Japón y los atletas hāfu: sobre la gloria y quién se apropia de ella

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Hace casi un año ya, en septiembre de 2018, Naomi Osaka participó en una rueda de prensa que tuvo lugar en Tokio. La tenista acababa de ganar ni más ni menos que el US Open en una final reñida pero polémica contra la legendaria Serena Williams. La nueva sensación en el mundo del tenis acaparaba todas las miradas del público y todo el mundo quería saber cómo se sentía: era la primera campeona japonesa de un Grand Slam. Ya entrada la rueda de prensa, un periodista japonés le pregunta:

—En un artículo se comenta que su actuación y sus éxitos evocan los atributos tradicionales de un japonés. ¿Qué opina sobre esos comentarios y qué opina usted en lo que respecta a su propia identidad?

Osaka se sorprende cuando le traducen la pregunta.

—¿En cuanto a tenis? —contesta ella en inglés.
—No solo en cuanto a tenis, sino más bien en general. Los japoneses que han vivido en Japón tienen un determinado contexto cultural, pero no es su caso, dada su trayectoria y sus orígenes. Al contar con un sistema de valores diferentes, me gustaría saber su opinión respecto a su identidad y…
—… ¿Eso es una pregunta?

Osaka no está ofendida por la intervención del periodista, pero sí que se la ve perpleja. Tras intercambiar un par de palabras con su intérprete, contesta:

—Antes que nada, arigatō gozaimasu. La verdad es que no pienso mucho en mi identidad. Para mí, soy quien soy y soy como me han criado. No sé, la gente me dice que me comporto de forma un tanto japonesa, así que supongo que tengo eso… Pero aparte… creo que mi tenis no es muy japonés…

Tras la intervención del intérprete en japonés, el periodista se aventura a hacer otra pregunta, pero le cortan en seco: “Ya es suficiente”.

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La tenista japonesa Naomi Osaka. Fotografía por © Chantal Anderson

La tenista está, ahora, en el segundo puesto del ránking mundial de la ATP. Pero también fue la primera jugadora asiática en llegar al número uno, que se dice pronto. Un logro histórico que aún no se ha visto en la categoría masculina, en la que Kei Nishikori (posiblemente el mejor tenista japonés de la historia) ha llegado al 4to puesto como récord personal. Osaka es ahora mismo la representante y la vanguardia de Japón en tenis a nivel mundial con apenas 21 años.

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Sin embargo, Osaka también cuenta con una peculiaridad que Nishikori no tiene: su doble nacionalidad japonesa-estadounidense. Porque sí, su madre es japonesa, pero su padre es de Haití. ¿Qué tiene que ver Haití con Estados Unidos? Normalmente no mucho, pero cuando tenía tres años su familia se mudó a Nueva York y fue allí donde comenzó su interés por el tenis. Es, también, la razón por la que habla inglés y chapurrea el japonés. Cuando cumpla 22 años, se espera que Osaka tome una decisión en cuanto a su doble nacionalidad: puede renunciar a la japonesa, a la estadounidense, o puede colarse en un vacío legal y mantener ambas. Eso sí, sea cual sea la decisión, seguro que dará mucho que hablar en ambos lados de la pista.

Debito Arudou, del periódico The Japan Times, dice que cuando alguien con “raíces japonesas” triunfa, desde Japón se les reclama como japoneses. Y acuña un término para ello: Nippon-claiming, o «atribuir sus hazañas a su identidad japonesa». Si no triunfan, el concepto es otro con un nombre parecido, pero un significado opuesto: Nippon-blaming. ¿Pero estamos realmente ante una cuestión tan bipolar, tan excesivamente superficial y sin escalas de gris?

Kuni Miyake, también de The Japan Times, dice lo siguiente sobre Osaka:

“[…] He aquí una característica de los japoneses. Puedo notar la diferencia. Modestia, educación, honestidad y humildad. Con estos atributos representa de verdad Osaka a Japón, aunque aún siga intentando hablar su idioma materno de forma fluida. El mundo del tenis está repleto de campeonas arrogantes, egoístas y estrictas, pero Osaka no es como ellas.”

