La tercera edad en Japón. Espacios públicos como espejo de resiliencia y resistencia

En los últimos años no paramos de oír cómo las economías desarrolladas son cada vez más viejas. Falta gente joven, y los que hay tampoco parecen caernos muy bien. Hoy nos gustaría hablar de la gente mayor y para ello te proponemos un breve recorrido sobre multiplicidad con la que los ciudadanos japoneses de la tercera edad hacen frente de manera colectiva a su realidad social. Para ello, nos aproximaremos a este sector de la población a través de las personas sin hogar, de modo que podamos comprender mejor el papel que desempeña la tercera edad en base a su elevado grado de actividad sociopolítica en entornos urbanos contemporáneos.
Tokio fue su patio de recreo durante su juventud, y ahora se ha convertido en un entorno de confrontación y solitud. Una ciudad pionera en destinar avenidas al disfrute de las personas una vez a la semana y cuyo eco hace tiempo que dejó de resonar.

Fotografía de portada por © James Suarez, miembro de acchiKei.com.

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© James Suarez

¿Cómo? ¿Que por qué debería importarnos esto?

Después de 2011, Japón comenzó a intensificar notablemente sus esfuerzos para reivindicar su poder económico en el mercado global y mostrarse ante el mundo como un país más atractivo y «guay» (Choo, 2012, 83). El estallido de la burbuja en 1991 dio paso a una recesión económica con repercusiones que todavía permanecen vigentes en la actualidad: incremento en los niveles de desempleo, reestructuraciones corporativas, inestabilidad y precariedad laboral, etc. Esto, a su vez, facilitó un cambio estructural en el modelo de bienestar nipón: matrimonios tardíos, descenso de la de natalidad, un mayor número de suicidios [1] y de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza (Takanami, 2010: 11-16), e incluso un ascenso de la criminalidad en la tercera edad (Hu, 2016). Todo ello, inevitablemente, sustenta la materialización de patologías profundamente arraigadas en las sociedades posindustriales, tales como la soledad, el estrés o la depresión.

En 2018, 36 millones de japoneses tenían 65 años de edad o más. Es decir, el 28% de la población y el 13% de la fuerza de trabajo (Statistics Bureau of Japan, 2019). Consecuentemente, y en vista de la insuficiente mano de obra, el estado japonés muestra dificultades a la hora de proporcionar la cantidad y calidad de cuidados que sus mayores requieren. Asimismo, cabe tener presente el hecho de que muchos ancianos se enfrentan a una pobreza inminente y, esta línea, la Financial Services Agency sugirió en un informe de 2019 que la pareja media de jubilados japoneses deberá ahorrar hasta 20 millones de yenes antes de cumplir 70 años para compensar el déficit en el sistema público de pensiones (Sugiyama, 2019).

A todas luces, la tercera edad representa un grupo clave en el panorama sociopolítico y económico que se desarrolla a medida que el amparo del estado del bienestar japonés se debilita. En este proceso aparecen diferentes dinámicas en los espacios urbanos con las que se hace frente a las dificultades colectivas propias de su generación. Aunque en todas las fiestas hay ginebra, no todos la beben con tónica (el pecado puede estar en todas partes). Y es que, aunque las personas mayores se organizan de manera muy diversa en las calles, solo queremos llamar tu atención sobre cómo dichas actuaciones responden a una dinámica dual entre la resiliencia y la resistencia.

No hablamos de palabras para tatuarnos, sino de la obediencia y desobediencia civil entendidas como una dicotomía que actúa conjunta y sistemáticamente a modo de altavoz y punta de lanza para la tercera edad. Si tenemos que lidiar con un problema, podremos enfadarnos, contenernos, pelear, etc. Como imaginar esto a gran escala y en un contexto sociocultural japonés es algo complicado, sigue leyendo para que no tengas que imaginarte nada.

Resiliencia

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El estallido de la burbuja a principios de los años noventa trajo consigo un aumento repentino en el número de personas que perdían su hogar. Tras haberse asentado como una superpotencia económica, las autoridades japonesas se mostraron pasivas ante la situación y reaccionaron con lentitud y negligencia. Precisamente esto fue, en gran parte, determinante a la hora de configurar el fuerte estigma que todavía hoy rodea a las personas sin hogar, sumado a las fuertes concepciones culturales en torno al trabajo que predominaban en el Japón de la burbuja. El gobierno únicamente intervino tras recibir presiones desde múltiples frentes y organizaciones sociales (McKirdy, 2019), momento en el que se decidió legislar para garantizar a las personas sin hogar ayuda en la búsqueda de empleo y vivienda, además de permitir su acceso al sistema sanitario.

Estas medidas consiguieron aliviar levemente la situació, pero la problemática no ha desaparecido. De hecho, Advocacy and Research Centre for Homelessness (ARCH) asegura que el número de personas en los 23 distritos de la ciudad de Tokio que vive en la calle ascendía a 2060 en el año 2019; una cifra 2,8 veces mayor a la que muestran los datos facilitados por el Gobierno Metropolitano (Endo, 2020).[2]

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© nhk.or.jp

El prototipo de persona sin un hogar fijo a menudo ha estado vinculado con aquellas que se ven afectadas por la economía. Sin embargo, el prototipo real se acerca mucho más a personas en especial situación de vulnerabilidad como pueden ser discapacitados y personas con patologías mentales, aunque también a la tercera edad. En un informe publicado en 2017 por el Ministerio de Salud, Empleo y Bienestar se mostraba que un 42,8% de las personas sin hogar en Japón tenían más de 65 años, situando la edad media en 61,5 años (Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, 2017).

