Los cada vez más comunes super robots, súper smartphones y super trenes de super alta velocidad hacen que “los mil dioses” del Japón, tengan menos presencia y cabida dentro del mundo moderno. Cada día que pasa delegan un poco más de su protagonismo en esta sociedad del consumo abusivo y frenético. Los valores tradicionales que estos dioses representan adolecen la acuciante merma de sus prosélitos. La ética y moral que impregna el Bushido de Inazo Nitobe, el coraje de Musashi o las tardes en familia viendo el concurso anual de enka en la NHK, se desvanecen y se convierten en remanentes de la memoria de un nostálgico pasado. Ni siquiera encuentra uno un pequeño rastro de la sombra de Tanizaki… Por más que desciendas a los abismos del scroll infinito de Instagram.
Pero tranquilos, nuevos enviados han llegado al archipiélago con una misión: Reiniciar Japón… o al menos rebobinarlo un poco. ¿Cómo? Con instrumentos musicales tradicionales y actitud punk. ¿Contradictorio? Amarrense las geta y desempolven sus kimonos. El periodo Edo está a punto de regresar.
Los enviados en cuestión se hacen llamar Seppuku Pistols 切腹ピストルズ, una banda punk que aterriza en la escena underground de Tokyo al ritmo de laúdes shamisen y tambores taiko, combinando tradición y transgresión en cantidades similares. Es el enérgico e icónico punk de los Sex Pistols lo que inspira el registro del alocado mensaje retrógrado y reformista del que la banda hace gala. Una analogía imposible entre el punk y lo tradicional, que nos recuerda a otro maravilloso intento japonés del maridaje como es el de la banda Oki Ainu Dub Band.
La movilización que proponen los Seppuku Pistols presta especial atención al entorno rural y a los habitantes de este. Más allá de lo establecido, lo obvio y lo esperable, realizan verdaderas giras rurales, visitando pueblecitos sin importar lo pequeño que estos sean y alejándose a menudo de la movida joven y urbanita en los garitos de las ciudades.
En el campo, donde lo tradicional tiene mayor presencia, es también donde los exhaustos agricultores del arroz reclaman sus derechos y donde los tambores taiko de los Seppuku ponen banda sonora a la proclama de sus representantes. En los parques de las grandes ciudades de Japón, sus ritmos convocan a jóvenes que, llevados por la adrenalina y la contundencia del sonido que la banda extrae de estos instrumentos tradicionales, se apalizan en pogos surrealistas y frenéticos. El éxtasis es tal que hasta podemos ver a los integrantes de los Seppuku Pistols golpearse los unos a otros con toda la robustez propia de un taiko.






El mensaje es claro: recuperar la pureza de Japón, volver al pasado para reencontrarnos con esos valores intactos que un día configuraron el país y cultura. No se trata de un ejercicio de ultranacionalismo, aunque quizás podría tratarse de una parodia de este. En cualquier caso, Seppuku Pistols invita a todo el mundo a participar de su romántico cometido, extranjeros y autóctonos, mayores y jóvenes. Su leitmotiv consiste en revalorizar lo tradicional, recuperar la importancia de aquellos elementos puros que antes nos representaban, pero que ahora nos resultan rudimentarios y olvidamos su utilidad, culpa de la globalización y el infrenable proceso de desarrollo de una sociedad-mundo. El mensaje es universal, simplemente es que ellos lo enuncian desde Japón y su perspectiva particular.
La autoparodia y el humor son elementos fundamentales en sus composiciones. Temas como Hangendai Odori 反近代をどり (La danza anti modernización) o No Mishima No Future, son clara prueba de ello. Para los más despistados, esta última canción hace referencia a las ideas nacionalistas y románticas sobre Japón de Yukio Mishima, maestro de la literatura japonesa mundialmente reconocido, que en 1970 llevó a cabo un fallido e imposible intento de golpe de estado que culminaría con su propio suicidio ritual o seppuku.

Su sonido procede de música que podríamos escuchar perfectamente en matsuris y rituales tradicionales de todo tipo en Japón. Sin embargo son constantemente alterados, llevando cánticos y compases a velocidades extremas, creando una sensación frenética y alocada que nada tiene que enviar al hardcore punk. Una acusación común es la que sentencia que no se trata de una banda punk rock. En parte tienen razón, sin embargo lo rudimentario y contundente del sonido, que a menudo se apoya en el sonido de un distorsionadísimo shamisen eléctrico de fondo, y su actitud rebelde y antisistema sobre el escenario y fuera de este… ¡los hace mucho más punk que otras bandas! Seppuku Pistols puede con todo e incluso se atreven con covers muy particulares como es el caso del clásico ochentero To Drunk To Fuck de los Dead Kennedys o el I Wanna Be Your Dog de los Sex Pistols, transformado en un I Wanna Be Your Wolf.


Lo estético contrasta esta energía radical. Sandalias zori de cuero y paja en los pies, el cuerpo cubierto con kimonos, yukatas, happi o jimbeis. Un esfuerzo por mantenerse Edo y dejar de lado todas las reformas y la occidentalización que el posterior periodo Meiji trajo consigo. El kimono dejó paso al traje y eso es algo que en la opinión de Iida, líder de los Seppuku Pistols, también dejó atrás parte del espíritu japonés. Los Seppuku son aún más humildes y suelen vestirse con chaquetas noragi, típicas de los campesinos y granjeros del periodo Edo que ellos encarnan en sus performances. En ellas, además de las soflamas antimodernidad también representan escenas de cuentos tradicionales, como por ejemplo el clásico Momotaro 桃太郎, en las cuales los miembros de la banda improvisan los roles de unos y otros personajes.

La mistura resultante de esta combinación de humor, tradición y punk es efectiva y atrayente. Seppuku Pistols fue invitado a participar en el festival Punk Island de Nueva York, cosechando gran éxito también con un circuito de actuaciones paralelas por la ciudad. Punk y cultura tradicional japonesa. ¿Acaso a vosotros se os ocurre mejor cóctel para una noche de alcohol y fiesta?
En esta entrada hemos compartido algunos enlaces a vídeos de Youtube que conforman un documental completo muy recomendado sobre esta banda. Comprobaréis que la filosofía de este grupo no es mera apariencia y que sus miembros llevan vidas realmente humildes, alejados en cierta medida de las moderneces que nos rodean y preocupados por el pueblo llano y trabajador. Su líder Iida es realmente un pintor y activista político de los derechos de los agricultores y pescadores. De hecho, Nonaka, el flautista de fue, vive de lo que él mismo cultiva en su plantación de arroz y otro de los miembros principales, Suzuki, se dedica a la elaboración y venta de sandalias de paja conocidas como setta.

Recientemente han sido vistos haciendo de las suyas en el Ningen Restaurant (Restaurante Humano) que el colectivo artivista japonés Chim↑Pom ha abierto temporalmente como parte de un proyecto artístico efímero en Kabuki-cho en Shinjuku, Tokyo.
Ojalá pronto, en un futuro, vengan desde su pasado particular a liarla en España.
Página web oficial
Twitter de Seppuku Pistols
Tienda oficial
Documental en Youtube