose en médiums a través de los cuales Aya cristaliza sus emociones y vivencias. Su trabajo como fotógrafa profesional comenzaría en 2014, después de su estancia de dos años en el Estudio Ebis de Tokyo, donde aprendió todo lo que había que saber sobre este arte. Iluminación, encuadres, Aya adquirirá todos estos conocimientos para marcharse a Berlín en 2016 y explorar su mundo artístico interior en la que supone su etapa más introspectiva. Desde 2018 reside en Barcelona, donde no hace mucho ha llevado a cabo, en Spai Travinae, la exposición titulada Worlds Away, conjuntamente con la fotógrafa Paula Fujiwara. Marcas de gran renombre se han sentido atraídas por la fotografía de Aya Sawada y recientemente empresas como Nike le han realizado encargos.
Comenzamos…
Cuando nos van a tirar una foto es habitual decir “pataaaataaaa”. Tanto en la palabra ‘patata’ como en tu nombre, Aya Sawada, solo aparece la vocal ‘a’, por lo que está claro que tu gran conexión con la fotografía es cosa del destino. Ahora en serio, ¿cómo nace tu amor y pasión por esta disciplina?
Aya: ¡Lol!
Mi amor por la foto nace de manera natural; como una manera de expresarme, de sacar energía hacia fuera y de contar mi historia. Creo que pienso en imágenes, así que supongo que es el formato que mejor se adapta a mis capacidades artísticas. Cuando cierro los ojos también veo imágenes y creo que esto me ayuda en el tema composición y encuadres…
El formato foto me limita artísticamente porque mi imaginación supera los límites de la realidad. Por eso utilizo mucho la metáfora y la analogía. Lo que me fascina de la foto es la idea de poder congelar un instante y hacerlo presente y pasado en el futuro… no se si me explico. Imagina una foto que compras en un mercado de antigüedades en la que aparece una familia que vivió en 1900 en Florencia… De ellos no queda mucho más que un instante de su historia en una foto. Como esa foto llegó hasta ahí también forma parte de su historia. Es cool ¿no? La capacidad de las fotos de congelar el presente en 2 dimensiones. Esto me gusta. Es la multidimensionalidad del arte.
¿Cómo es aprender fotografía y trabajar de asistente en Tokyo, ciudad que podría considerarse capital mundial de este arte?
Aya: Trabajé como asistente en el Estudio Ebis en Tokyo durante 2 años. Fue duro. Muchas horas de trabajo y mucha disciplina.
Lo más difícil fue adaptarme al sistema laboral japonés y aguantar el ritmo. Pero fue un buen training y también hubo muchos buenos momentos. Durante el tiempo que estuve en Ebis, prácticamente no hacía otra cosa que no fuera trabajar. Después tuve un poco más de tiempo para empaparme más de la escena de la fotografía tokiota y aplicar esta influencia a mis fotos… Tokio es una ciudad que estimula los sentidos exageradamente e invita a la creatividad. Descubrí que los artistas que más me llamaban la atención disparaban analógico, así que me compre una cámara analógica, que a día de hoy sigo usando. Aunque ahora estoy retomando la fotografía digital…
Madrid, Berlín, Barcelona. ¿Puede una fotógrafa japonesa encontrar algo de su tierra natal en alguna de estas ciudades en las que has vivido?
Aya: En realidad es Madrid, Tokio, Berlín, Barcelona. Nací y crecí en Madrid. Soy mitad japonesa mitad española. Mi carácter es más europeo pero no suelo identificarme con ninguna nacionalidad. La gente me pregunta mucho sobre esto. Personalmente me considero de ninguna parte…
Me fui a vivir a Tokio hace 8 años para experimentar Japón, aprender fotografía y encontrarme a mí misma. Después de 5 años allí, me mudé a Berlín donde a parte de japoneses no encontré nada de Japón. Excepto que los trenes se parecían porque Japón copió el modelo alemán de ferrocarriles modernos. Y también que son muy agradecidos y muy polite. En España no encuentro mucho de Japón; el gusto por el arte culinario y…¿mi madre? que es japonesa… La cultura y las costumbres no pueden ser más opuestas… Actualmente resido en Barcelona, desde octubre de 2017.