Es posible que esta problemática sea perceptiblemente menos acusada en Japón que en otras economías desarrolladas. Se ha sugerido que, en parte, esto podría estar relacionado con un sentimiento de vergüenza: muchas personas sin hogar se sienten avergonzadas y desean guardar las apariencias e intentan mezclarse con la multitud (cuando su economía lo permite) y apartándose discretamente en parques, autopistas, puentes, etc.

Por increíble que parezca la mendicidad está prohibida por ley en Japón, si bien su baja incidencia reside en los sentimientos de los que hablamos. Inaba Tsuyoshi[3] afirma que, tras haber trabajado durante varias décadas, muchas personas sin hogar tienen problemas para verse a sí mismos lejos de la imagen de trabajador. La imposibilidad de continuar aportando a la sociedad facilita favorece que la mendicidad sea percibida como un acto que genera vergüenza en las víctimas y rechazo por parte del grueso de la población. Ya sabes, esas personas que entienden la indigencia como una elección personal (como elegir Pepsi en lugar de Coca-Cola). Incluso si piden dinero, continúa Tsuyoshi, es poco probable que haya demasiada gente que decida colaborar (McKirdy, 2019).

Solicitar alguna de las ayudas sociales disponibles también está conceptualizado negativamente tanto entre los solicitantes potenciales como entre la opinión pública. De hecho, no solo es su existencia ampliamente desconocida por sus posibles beneficiarios, sino que se han registrado casos en los que se confunde a los solicitantes para persuadirlos y evitar que efectúen la solicitud.

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Activistas de edad avanzada apoyando a los protestantes de Hong Kong frente al centro comercial Odakyu en Shinjuku. Octubre de 2019 (© Guillermo T).

Asimismo, las ayudas solo están disponibles para aquellos que puedan demostrar con suficiencia que ninguno de sus parientes puede prestarles respaldo económico, de modo que aquellos con dificultades para costearse su propia vivienda prefieren no exponerse y evitar sentimientos de pudor o causar molestias a sus familias. Es un hecho que la pérdida de contacto con sus familiares es un rasgo característico entre las personas sin hogar, pero es algo todavía más acusado entre la tercera edad. La soledad y el aislamiento se entienden, así, como problemas generacionales además de económicos.

Muchas personas de edad avanzada (pero con buena salud) comenzaron a prestar servicios comunitarios en sus lugares de residencia y barrio. Acciones como el reparto de alimentos o la participación en patrullas nocturnas han ayudado a la hora de gestar un sentimiento de responsabilidad social y colectividad. De esta forma se establecen redes sociales a partir de problemas eminentemente generacionales que son enfrentados desde la colectividad y alejados de la acción individual(ista).

Resistencia

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© James Suarez

Las acciones (o inacciones) de muchas de las personas mayores con frecuencia nacen de la ansiedad y temor por acabar viviendo en la calle. Por ejemplo, los índices de criminalidad nos permiten saber que la proporción de crímenes cometidos por personas mayores de 65 años han aumentado de forma consistente durante los últimos 20 años (BBC, 2019). La razón más evidente está relacionada con el riesgo de pobreza en este sector de la población y el creciente distanciamiento entre ricos y pobres (REF GINI).

Al igual que en España, en Japón es muy poco común que nietos y abuelos convivan bajo un mismo techo. Esto también puede entenderse como un marcador de relevancia para el tema que nos ocupa. La transición del sistema multigeneracional, en el cual los hijos cuidaban de sus padres, hacia uno más nuclear (por tanto, «privado») tuvo un especial impacto entre las personas mayores residentes en áreas rurales. La ausencia de oportunidades en las menos pobladas fomentó el éxodo hacia ciudades más grandes entre los jóvenes, abandonando sus hogares y eliminando de la ecuación la figura del cuidador intrafamiliar e intergeneracional. Dicho esto, el envejecimiento de la población ha conseguido que este cambio tenga a día de hoy mayor peso en entornos urbanos.

La pobreza económica y social ayudan a que las personas de edad avanzada se puedan configurar como un agente de resistencia de carácter colectivista. Quebrantar la ley representa la punta del iceberg del problema, haciendo las veces de advertencia para la incipiente cantidad de ciudadanos que se aproximan a esta franja de edad. Aunque quizá pueda resultar obvio, Michael Newman sugiere que resultaría mucho más ventajoso cuidar de los ancianos directamente y evitar gastos derivados de juicios y encarcelaciones (BBC,2019). Sin embargo, las políticas del gobierno no parecen tener pretensiones que vayan mucho más allá del encubrimiento, dejando entrever que su escasa acción tiene su razón de ser en el miedo a que la imagen pública de la ciudad se vea perjudicada y, por consiguiente, la de sus gobernantes.

Evocando las hordas de señores ataviados con traje y corbata que pueden avistarse en una calurosa mañana de julio cualquiera, parece razonable argumentar que la visión cultural que rodea la actividad laboral en Japón es uno de los factores que toman parte en la conformación de los cimientos de las interacciones de la tercera edad con sus vecindarios y barrios a la hora de afrontar sus casuísticas. En este contexto, aproximarse al grado de implicación y participación política en personas de edad avanzada comprende un enfoque productivo para acceder a la sociedad nipona en términos más globales.