Miyake también hace referencia a la necesidad de Japón de adoptar el sistema de doble ciudadanía, ya que se arriesga a perder a deportistas con el talento de Osaka si fuerza su elección entre un país u otro. Sorprende, por cierto, la distinción de Osaka del resto de tenistas profesionales por su “modestia, educación, honestidad y humildad”, rasgos que la autora afirma como característicos de los japoneses.

Pero, ¿es Osaka fruto de tantos debates porque es la excepción a la norma? ¿O existen otros deportistas destacados con doble nacionalidad o, al menos, padres con diferentes nacionalidades? Pues sí. Es más: varios atletas que suponen una revolución deportiva a nivel nacional tienen esto mismo en común.

  • Louis/Rui Hachimura, de madre japonesa y de padre beninés. Quizá el caso más popular junto a Osaka. Juega al baloncesto, tiene 21 años y es el primer jugador japonés en ser drafteado para jugar en la NBA (en el puesto número 9, además).
  • Abdul Hakim Sani Brown, de madre japonesa y de padre ghanés. Con tan solo 20 años, es el atleta que alberga actualmente el récord de los 100 metros lisos en Japón: 9.97 segundos.
  • Louis Okoye / Rui Okoe, de madre japonesa y de padre nigeriano. Tiene 21 años y juega en Japón como jardinero (una posición de béisbol) para los Tohoku Rakuten Golden Eagles de la Nippon Professional Baseball.
  • Airi Miyabe, de madre japonesa y de padre nigeriano. Tiene 20 años y entró a formar parte de la selección japonesa de voleibol con tan solo 16 tras ganar el campeonato nacional de institutos.

Todos estos deportistas son, o atletas que marcan tendencia en su deporte, o bien referentes para un público más joven. Y es que no son, ni mucho menos, los únicos atletas interraciales que hay en Japón, pero cada vez representan de forma más visible a una minoría que genera admiración y debate a partes iguales. Pero, ¿cómo han vivido eso de ser hāfu en Japón?

Rui Hachimura habló hace casi un año con Bleacher Report, un medio estadounidense, sobre su experiencia como jugador de baloncesto en un instituto japonés. Hachimura, que había llegado a ser campeón a nivel nacional con este instituto, decía: “Era duro ir a otras partes del país porque no sabían quién era. Me miraban como si fuera un p*to animal o algo así… Fue parte del motivo por el que quería venir a EE.UU.: aquí todo el mundo es diferente y supuse que me vendría bien un entorno así”. También añade: “Me gustó marcharme de Japón. La gente no sabe nada sobre mí aquí, me miran como si fuera una persona negra más. Me sentí de maravilla. Ahora soy un poco más famoso, pero la primera vez que vine aquí, fue algo que me encantó”.

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Rui Hachimura

Aun así, Rui Hachimura representa a la selección japonesa de baloncesto y se ha erigido como su imagen más popular. Hace apenas unos días ha firmado un contrato con Nissin, la compañía japonesa de fideos instantáneos que, junto a Uniqlo, son santo de devoción de cualquier universitario de clase trabajadora. Nissin patrocina tanto a tenistas como Kei Nishikori, Yosuke Watanuki o Naomi Osaka (a quien blanqueó en uno de sus anuncios, pero eso es harina de otro costal), como a eventos deportivos como las mismísimas Olimpiadas de Tokio de 2020.

Además, no todo son penurias para Hachimura con respecto a su país natal: aunque reconoce que ha sufrido comentarios racistas por su color de piel a lo largo de toda su vida, también está orgulloso de su doble identidad como japonés y beninés: Sabe que hay niños con una mitad africana y otra mitad japonesa que le ven y siguen sus hazañas en el mundo del deporte. Hachimura quiere erigirse como un referente para todos aquellos niños y niñas que, al igual que él, han sufrido y sufren racismo, discriminación y problemas de identidad en su día a día.

Por último, resulta apropiado citar aquí un tuit de la periodista Shoko Egawa de 2018, redactado durante los Juegos Olímpicos de Pieonchang. Este tuit es una crítica dirigida a los comentaristas japoneses durante su retransmisión de la final de patinaje artístico:

“Comentaristas, no digáis “¡Japón es maravilloso!”, sino “¡(Yuzuru) Hanyu es maravilloso! ¡(Shōma) Uno es maravilloso!”.