Tu fotografía revela una intimidad muy peculiar y genial. Los modelos parecen mirarnos fijamente y comunicarnos que están sintiendo en sus adentros. En tu fotografía, si uno se descuida tan solo un poco, rápidamente olvida que estemos observándolos a través del objetivo de tu cámara. Lograr este efecto, ¿es una fórmula estudiada o parte de tu instinto fotográfico? ¿Es difícil conseguir que los modelos japoneses puedan abrirse y mostrar su cara interna de esa forma?
Aya: Muchas gracias, aprecio mucho vuestra percepción. En realidad no lo sé. Podría decir que les retrato tal y como les veo. Son ellas distorsionadas a través de mi… O yo distorsionada a través de ellas… Lo que he entendido después de los años es que mis fotos son sobre mí, primero. Por eso me cuesta definirlo, y por eso son imágenes…
¿Fórmula o instinto? Disparo desde el corazón, conecto con lo invisible, con la pureza de la feminidad y la verdad que se esconde tras la vulnerabilidad. También me divierte provocar y dar lugar a la malinterpretación. Me gusta jugar a la contradicción, y saltarme las reglas. Cuando estoy disparando me siento libre y dejo de pensar. Cuando más disfruto fotografiando es cuando dejo de pensar.
¿Es difícil que los japoneses se abran? Depende de la persona pero en general sí, más difícil que en Occidente. De todas formas, la estética asiática tiene ese algo que me engancha. No lo puedo evitar…
Sin embargo, esta intimidad se vuelve bidireccional y también podemos ver mucho de Aya y lo que realmente ocurre en su kokoro en algunos de tus trabajos. En tu proyecto audiovisual Gratitude (2019), del cual os dejamos el enlace aquí abajo, cuentas un poco de tu historia personal y familiar, la cual evidencia tu inevitable nexo con Japón y el componente muchas veces duro y nostálgico de la distancia. ¿Podrías hablarnos un poco de este proyecto y si tienes pensado seguir trabajando en más material autobiográfico?
Aya: Empezando por el final. Sí. Casi todo mi trabajo artístico es autobiográfico de manera indirecta. Gratitude es la primera pieza que escribe nombre y apellidos. Las imágenes las he ido grabando en los últimos 6 años y la idea era hacer un video para sanar a mi madre. Los traumas familiares se transmiten de generación en generación y en mi familia es tangible que exista cierto respeto al agua porque el hermano pequeño de mi madre se ahogó en el mar cuando tenía 24 años.
Si algo me ha enseñado el arte es que es capaz de sanar y de provocar risas y lágrimas de liberación. A mi familia le emocionó y de eso es de lo que se trataba este trabajo.
Escucharme hablar y cantar con mi hermana y mi madre me hizo conectar con ellas y con mi niña interior. Fueron 3 días intensos de proceso creativo. El mensaje: la gratitud es el ingrediente mágico para vivir.
En la lista de elementos y artistas que influyen en tu fotografía, ¿cuál dirías que es el más inesperado e imprevisible?
Aya: Elementos: Mi propia historia.
Artista: Miyazaki Hayao. Crecí con sus personajes y nunca deja de inspirarme. Hay mucho de su imaginario en mis fotos.
Últimamente te hemos visto trabajando con marcas muy conocidas, como por ejemplo Nike. ¿Cómo se traduce/transforma la intimidad y cercanía de tu fotografía cuando se trata de trabajos comerciales?
Aya: Estoy tratando de averiguarlo. Es el mismo ojo el que mira a través del objetivo pero, profesionalmente, tengo que saber adaptarme a lo que se me pide, disfrutando lo máximo posible. Artísticamente es otro departamento el que me ayuda a resolver mis enigmas. Mantener el equilibrio es lo importante.
Estoy muy agradecida de haber tenido una oportunidad así. No es una profesión fácil pero es muy gratificante.
¿Qué anda tramando Aya Sawada?
Aya: Pues la verdad que tramar… no mucho. Simplemente quiero continuar haciendo fotos, seguir trabajando, aprendiendo y también viajar. Actualmente estoy más centrada en mi carrera profesional, aunque sin abandonar mis proyectos personales. Respecto a proyectos artísticos futuros… quizás otra exposición en Barcelona, mejorar, superarme y ¡¡hacer magia!!
¡¡¡Muchas gracias por la entrevista ACCHIKEI!!!
¡Un placer colaborar con vosotros! Sayonaraaa :):):)
Dos artistas, dos mundos visuales y dos perspectivas diferentes de Japón. Paula Fujiwara y Aya Sawada, fotógrafas y amigas con trayectorias artísticas y vitales vinculadas a Japón, ponen en común algunas de sus obras mas representativas en esta muestra.