En retrospectiva, y al igual que sucedió en otros países, la generación del baby boom (nacida a finales de los años 40) lideró los movimientos estudiantiles de los años 60 y diversas revueltas sociales[4]. Estas personas, pertenecientes a la conocida como generación Dankai, son a día de hoy miembros de la tercera edad. Las necesidades de esta generación, probablemente la más combativa y políticamente activa desde la IIGM, han cambiado drásticamente de la mano del estancamiento de la economía y la transición demográfica; si bien su substrato ideológico permanece hasta cierto punto uniforme[5].

A menudo protagonizan acciones políticas para presionar al gobierno y que se destinen más recursos económicos y sociales al bienestar de los jubilados. Por otra parte, Yasuo Takao explica que la población japonesa envejece a mayor velocidad en áreas urbanas frente a las zonas rurales, justo al contrario de lo que sucedía hace unas décadas. Esto radica en el éxodo rural del que hablábamos previamente y que tuvo lugar en los años 60 y principios de los 70. Para responder a esto, la política actual de subsidios que ha estado aplicando el gobierno japonés se concentra en zonas urbanas, ajustándose a la creciente demanda de servicios de atención social en las ciudades, aunque sus costes hayan venido incrementándose en las áreas más pobladas y con mayor densidad de población (862-63).

Ahora que llevamos un rato hablando sobre el tema, permíteme poner sobre la mesa la existencia de una transición en las dinámicas de movilización sociopolítica y de convivencia social de un modelo basado en el parentesco y la acción vecinal (chien-ketsuen) hacia el llamado voluntarismo inclusivo (2007). Son muchas las organizaciones que ayudan a definir la línea que siguen estos procesos de acción grupal. Siguiendo nuevamente a Yasuo, podemos mencionar la Nihon Kōreisha Seikatsu Kyōdō Kumiai Rengōkai (Japan Older Persons’ Co-operative Union), que facilita a los ciudadanos de edad avanzada la participación social desde una perspectiva eminentemente inclusiva; la Nihon Sekando Raifu Kyokai (Japan Association of Second-Life Service o JASS Club), una organización que proporciona asistencia a los trabajadores que se retiran/jubilan de una compañía por medio de una red de contactos corporativa; o la Yokusuru Josei no Kai (Women’s Association for Better Aging Society), que ha contribuido ampliamente a desarrollar políticas públicas para la tercera edad desde una perspectiva centrada en la mujer.

Por su parte, en el ámbito electoral, se estima que la tercera edad representará el 33% de los electores para 2025 y el 40% para 2050 a raíz del envejecimiento de la población. Consecuentemente, su capacidad para ejercer presiones políticas y sociales crecerá a medida que la población envejezca (Yasuo, 2009, 855) y su rol en el mapa político nacional será más contundente. Además, si comparamos con generaciones anteriores, las áreas urbanas cuentan con un mayor número proporcional de votantes de la tercera edad propiciado por la buena salud física y mental de la que gozan hoy día las personas mayores. Su buena salud no solo los capacita para ser sujetos enérgicamente políticos, sino que, también, muchos jubilados aplican sus habilidades y conocimientos profesionales para participar en programas de reciclado, control de la polución y otros servicios sociales que tienen como fin último dar asistencia a personas mayores dependientes (2009, 865).

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Guerrillas populares en la plaza subterránea de la salida oeste de la estación de Shinjuku (1969). © throwoutyourbooks.wordpress.org

En términos generacionales, la juventud ha sido entendida comúnmente como un agente de cambio dentro de la sociedad. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto, puesto que muchos movimientos socioculturales y revolucionarios han sido predominantemente intergeneracionales[6] (incluyendo a la tercera edad). Por consiguiente, la creencia popular generalizada de que la tercera edad es inherentemente conservadora no parece ser acertada. De hecho, la generación Dankai se sitúa, por norma general, a la izquierda del espectro político con posiciones relativamente moderadas, a menudo afincadas en el socialismo y de carácter anti-PLD. Todo ello a pesar de haber sufrido un proceso de moderación ideológica repentino tras la llegada de la burbuja económica y el paso a la inactividad política de muchos aquellos que un día fueron jóvenes reivindicativos.[7]

Se ha argumentado que la juventud japonesa es políticamente pasiva y abiertamente ignorante de cara a las problemáticas que les afectarán una vez sean miembros activos de la sociedad adulta (Kotani, 2012). No obstante, y admitiendo esto como parcialmente cierto[8], el caso de la tercera edad es considerablemente distinto, quienes deciden hacer uso de los espacios exteriores de manera directa para movilizarse y ejercer sus reivindicaciones mientras que, en sus coetáneos más jóvenes, predominan otros medios. Estos últimos son susceptibles de canalizar su delicada situación, a caballo entre la soledad y la precariedad, a través de manifestaciones subculturales de sus identidades colectivas.

Durante unas décadas, diversas autoridades locales han implementado políticas de incentivación para conseguir que la participación Dankai favorezca el desarrollo comunitario. Sin embargo, es poco probable que los grupos activos socialmente busquen medidas que saneen su situación a expensas de la juventud (Yasuo, 2009: 870). En otras palabras, la generación Dankai parece mostrar un elevado grado de compromiso intergeneracional extendido, teniendo muy presentes a sus jóvenes.

