Cuando una catástrofe asola un lugar del mundo tendemos casi siempre a pensar primero en las personas que han fallecido al instante o a los pocos días. Es normal, es un pensamiento que entra en nuestra cabeza como un río desbordado y durante un momento nos inunda el cerebro. Luego, tal vez nos paremos a reflexionar sobre aquellos que han sobrevivido a la catástrofe: «¿Qué será de ellos? Bueno, al menos están vivos, eso ya es algo, ¿o no?».
Alguien que sobrevivió a uno de los peores episodios de nuestra historia fue un niño de Hiroshima de tan solo seis años que perdió a toda su familia, a excepción de su madre y de una hermana pequeña, cuando su propia casa se les vino encima aquella mañana del 6 de agosto de 1945. Hablo del mangaka Keiji Nakazawa, que años después reflejó su experiencia en varias obras. Pero sin duda, la que más fronteras ha traspasado, la que podemos encontrar en el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima es Hadashi no Gen, conocido en España como Pies descalzos.
Nakazawa usa su experiencia personal para hacernos llegar la historia de los que tuvieron suerte, de los supervivientes a la bomba atómica que lanzaron sobre Hiroshima y de cómo algunos lograron salir adelante a pesar de que tenían todas las de perder. Este manga es una lección de historia más valiosa que cualquiera que se pueda aprender en clase. La historia de Gen Nakaoka abre interrogantes que te llevan a buscar más información. Estas son algunas de las cosas que podemos aprender leyendo Pies descalzos.

Yakuza para los huérfanos y Philopon para los soldados
Una guerra no acaba cuando uno de los beligerantes se rinde. Sí, la lucha armada ha terminado, los soldados vuelven a sus países, parece que todo se restaura, pero sabemos que no es tan sencillo. Los periodos de posguerra pueden ser tan duros como los de la misma guerra. En el caso de Japón, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, las personas encontraron un país devastado por la pobreza y el hambre. El emperador, los altos cargos militares y los zaibatsu (monopolios controlados por cuatro familias) habían destrozado la vida de millones de sus propios compatriotas en un intento de demostrar su supuesta superioridad frente a otros pueblos de Asia Oriental. Niños que se quedaron sin padres y soldados que habían luchado por la causa imperialista fueron relegados a la más extrema miseria.
Nuestro protagonista es un niño que pierde a la mayor parte de su familia y que se va encontrando con más niños a los que la guerra ha dejado huérfanos. Entre ellos está Ryuta, que durante un tiempo se ve obligado a trabajar para la yakuza. Porque tras la bomba muchos de los huérfanos fueron captados por la mafia y las niñas eran vendidas para ejercer la prostitución. La falta de productos llevó a la creación de un mercado negro donde había productos alimenticios de todo tipo, pero a precios altísimos. Comprar unos pocos gramos de arroz era imposible para un niño sin ningún recurso, por no hablar de pagarle a un médico. De esta situación se aprovechaba la yakuza.

Otros que terminaron totalmente desprotegidos eran los soldados. Muchos, al regresar a sus ciudades lo habían perdido todo y acababan pidiendo dinero en la calle

Pero si hubo algo que acabó con ellos fue el Philopon. No es ningún caso excepcional que los soldados sean drogados para que ejecuten mejor su cometido. El Philopon era metanfetamina, se creó en 1941 para que los soldados japoneses luchasen sin miedo, para que los kamikazes llevaran a fin la orden que les habían dado. Es normal preguntarse cómo podrían esos hombres estrellarse de forma premeditada, uno de los factores era el Philopon. Esta droga también se les administraba a los trabajadores de las fábricas armamentísticas. Tenían que ser productivos, y el Philopon les quitaba el hambre y el sueño. El propio nombre dejaba claro su cometido: philo (amor) y ponos (trabajo) = amor por el trabajo.
Así podían mantener la maquinaria de la guerra en continuo funcionamiento. Al final de la guerra el Philopon les sobraba a espuertas, así que el gobierno lo vendió a un precio bajo. Los soldados y los trabajadores que lo habían estado consumiendo se habían vuelto adictos, y su venta libre y barata hizo que se llegase al millón y medio de consumidores, entre ellos también gente joven, como es el caso de uno de los amigos de Gen, que tras probarla se vuelve adicto porque le hace olvidar la situación tan miserable en la que se encuentra. Su prohibición llegó en 1951, pero esto no impidió que la yakuza tomase el relevo y la producción se vio aumentada.

Cobayas humanas
Gen no es el único de su familia que sobrevive a la bomba. Su madre, embarazada, también se libra, al menos durante un tiempo. Porque sobrevivir al impacto de la bomba no significaba haberse salvado, la radiación estaba presente y se manifestaba de diferentes maneras y en diferentes tiempos dependiendo del nivel de exposición. A estas personas se les llamó hibakusha, y sufrieron un gran estigma social (incluso sus descendientes) debido al desconocimiento de los efectos de la radiación.
En ese clima de posguerra que suponía pobreza para casi todo el mundo, la mayoría de las personas enfermas no podían permitirse un tratamiento médico adecuado por falta de dinero. Vemos como Gen lucha porque atiendan a su madre y a su hermana recién nacida. A pesar de la primera negativa de Gen, unos investigadores estadounidenses atienden a su madre, pero no con la intención de curarla.
Tras el lanzamiento de las bombas atómicas, en 1946, el presidente Truman ordenó la creación de la Comisión de víctimas de la bomba atómica (ABBC: Atomic Bomb Casualty Commission). El nombre que eligieron tal vez nos dé una idea equivocada, tal vez nos haga creer que era una comisión para ayudar desinteresadamente a las personas inocentes que habían sufrido las consecuencias de la bomba, pero era realmente una comisión con un objetivo puramente científico: investigar las consecuencias de la bomba atómica en el cuerpo humano y en el medio ambiente. Por lo que no trataban a los supervivientes, solo aceptaba casos de estudios especiales que pudiesen ayudarlos en su investigación, y el tratamiento que recibían era por un tiempo limitado. Era por esto que la gente no confiaba en ellos, y por eso Gen se muestra tan reacio a que traten a su madre, porque sabe que tienen otros intereses más allá de curar a las personas y que en cualquier momento pueden darle la patada.