Paula Fujiwara
En la presente exposición, Paula Fujiwara nos invita a reflexionar acerca de Okinawa, una isla supuestamente idílica pero no exenta de contradicciones. La obra Manifesto (2014) es una crítica hacia los políticos okinawenses que llenan las calles de pósteres con promesas electorales que no se cumplen. Por otra parte, en la serie Retrópolis(2014-2017) se retratan edificios de Okinawa en peligro de desaparición. Es una forma de mantener en el recuerdo una Okinawa paradisíaca que se está desvaneciendo por la presencia de bases militares estadounidenses y el desarrollo urbanístico.
Aya Sawada
The unsaid is the flower. La flor representa el flujo orgánico de los ciclos de la vida, la expresión arquetípica de la belleza y el poder de lo inexpresable.Esta serie intenta capturar la reconciliación entre el mundo visible y el mundo invisible. Las fotos fueron tomadas en Tokio, Okinawa y Shirakawago.
Sumergida en la vida en la ciudad, observaba las infinitas contradicciones de la sociedad, y el uso exagerado de los uniformes capturó mi atención. Al mismo tiempo, me sentía atraída por la riqueza de su cultura y la belleza de su naturaleza.El tema subyacente es personal y psicológico: un intento de expresar mis propias contradicciones y mi vulnerabilidad en un momento de transformación vital. Es un grito a la liberación, que muestra diferentes perspectivas de mi experiencia y deja mucho sin decir, como flores que brotan en el silencio.
BIOGRAFÍAS
Paula Fujiwara
Paula Fujiwara (Barcelona, 1978), graduada por el Nippon Photography Institute, inicia su trayectoria artística en Tokio (2005-2012) y la desarrolla posteriormente en Okinawa (2012-2018), donde forma parte de un colectivo de artistas llamado Arcade. Junto con ellos participó en SWAB 2018.
Anteriormente, estudia Historia y Estudios Asiáticos en la Universidad de Barcelona y cursa estudios de postgrado en las universidades de Senshu y Waseda. En 2011 trabaja como becaria en el departamento curatorial del Tokyo Metropolitan Museum of Photography. Recientemente ha finalizado un máster en Gestión Cultural (UOC). Desde 2018 reside en Barcelona. Su trabajo se ha mostrado en diversas ciudades, incluidas Tokio, Reikiavik, Barcelona y Madrid. También ha realizado residencias artísticas en Reikiavik, en Pekín y en Gunma (Japón).
Aya Sawada
Aya Sawada (Madrid, 1986), artista autodidacta, comienza a hacer fotografías en 2011 cuando viaja a Tokio para sumergirse en su cultura materna. Allí aprende el arte y la técnica de la iluminación trabajando como asistente de fotografía en el estudio Ebis Tokyo durante 2 años. En 2013 inicia su carrera profesional como fotógrafa. En 2016 se traslada a Berlín, donde vive una etapa introspectiva centrada en su visión artística y existencial. Reside en Barcelona desde 2018 donde continúa su trayectoria.
Sus fotografías reflejan temas cotidianos y sujetos claramente definidos, en un intento de capturar el velo que separa su mundo interior del exterior.
Su imaginario se compone de metáforas, símbolos, memoria y emociones que examinan la naturaleza íntima de la artista.
WORLDS AWAY. FROM TOKYO TO OKINAWA
Espai Travinae (Rda General Mitre, 239) Barcelona
Del 14-27 junio. Lunes-Viernes 10:20-14:00, 16:00-20:30; Sábado 16:00-20:30
Opening party:14 de junio 18:30
Más info: http://www.paulafujiwara.com
El fotógrafo Lee Chapman creció en Manchester, Reino Unido, y se lanzó a ir a Japón en 1998. Su plan no era para nada quedarse en el país y, cosas de la vida, lleva ya más de veinte años. El plan original era estar unos dos años pero, con el tiempo, Japón se convirtió en su hogar. Empezó a fotografiar como forma de documentar la vida en el país y Tokio, la ciudad que le acogió. Sin darse cuenta la fotografía se convirtió en su pasión, y la pasión finalmente en trabajo.