Por otro lado, puede apreciarse cómo una buena parte de los trabajadores de la generación Dankai muestra distanciamiento del corporativismo cuando llega el momento de su jubilación y prefieren trabajar en el desarrollo de redes ciudadanas no corporativistas que estén centradas en la inclusividad y que intenten ir más allá de los vínculos inmediatos de cada barrio (868-9). O lo que es lo mismo, unirse a asociaciones y grupos para la tercera edad como los mencionados con anterioridad es una tendencia descendiente, posiblemente, debido a que sean percibidas como un conjunto de obligaciones en lugar de acciones voluntarias (ocasionales o no) para el apoyo mutuo.

Este compromiso intergeneracional está relacionado con el uso y concepción de los espacios públicos. En Tokio existe una cantidad irrisoria de espacios verdaderamente públicos que, además, han dejado de constituir entornos dedicados al diálogo, el intercambio de ideas y la cohesión social. Hemos visto cómo las personas mayores se ven forzadas a abandonar sus espacios (interiores o exteriores), pero el hecho es que pocas áreas al aire libre permanecen disponibles, no ya solo para protestar o reivindicar, sino simplemente para expresarse colectivamente en el sentido más amplio. A grandes rasgos, han pasado a ser meros puntos de conexión entre dos lugares, un lugar de espera o para el consumo de tabaco. Las manifestaciones tokiotas son mucho más descafeinadas que las que tienen lugar en otras grandes capitales desde que sus activistas más jóvenes fueran aplastados por el gobierno antes del estallido de la burbuja [9]; solo en contadas ocasiones la ciudad es testigo de manifestaciones a relativa gran escala en sus calles.

Un ejemplo notable lo constituyen las llamadas guerrillas populares que aparecieron casi espontáneamente en 1969 y que ocupaban semanalmente la plaza de la salida oeste de la estación de Shinjuku para llevar a cabo protestas y otro tipo de acciones más performativas. La música daba paso a manifestaciones y movilizaciones que dominaron el área de Shinjuku (Andrews, 2014). Sin embargo, las autoridades reaccionaron rápidamente y prohibieron a la detención y congregación en la zona, redefiniéndola como una pasarela en lugar de una plaza. William Andrews afirma que resulta inimaginable (e imposible) congregar a tanta gente en la plaza como en los años 70.

Igualmente, la comunidad de personas sin hogar fue expulsada a la fuerza y las autoridades locales comenzaron a dominar el espacio público y moldearlo a fin de contener disidentes ideológicos y otro tipo de contingencias que empañaran el desarrollo de la imagen de orden y corrección que Tokio comenzaba a esgrimir. Esta tendencia se expandió con mayores restricciones como las que describíamos al principio del artículo durante los últimos años, donde las Olimpiadas han servido como un importante pretexto para mantener la ciudad «inalterada», tranquila y fluida.

En general, las acciones actuales protagonizadas en su mayoría por adultos y mayores, son a menudo itinerantes: se visitan los aledaños de las estaciones y colocan altavoces con los que transmitir su mensaje apoyado con pancartas gigantes y puntos de información. Actualmente, las manifestaciones suelen organizarse una vez a la semana frente a los grandes almacenes Odakyu (en el área oeste de la estación de Shinjuku), sin ningún tipo de reglas específicas (standing demo). Básicamente, los manifestantes simplemente pronuncian discursos que repiten varias veces a lo largo de, como mucho, un par de horas.

El arquitecto Ota Hiroshi y la profesora de urbanismo Ito Kaori afirman que la idea de espacio en Japón se ha centrado eminentemente en la propiedad privada y se ha colocado el foco en la actividad comercial en tan solo un par de décadas; acabando con prácticamente cualquier espacio dedicado a la reunión o, simplemente, a sentarse con tranquilidad. El derecho al descanso al aire libre se deniega constantemente. Tanto, de hecho, que en muchos de estos espacios abiertos o aceras anchas se han instalado emisores de sonidos de alta frecuencia que provocan malestar en los viandantes, incluso mareos, con el objetivo de evitar aglomeraciones.  

Dadas las circunstancias, la tercera edad enfrenta importantes dificultades para sobrevivir en espacios interiores y exteriores por igual. Aquellos que no cuentan con respaldo familiar suficiente se ven obligados a gestionar sus presupuestos de forma extrema, dando pie a casos como los que hemos descrito brevemente y mediante los que se introducen en dinámicas de desobediencia (crimen, vivir en la calle) o, por otro lado, a intentar mezclarse en la sociedad (trabajo comunitario, empleos a tiempo parcial, etc.[10]) dentro de la precariedad. Lanzarse a las calles de manera ocasional para reivindicar sus derechos es todo lo que muchos pueden permitirse.

Estos mismos ancianos disfrutaron un Tokio muy distinto en su juventud. Una ciudad pionera en cerrar las avenidas principales al tráfico los domingos (Michael, 2019) y en convertirse en un lugar rebosante con cabida para la música, el baile, reivindicaciones, fiestas al aire libre y otros tantos métodos de expresión. Hoy en día, los cortes de tráfico se establecen en un número limitado de avenidas y con el único bjetivo de fomentar el consumo en grandes cadenas comerciales. El parque de Yoyogi es posiblemente el último reducto representativo de esta libertad. Resulta casi obvio que haga las veces de «patio de recreo» para muchos ancianos, que van allí para matar el tiempo o, en el peor de los casos, a vivir allí.