El rojo: un color peligroso
En esta historia Gen se topa con adultos que lo decepcionan sin parar, no son pocas las ocasiones en que los niños demuestran más sentido común y compasión que los mayores. Pero hay un par de adultos que se salvan, entre ellos el maestro de Gen, un hombre combativo que se muestra en contra de la guerra y de la pésima gestión que hubo después de esta. Vemos que en cierto punto de la historia lo echan de su puesto por ser subversivo y se ve obligado a seguir dando clases en su propia casa a petición del propio Gen. El hecho de que despidiesen a un maestro no es ningún recurso de Nakazawa para hacer la historia más dramática, fue algo que ocurrió durante la ocupación estadounidense y que se denominó red purge (purga roja). No fue algo único de Japón que las personas de izquierdas se viesen perseguidas, estamos hablando del macartismo.
Cuando el general McArthur ocupó Japón en 1945 ya tenía el terreno allanado en su agenda contra los grupos de izquierda del país, que quería convertir en su base para acabar con el creciente comunismo en Asia Oriental. En el periodo Meiji un grupo de anarquistas había planeado matar al emperador, lo que posteriormente supuso un gran control de grupos políticos que estaban en contra del emperador y que resultaban una amenaza para el imperio japonés. Se creó entonces la policía secreta japonesa, Tokubetsu Kōtō Keisatsu, más conocida como la Tokkō. Estaba dividida en seis departamentos, entre ellos la policía del pensamiento. Básicamente iban a por los grupos de izquierdas, muchos de ellos profesores y universitarios, tanto socialistas, comunistas como anarquistas. Había informantes civiles por todas partes y te podían delatar si no tenías un poco de cuidado. En 1945 esta policía desapareció, podríamos pensar que el gobierno estadounidense les hizo un favor a los japoneses, pero la cosa no quedó ahí, porque el anticomunismo siguió muy presente durante los años de la ocupación.
Durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial un gran número de trabajadores del sector público y privado, así como sindicalistas, fueron despedidos por tener una ideología de izquierdas. Era el inicio de la Guerra Fría y los estadounidenses querían escarmentar a los ciudadanos subversivos para que otros no siguiesen su ejemplo. Por supuesto, esto también afecto al Partido Comunista, cuyo líder, Kyuichi Tokuda, incluso se vio obligado a exiliarse en China. Los parlamentarios comunistas fueron expulsados y los miembros despedidos de sus cargos públicos. El periódico comunista fue prohibido, al igual que otras publicaciones de la misma vertiente. Era inevitable que la red purge llegase a los medios, porque no podían permitir que los ciudadanos encontrasen otros puntos de vista ni se viesen animados a luchar por sus derechos. Otro sector que se vio también especialmente afectado fue el de la educación, muchos profesores perdieron su trabajo. Se estima que en total la red purge supuso el despido de 40 000 personas. Los encargados de ejecutar dichos despidos eran el gobierno japonés y los círculos de empresarios, pero la orden venía de las fuerzas de ocupación estadounidenses. En un periodo de posguerra perder el trabajo de esa forma llevó a la desesperación a muchas personas hasta el extremo de suicidarse. Y algunos de los que a día de hoy siguen viviendo han procedido a demandar al estado para obtener una recompensar y para recuperar su honor, aunque de momento con poco éxito.

Nakazawa nos da una lección de historia en toda regla, es crítico con el ejército de ocupación estadounidense, pero también con el emperador y con los responsables de llevar a la muerte y a la miseria a millones de personas. Es un alegato en contra de los poderosos que manejan el mundo y enfrentan a personas, y esta lección la vemos reflejada sobre todo en el padre de Gen, un hombre que está en contra de la guerra, que no se ha creído el cuento de que Japón vencerá ocurra lo que ocurra, de que son superiores a otras personas. Y expresa su opinión sin miedo, a pesar de que en la comunidad es visto como un traidor. Gen recoge esta enseñanza y jamás la olvida durante los años de posguerra. La imagen y las palabras de su padre son el motor que lo impulsa a seguir adelante y a luchar por las personas.
Decidirse a leer este manga es embarcarse en una historia triste pero real y con pequeños atisbos de esperanza. Es un viaje que te vapulea, te da la mano, y cuando te estás levantando vuelve a empujarte si cabe todavía más fuerte. Dicen que la historia la escriben los vencedores, pues esta historia la escribió alguien que no venció, alguien que perdió prácticamente todo. Es la historia de Gen Nakaoka, pero también es la historia de miles de niños que quedaron huérfanos. Es la historia de la peor cara del ser humano, pero también de la mejor. Es la historia de la desgracia, pero también de la esperanza.