Realiza tours fotográficos por la ciudad, buscando la belleza en lugares donde en principio no irías a buscarla. La lente de Chapman siempre nos muestra aspectos a menudos desconocidos y poco expuestos de Tokio y nos sorprende en cada instantánea que comparte en su blog online Tokyo Times. Sus fotografías a japoneses desfasados y algo perjudicados por el alcohol se han hecho bastante populares en las redes sociales. Pero hay mucho más. Lee Chapman es un extranjero ya veterano en Japón y un fotógrafo esencial para comprender los Tokios que habitan dentro de Tokio.
¿Quién dirías que es tu fotógrafo japonés favorito?
L.C.: Es muy difícil elegir pero diría sin dudar que Daido Moriyama, Masatoshi Naito y Eikoh Hosoe son mis favoritos.
Gaijin y voyeur (broma). Tu serie de fotografías THE STARING muestra a personas mirando directamente a tu cámara, conscientes de estar siendo fotografiadas. ¿Se han enfadado contigo alguna vez?
L.C.: Sí, de hecho, se enfadan bastante a menudo. Pero al ser Japón nunca nadie se ha puesto agresivo ni me he sentido atacado. A decir verdad, en este país, con una sonrisa o una muestra rápida de disculpa se puede librar uno de una situación verdaderamente incómoda.
¿Crees que tus fotos son más disfrutadas por público extranjero que por el propiamente japonés? ¿Pueden también los japoneses encontrarlas interesantes como reflejo de su sociedad?
L.C.: Creo que un poco las dos cosas. Ojalá sea así. Inevitablemente mi forma de ver Japón es diferente a la de los japoneses. Al fin y al cabo soy un extranjero. Por mi parte, me interesa mostrar elementos que no son muy manifiestos o evidentes. Por ejemplo, suelo prestar atención a las personas mayores, que en muchas sociedades parecen tener un papel más secundario y olvidado. La belleza en su máximo exponente puede encontrarse también en estos elementos, por poco convencionales o interesantes que parezcan.
¿Cómo de diferente es tu vida con la que recoges en tu proyecto de TOKYO TIMES?
L.C.: Una pregunta muy interesante y difícil de contestar. La verdad es que nunca me lo había planteado. Diría que casi todo lo que aparece en mis fotografías es simplemente lo que veo pero también hay bastante de mí y de mi vida en ellas.
El proyecto Tokyo Times consiste básicamente en un blog de fotos. Es básicamente una forma de registrar mis paseos fotográficos, de recopilar mis mejores instantáneas y también, por qué no, de promocionar mi trabajo. Podéis visitar el sitio web de Tokyo Times haciendo click aquí.
¿Cuál es la zona de Tokio que más te inspira? Como muestras en tus fotos, Tokio es una ciudad diversa y con muchas caras. ¿Cuál es la más interesante para ti?
L.C.: Desde las zonas más viejas a las más modernas, en todas encuentro algo fascinante e inspirador. Las zonas más antiguas transmiten una sensación del pasado que nunca más volveremos a ver y las más nuevas la incógnita de cómo serán en el futuro.
Probablemente, la zona que más trabajo es el área de Shinjuku. Aunque en el moderno Shinjuku cada vez pueden encontrarse menos elementos del pasado, existe una mezcla increíble y única de contrastes y personas. La diversidad es una de las mejores cosas de Tokio. Hay de todo y para todos. Solo tienes que descubrir lo que más te interesa y allí podrás encontrarlo.
Tu fotografía se interesa y pone de manifiesto el papel de los ancianos en la sociedad, cuya imagen contrasta fuertemente con la del Tokio joven, acelerado y cambiante. ¿Cuál es el papel crucial que tienen los ancianos en la envejecida sociedad japonesa? ¿Qué mensaje deseas transmitir con esta serie de fotografías?
L.C.: Para ser sincero, no tengo ningún mensaje. Simplemente intento mostrar cómo es Tokio y como es la vida de estas personas mayores en el Japón en la actualidad. De alguna forma es un intento por mostrar otras realidades del país que a menudo son ignoradas. Por supuesto, de una forma u otra el creciente número de ancianos en Japón va a jugar un papel crucial en el futuro del país. Cuál será este papel está aún por verse.
Tus fotografías sobre borrachos y resacosos se han hecho muy populares en las redes. ¿Cómo te sientes cuando haces este tipo de fotografías?
L.C.: Aún me sigue fascinando eso de una ciudad tan grande como Tokio. La ciudad es tan segura que la gente puede quedarse dormida tirada en la calle, incapaces de llegar a casa tras una noche de excesos. Por una parte toda esa seguridad está muy bien pero por otro lado da un poco de pena que no sean capaces ni de moverse para llegar a la estación de tren más cercana (risas).