En definitiva

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© James Suarez

Los miembros más vulnerables (o aquellos apunto de serlo) conforman un precariado con rasgos específicos a la tercera edad. Unos resisten por medio de la protesta y la participación activa en el desarrollo de sus comunidades para escapar de la soledad de sus hogares y lidiar con su escasez económica. Otros, sin embargo, se ven obligados a cometer pequeños crímenes que les permiten ahorrar dinero desde prisión. Cuando este no es el caso, se resignan a vivir en las calles mientras resisten día a día para sobrepasar las dificultades propias de una cotidianidad tan dura.

Los autores mentados en este artículo nos sugieren que todavía está por ver cómo estos procesos organizativos se sistematizan con mayor intensidad, pero el hecho de que muchos de ellos continúan formando parte del tejido laboral después de su edad de jubilación es un escollo en el camino. Asimismo, las políticas clientelistas juegan un papel de importancia a la hora de frenar el tratamiento de los intereses específicos de su generación dentro de los procesos políticos reglados (2009, 871). Indiscutiblemente un, y aun con todo, la relevancia de su activismo en los espacios públicos de participación política además de en el mercado privado resulta innegable (868).

Han sido clave las labores de voluntariado que ayudan a generar bienestar social como el apoyo a la educación escolar para la actuación durante desastres naturales, el desarrollo de distintos proyectos de reciclaje, etc., que favorecen que los ciudadanos mayores sean entendidos como piezas fundamentales de cara a la tranquilidad y buena praxis de toda una comunidad urbana[11]. De hecho, la participación y el interés de los ancianos (así como de los jóvenes) en las ONG y las organizaciones sin ánimo de lucro también está creciendo de manera constante. Las diferentes asociaciones de Dankai se esfuerzan por incluir a sus propios candidatos en las asambleas locales, contando además con el beneplácito de las autoridades locales ante este tipo de activismo cívico.

La tercera edad se encuentra sumergida en una lucha glocalizada, con unos problemas que no son individuales, si bien a menudo se abordan desde la localidad motivados por la necesidad de un sentimiento de pertenencia y unas metas claras. Son apartadas a un lado y abandonadas en términos institucionales dados los escasos esfuerzos gubernamentales por paliar la situación, por lo que buscan mantener un sentimiento de productividad dentro de su sociedad, ya sea trabajando, mediante el voluntariado o luchando activamente en las calles.

Han demostrado un deseo creciente por tomar parte en actividades voluntarias organizadas crear de grupos de apoyo político con los que desarrollar un estilo de vida participativo dentro de la gobernanza local. La intensificación de su actividad puede resultar clave a la hora de modificar significativamente las relaciones entre el estado y los ancianos, los jóvenes y los ancianos, y entre los contribuyentes y los pensionistas. Y, en ello, entre los ancianos y cómo el espacio puede ser un vehículo para la resistencia y la resiliencia.

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REFERENCIAS

Andrews, W. (October 2nd, 2014). Throw Out Your Books. 1969 Shinjuku Nishiguchi Chika Hiroba: Shinjuku Station West Exit Underground Plaza and the Anti-War “Folk Guerrillas”. Obtenido de: https://throwoutyourbooks.wordpress.com/2014/10/02/1969-shinjuku-nishiguchi-hiroba-shinjuku-station-west-exit-plaza-folk-guerrillas/.

BBC. (January 31st, 2019). Why some Japanese pensioners want to go to jail. BBC.

Choo, K. (2012). Nationalizing ‘Cool’: Japan’s global promotion of the content industry. Popular culture and the state in East and Southeast Asia, 83-103. 

Claire N., Angela S. (2015). Twenty-first Century Feminism: Forming and Performing Femininity. AIAA.

Endo, H. (February 2nd, 2020). Tokyo group’s night survey finds nearly 2.8 times more homeless than gov’t day figures. The Mainichi.

Harris, A. (2007). Next Wave Cultures: Feminism, Subcultures, Activism. Routledge.

Institute for Health Metrics and Evaluation. Health Data.

Kageyama, Y. (January 26th, 2020). In the shadow of the games: Tokyo’s homeless fear removal ahead of Olympics. The Japan Times.

Kotani, S. (2012). Why are Japanese youth today so passive? In: G. M., & B. W., Japan’s changing generations: are young people creating a new society? (31-46). Routledge.

Michael, C. (June 12th, 2019). Can ‘guerrilla picnics’ end Tokyo’s 50-year war on public space? The Guardian. Retrieved from:

Miyazawa, K. (1990, December). Crime and Victimisation of the Elderly in Japan’. In: International Trends in Crime: East Meets West, Proceedings of a Conference held (pp. 107-11).

McKirdy, A. (March 2nd, 2019). ‘No one wants to be homeless’: A glimpse at life on the streets of Tokyo. The Japan Times. Retrieved from:

Ministry of Health, Labour and Welfare. (2017). Hōmuresu no jittai ni kansuru zenkoku chōsa no chōsa kekka (National Survey on the Actual Situation of Homless People).

NHK (April 2nd, 2019). Tōkyō “hōmuresu” (1) Tōkyō 2020 no kage de akiraka ni naru jittai (Tokyo “homeless (1) The situation behind the shadow of Tokyo 2020). NHK Heart-net.

Takanami, K. (2010). Rising Income Inequality and Poverty in Japan. PhD thesis, San Diego State University.

Sugimoto, Y. (2014). An introduction to Japanese society. Cambridge University Press.

Sugiyama, S. (June 23rd, 2019). Report on Japan pension shortfall spurs anxiety — and a closer look at the system. The Japan Times.

Statistics Bureau of Japan (2019). Statistical Handbook of Japan 2019.

The Japan Times (September 15th, 2019). Elderly citizens accounted for record 28.4% of Japan’s population in 2018, data show. The Japan Times.

Yasuo, T. (2009). “Aging and Political Participation in Japan: The Dankai Generation in a Political Swing.” Asian Survey, vol. 49, no. 5, 2009, pp. 852–872. 

Yasuo T. (2007) “The Rise of Voluntary Associations: Exclusive Chien-Ketsuen to Inclusive Voluntarism”. In: Reinventing Japan. Palgrave Macmillan, New York.      


[1] No solo esto, sino que además participan como guías turísticos voluntarios, en las oficinas de los ayuntamientos y como profesores de japonés para extranjeros.

[2] El mayor empleador de personas mayores lo conforman los sectores de ventas al por mayor con 1,27 millones de trabajadores mayores de 65 años, seguidos de la agricultura y silvicultura con 1,07 millones (The Japan Times, 2019).

[3] Hay un razonable número de grupos que son o han sido políticamente activos como fue el caso de SEALDs, así como ciberactivismo fácilmente localizable en las RRSS.

[4] Como sucedió en los incidentes de Narita de 1996, donde estudiantes de izquierda radical se agruparon con los agricultores para protagonizar protestas violentas.

[5] Un buen ejemplo es esta campaña que llamaba a la participación electoral de la juventud: www.youtube.com/watch?v=GLbc9in9zeY&feature=emb_title

[6] Ejemplos de movilizaciones que mostraban malestar ante las Abenomics o la política nuclear del país: https://www.youtube.com/watch?v=xlvfkRZUfiE; https://www.youtube.com/watch?v=D7iZ2yTrasQ o https://www.youtube.com/watch?v=Uexgce-WaaA   

[7] Para ampliar sobre este tema, ver: Shimbori, M. (1964). Zengakuren: a Japanese case study of a student political movement. Sociology of Education, 229-253.

[8] Co-fundados de la ONL Moyai y activista por los derechos de las personas sin hogar.

[9] Esta diferencia en las estadísticas parece tener que ver con la existencia de diferentes métodos de conteo. En los del gobierno metropolitano solamente realizan conteos diurnos.

[10] Mayor causa de muerte entre personas entre 20 y 30 años de edad (Institute for Health Metrics and Evaluation).

Japón y la tercera edad. Del respeto al enfado y vuelta a empezar

¿De dónde viene eso del respeto a los ancianos en Asia?

Si conectamos dos ideas como pueden ser Japón y tercera edad, el tercer elemento que se produce en nuestra mente, si pensamos en una posible relación entre ambos, es la idea de respeto. Dicha idea, que puede venirse a nuestra mente de manera casi instantánea realizando el ejercicio anterior, tiene su origen en una visión estereotípica, incluso podríamos decir orientalista, por la cual se atribuye a la sociedad japonesa un respeto incondicional por la generación más anciana del país. Definitivamente, existe el estereotipo de veneración a los ancianos en Oriente que, a través de una visión generalista que hace Occidente, podría relacionarse con los ideales confucianos procedentes de China y que continúan presentes en Asia oriental. Las enseñanzas confucianas vendrían a reivindicar un orden socio-ético-político concreto que estimaban adecuado para el refinamiento de las personas, a las cuales consideraban como seres sociales en potencia. Las Analectas, compiladas por los discípulos de Confucio, dignificaban la virtud como la validez para gobernar y ser gobernado, que se desprendía de la calidad moral de cada individuo, siendo respaldado por una sociedad que funcionase conjuntamente de acuerdo con valores sociales correctos y modélicos.

Dentro de los estudios confucianos es el concepto de ren, el que funciona como valor primordial que sustenta el respeto hacia los ancianos en el corpus doctrinal. Anteriormente, dicho concepto tenía un significado más llano y se asociaba con ideas como la amabilidad o la generosidad. “Ren consiste en amar a los otros” (Analectas, 12:22) es la síntesis que hizo Confucio en sus Analectas sobre el sentido de ren. Este amor al prójimo, que definía Confucio, había de ser también xiao o “filial”, lo que otorgaba principal importancia al respeto por los padres y los mayores (Analectas 1:2). En estas «enseñanzas» se resaltaban los valores del amor natural de los hijos por las personas de mayor edad, quienes les criaban y amparaban. Además, se insiste en que dichos valores tenían que provenir de uno mismo, configurándose el individuo como ser virtuoso y recto dentro la sociedad. Actuar de dicha forma era la única manera de convertirse en junzi o persona elevada, que en términos morales era aquel que «cultiva en sí mismo los valores de ren». De esta forma el confucianismo estaba otorgando a la tercera edad un respeto legítimo y una importancia vital dentro del perfeccionamiento de la sociedad humana. Así que esta doctrina moral-religiosa confuciana entendía que una de las bases para el correcto funcionamiento de la sociedad era el respeto hacia los ancianos y que, por tanto, una sociedad donde los ancianos no recibiesen el trato y la relevancia adecuados no sería virtuosa ni exitosa. Es obvio que estos valores, procedentes de las doctrinas confucianas, también se encuentran en Japón ya que viajaron desde China a través de Corea. El confucianismo en Japón, a pesar de no ser una religión consagrada ni reconocidamente practicada, sí que baña gran parte de su corpus ético y moral e incluso a día de hoy pueden encontrarse templos consagrados a la imagen de Confucio, como por ejemplo es el caso de Yushima Seidō 湯島聖堂 erigido durante el periodo Edo 江戸 (1603-1868) en el distrito de Bunkyō 文京, en Tokio. Por resumir, todas esta influencia que tuvo el confucionanismo en Japón fue la responsables de configurar esta estima y respeto por los ancianos que, tradicionalmente, se ha asociado al país y qué algunas veces es más un estereotipo recurrente que hace Occidente de Japón que una realidad.