En tu serie fotográfica THE NATIONALISTS hay fotos muy directas con unos protagonistas conscientes de que están siendo fotografiados. ¿Tenías permiso para hacerlas? ¿Fueron amables contigo? Cuéntanos alguna anécdota de tu visita al santuario de Yasukuni.
L.C.: La verdad es que no tenía permiso para hacer esas fotos. Simplemente supe que estarían en el santuario de Yasukuni y decidí que tenía que fotografiar el momento. No diría exactamente que fueran amigables, pero la verdad es que no tuve ningún problema. De hecho a parte de una conversación con el hombre de esta fotografía, nadie más me dijo nada ni hubo queja alguna.
Solo tengo una anécdota de cuando fotografié por primera vez el Santuario. No sabía que iba a haber un evento. Yo solo pasaba por allí. Afortunadamente, empezó el evento y cuando llegaron los “devotos” comenzó a nevar, dando un resultado en las fotografías con una atmósfera muy especial. Sentí como si se hubiera detenido el tiempo y que nunca más tendría la oportunidad de hacer fotografías como estas.
¿Puedes contarnos sobre proyectos en los que estés trabajando o tengas en mente?
L.C.: Mis reportajes sobre ancianos y partes antiguas de Tokio son proyectos que sigo desarrollando. Además he comenzado un proyecto que consiste en fotografiar vías de tren abandonadas. Cada vez hay más vías en desuso debido al creciente urbanismo combinado con el descenso poblacional, lo que hace insostenibles muchos servicios de tren.
María Cosmen, alias mochitto, es una chica leonesa que vive en Japón desde hace más de cuatro años. Procedente de una pequeña ciudad del norte de España como es León, aterrizó en Tokyo y más tarde se mudó a Kanazawa, donde vive con su marido y su pequeño perro Ponchan. Nunca hubiese adivinado que llegaría a vivir en Japón ni que tuviera que ponerse manos a la obra con el estudio del japonés. Un día le presentaron a unas chicas japonesas que estaban estudiando español en una escuela de su ciudad, quedó prendada del idioma y la curiosidad le llevó a empezar a estudiar japonés.
Fiel compañera de una vieja Canon EOS Kiss x7. Con esta cámara ha aprendido todo lo que necesita uno para empezar a disparar e introducirse en el mundo de la fotografía. Es una cámara pequeña y muy ligera, fácil de transportar en tierras japonesas, a cualquier lugar donde le lleven sus pies. No duda en disparar a cualquier cosa que le llame la atención. Nos cuenta un recuerdo: Una bonita época en la que una compañera de trabajo se compró la misma cámara y juntas exploraban Tokyo en busca de lugares e instantes que fotografiar.
La pregunta inevitable. ¿Qué tiene Japón para animarte a hacer fotos?
mochitto: Como muchos, empecé a hacer fotos cuando me mudé aquí porque todo era nuevo y muy diferente a España. Los primeros meses siempre salía con mi cámara en mis ratos libres a hacer turismo y fotos en los lugares más famosos de Tokyo y ahí empezó todo. Instagram y otras redes sociales me ayudaron mucho a la hora de inspirarme y aprender cosas nuevas sobre fotografía.
¿Analógico o digital?
mochitto: ¡Esta pregunta es muy complicada! Diría que va por etapas. Empecé a hacer fotos en digital y jamás me animé a probar lo analógico hasta hace tres años, que fue cuando me compré mi primera cámara analógica, una Minolta super super sencilla. Disparé con ella unos seis carretes o así y lo dejé hasta que volví a retomarlo el año pasado con una Canon AE1 Program. Y ahora de nuevo parece que vuelvo a lo digital. Me gustan mucho ambos estilos, cada uno tiene sus pros y sus contras, ¡pero no puedo quedarme solo con uno!
¿Qué elementos dirías que definen más tu estilo o línea estética?
mochitto: Uffff, esto también es muy difícil. Considero que aún no tengo un estilo propio definido y además siempre me gusta probar cosas nuevas a la hora de hacer y editar las fotos. Mucha gente me dice que soy buena con los close-up y que mis fotografías de naturaleza son muy bonitas. Y puede que sea cierto, de las cosas que más disfruto fotografiando son elementos de la naturaleza, sobre todo flores. También me fijo mucho en los colores y si subo alguna serie de fotos intento que todas tengan el mismo tono. Y también últimamente me gusta mucho hacer fotos de elementos de Japón antiguos, ya sea edificios, carteles, máquinas, coches… Algo así tirando a lo retro.