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© Lee Chapman

Por otro lado, esta visión estereotípica del respeto por los ancianos en Asia, también puede venir del culto por la longevidad, en japonés nagaiki 長生きque filosofías como el taoísmo han llevado a cabo dentro de su interpretación del Dao道 como verdadera «vía para la vida». El filósofo chino Lao Tsé (S. VI a.c.) en el Dào Dé Jīng promulgó que, a través de la práctica del wuwei o la “no-acción”, podía conseguirse el potenciar la longevidad. Para disfrutar de una vida larga y rica se había de actuar en contra del sentido común, ya que este se obcecaba en perseguir objetivos y era germen de conflictos. La “no-acción” es una actitud dócil y, por tanto, la base de la serenidad que permite al ser humano vivir de manera relajada y plena durante muchos años. Este culto por longevidad tiene como respuesta en la sociedad china el respeto hacia las personas ancianas por considerarse que han sabido llevar una vida apacible y fructífera, de acuerdo con la doctrina del Dao, para poder alcanzar esas edades. Si bien la filosofía taoísta no se relaciona directamente con la cultura y sociedad japonesa, el neoconfucianismo, que llegaría a Japón en el siglo XVII, sí que había incorporado en China estas visiones del taoísmo y, por tanto, participan también de esta visión orientalista y estereotípica por parte de Occidente.

Por último, aunque resulte lo menos directamente conectado con las tradiciones japonesas, esta visión estereotípica de respeto por los ancianos en Asia oriental tiene gran parte de razón de ser debido al culto a los antepasados que se realiza de manera tradicional en la religión popular china desde la dinastía de los Shang (XIV-XI a.C.). En China los antepasados, denominados zu o zuxian consiguen dicha categoría a través de procesos rituales y funerarios concretos. Esta práctica por la cual se consigue el perdón del difunto para que este suba al Cielo es considerada una de las formas más básicas y primerizas de actos religiosos en China. Normalmente el rito se realiza para con miembros de la familia, que hayan sido conocidos personalmente y se les dispone un altar donde se colocan todo tipo de ofrendas, como arroz, fruta o incienso. Resulta curiosa la similitud entre dioses y ancestros/antepasados a la hora de la práctica de dichos rituales. Ambos son venerados de formas prácticamente similares con la diferencia de que la adoración a los dioses es realizada por comunidades y la de los antepasados por familias particulares. Los Sheng, quienes comenzaron a oficializar este tipo de rituales de culto a los antepasados, consideraban que la muerte natural era la deseada tras muchos años de vida, lo que conecta directamente con la filosofía taoísta. Esta muerte natural era reconocida como algo positivo y admirable por estar en concordancia con el orden social y natural, luego el alma del difunto merecía ser guiada hacia el Cielo a través de la práctica ritual. De esta forma vemos de nuevo un reflejo en el respeto y reivindicación de los ancianos en este culto ritual a los antepasados. En el caso más concreto de Japón, en períodos anteriores a los años 60, era habitual que en las zonas rurales se considerase a los ancianos con mucha descendencia como ancestros honorables incluso antes de su muerte.

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Sin embargo, estando ya definidas algunas de las posibles raíces de este culto por el respeto a los ancianos en Asia oriental, habría que preguntarse si Japón también tiene algún reflejo directo, algún rasgo tangible de dicho respeto por la tercera edad.

Podemos encontrar en el que está considerado como el libro más antiguo, que narra la historia del origen de Japón, un ejemplo de esto. En estas Crónicas de antiguos de hechos de Japón o Kojiki 古事記, editado por O no Yasumaro por encargo de la corte imperial de Yamato (250 -710 d. C.), existen tres divisiones por eras, siendo la primera de ellas la correspondiente a la propia de los dioses. Dicha era que narra desde la creación de las islas japonesas por parte de los dioses Izanagi 伊弉諾e Izanami 伊弉冉尊, contiene también el mito relativo a la diosa central del sintoísmo: Amaterasu, la diosa del sol. Es junto a ella que reaparece una de las deidades creadoras denominada ya al inicio del capítulo primero como Taka-mi-musubi no kami 高御産巣日神 y más tarde, en los capítulos 22 y 26, como dios Takagi 高木神. La figura de esta deidad o kami 神, aparece en el primer capítulo que describe los primeros instantes de la creación de la islas japonesas como una de las dos fuerzas creadoras de todas las cosas, a modo de yin o de yang y una de las tres divinidades originales. El punto que resulta interesante en esta deidad, que surgiría en el Altiplano del Cielo (Takama no hara, 高天原), es que en los capítulos 22 y 26 aparecería junto a la diosa Amaterasu sirviéndole de consejero y compartiendo voz a la hora de gobernar los cielos. Ambos son los autores del “sublime mandato” por el cual se ordena a otros dioses regir las distintas tierras o países de las islas japonesas. La razón por la que Amaterasu considera que el dios Takagi es válido para aconsejarles en estos asuntos es por su ancianidad. La diosa principal del sintoísmo estima necesario los consejos de un dios anciano para llevar a cabo sus labores como rectora de las islas japonesas. Existe por tanto un respeto y una admiración a este dios anciano, a la vez que una necesidad de recurrir a su vejez y sabiduría para la toma de decisiones. Este podría considerarse como el más antiguo caso registrado en Japón que haga referencia a una relación de veneración y respeto por los ancianos, que además es relevante por tratarse de un escrito mítico y esencial para la historia de los orígenes del país.