Tus fotografías, ahora en primavera, tienen un agradable y cálido tono rosa. Es como una sensación sinestésica, que casi nos permite disfrutar del aroma del sakura con solo ver tus fotos. ¿Cómo te influyen estilísticamente y emocionalmente las estaciones a la hora de fotografiar?
mochitto: Japón está muy ligado al cambio de las estaciones, además es un cambio que se nota mucho vayas donde vayas. Y no me refiero solo a la naturaleza, sino a los productos, decoraciones e incluso diseños de productos. Cuando llega la primavera y florecen los sakura también puedes ver un montón de cosas en los supermercados con paquetes de color rosa, pétalos de flores de cerezo y similares. Las estaciones más conocidas son la primavera y el otoño, pero el verano y el invierno no se quedan atrás. Por ejemplo, desde que nos mudamos a la prefectura de Ishikawa he podido vivir el invierno más de cerca, sobre todo el año pasado que nevó un montón. Y en verano no pueden faltar las cigarras haciendo ruido a todas horas, los kakigori, sandía, festivales de verano y fuegos artificiales. Haciendo referencia a la pregunta anterior, me guío mucho por los colores, así que cuando hago fotos intento que tengan el color predominante de la estación. Ahora estoy en modo rosa 💓
¿Algún fotógrafo/a japonés favorito?
mochitto: Me gustan mucho @age_cox es de mis favoritos, y las cuentas de @hiraco y @seagulll424 me parecen de lo más adorables.
Si hablamos de fotos en analógico es muy difícil elegir. Los japoneses tienen ese “algo” especial, tienen muy buen gusto a la hora de hacer fotos en analógico. Por poneros un ejemplo, mirad las fotos de @pico.y y __schon
Creo que sigo muchas más cuentas de extranjeros viviendo en Japón porque muestran el Japón que los japoneses no ven, detalles más concretos que muchas veces los propios japoneses pasan por alto. A mi ese tipo de fotos me encantan.
@pendragoncillo es un mexicano que vive en Japón y se dedica a la street photography, juega mucho con luces y sombras y su trabajo es increíble.
Otra chica extranjera que vive en Japón y que hace fotos en analógico, @mocsow.
Y personalmente me gusta mucho el perfil de @catguts_ Por desgracia no vive en Japón, pero siempre que lo visita hace unas fotos preciosas, ¡echadle un ojo!
¿Has realizado alguna exposición de tus fotos o estás pensando en hacerlo?
mochitto: ¡Sí! Justo a principios de febrero monté mi primera exposición en el bar del hostel donde trabajo, aquí en Kanazawa. ¡Me propusieron la idea y yo no pude decir que no! Me encantó todo el proceso de organizar la exposición, desde la selección de fotos, tamaños, marco o no marco, lugar donde poner las fotos, títulos… La verdad es que lleva mucho más trabajo de lo que había pensado en un principio, pero ver el resultado final con tus fotos en las paredes (¡y con marco! ¡Los marcos hacen que tus fotos mejoren muchísimo!) merece muchísimo la pena. Siempre había pensando en montar una exposición con mis fotos y me alegro mucho de que la primera haya sido en mi lugar de trabajo.
Comentas que la afición a la fotografía despertó en ti cuando vivías en Japón ¿Conservas ese ímpetu por fotografiar cuando regresas a tu ciudad?
mochitto: Desde que vivo en Japón solo he vuelto de vacaciones una vez a España, y este abril vuelvo por segunda vez. Por supuesto llevaré la cámara y haré fotos siempre que pueda, sobre todo de amigos y familiares para tener buenos recuerdos.
Nos flipa que vendas tus fotos y que se puedan disfrutar físicamente.
mochitto: Mi tienda online es una tienda pequeñita que actualizo siempre que tengo tiempo y fotos nuevas que ofrecer. Hay tanto fotos digitales como analógicas que pueden comprarse por separado o el set entero. Por supuesto hago envíos internacionales y siempre meto detallitos dentro de los sobres para que haga más ilusión cuando lleguen a sus destinatarios. Hasta ahora solo había un tamaño disponible, prints en tamaño postal, pero desde este mes podréis hacer pedidos de algunas fotos en B5.