No tenemos que viajar al pasado para conocer al dios Takagi, ya que es habitual encontrarlo representado como un anciano de largas barbas grises en los números teatrales de danza kagura 神楽. Además existe a día de hoy un santuario sintoísta, o jinja 神社, consagrado a la figura de este dios que puede encontrarse en el distrito de Sumida en Tokio.

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Takagi-jinja en Tokio

 

Keiro no hi. Una de cal…

Más actual que un viejo dios viejo es el Día del respeto a los mayores, el conocido en japonés como keirou no hi 敬老の日. Se trata de un día feriado nacional celebrado el tercer día de septiembre y que se enmarca como la primera de las festividades de la Silver Week. Resulta curioso que se denomine a esta semana de vacaciones como Silver Week ya que la transcripción al katanakaカタカナ de la palabra inglesa silver es frecuentemente empleada en Japón como eufemismo para lo relacionado con los ancianos, en referencia al color del cabello de estos. Aunque de esto hablaré más adelante. Durante este día se preparan comidas especiales para los ancianos por parte de asociaciones de todo tipo y en algunos lugares también tienen lugar lo que se conoce como keirokai 敬老会. Se trata de ceremonias informales o fiestas en las que los más pequeños, normalmente niños de primaria, preparan todo tipo de entretenimientos para divertir a los ancianos y más tarde obsequiarlos con aperitivos tradicionales preparados por ellos mismos. Estas keirokai suponen, por tanto, todo un ejercicio a través del cual se les inculca a los niños japoneses el respeto por sus mayores, haciendo que éstos dediquen en exclusiva un día completo para la veneración de los ancianos. Del mismo modo es una forma de que los más pequeños valoren el nagaiki que tanto caracteriza al pueblo japonés.

El envejecimiento poblacional es una de las grandes preocupaciones para la nación japonesa. Esta transformación en la demografía japonesa ha conducido al aumento del número de población anciana de forma exponencial. Consecuentemente se han tomado medidas para que las keirokai sean dedicadas a un sector de población de mayor edad con respecto al que había en el año 68, cuando comenzó la tradición. En otras palabras, que no nos estaríamos equivocando si dijéramos que la edad para ser considerado un anciano en Japón ha aumentado. Si bien antes se estimaba que un anciano era una persona que sobrepasara los 60 años, a día de hoy no pertenecería a la tercera edad hasta haber cumplido los 65 años.

Y otra de arena…

En contraposición con la celebración del keirokai en la cual se venera la figura de los ancianos, podemos encontrar en el archipiélago nipón una leyenda que viene a presentar el matiz contrario. Se trata de una práctica legendaria denominada ubasute 姥捨て mediante la cual las ancianas eran abandonadas a su suerte. Sus propios familiares se veían obligados a dejarlas morir en la montaña Kamakuri-yama 冠着山, la cual se conoce popularmente como Ubasute-yama 姨捨山 en Nagano. De esta forma la familia aliviaba la carga que suponía mantener a un pariente que ya no era productivo para la propia prosperidad de la familia. Incluso existen numerosas creaciones que ilustran esta leyenda, como por ejemplo la más célebre de todas ellas, el largometraje Narayama bushiko (1958) dirigido por Keisuke Kinoshita. En contraste y en un tono más optimista existe la película Ikitai 生きたい (Voluntad de vivir, 1999) del cineasta Kaneto Shindô 新藤 兼人, la cual refleja esa misma situación del ubasute pero trasladada a un presente que se corresponde más a la importancia y peso actual de la tercera edad en la sociedad japonesa de hoy. En los últimos compases de dicha película se muestra la voluntad de vivir de un anciano que se niega a terminar de leer el relato de Narayama bushiko 楢山節考, cuyo final cuenta la muerte de la anciana de Narayama. Así el protagonista de Ikitai se está negando a sufrir ese mismo destino. Por tanto, esto funciona como una metáfora que representa la autoafirmación y la reivindicación del anciano en la sociedad. La cuestión general que es tratada en la película es conocida como oyasute 親捨て, en referencia a esta mítica práctica pero sustituyendo el primer carácter por el de pariente o familiar  親 oya.

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El inicio de la democracia plateada japonesa

Esta idea fue ilustrada por Mitsuru Uchida en su obra Silver Democracy「シルバーデモクラシー」en la editorial Yuhikaku株式会社 有斐閣, especializada en publicaciones sobre derecho político. A grandes rasgos describe la idea de cómo la transformación demográfica que ha experimentado Japón en las dos últimas décadas con el rápido envejecimiento de su población también ha tenido repercusión en el panorama político del país. El cada vez mayor número de ancianos junto con el absentismo en las urnas electorales por parte de los jóvenes adultos ha llevado a que los resultados de las elecciones estén cada vez más influidos por la tercera edad. En un mundo en el que prácticamente todas las democracias se rigen a la norma de victoria por mayoría, el peso del grupo y rango de edad mayoritario es decisivo. El caso de Japón es especialmente acentuado, de hecho es el que más dentro del mundo político a nivel global. Los ancianos son influyentes y a su vez representan el objetivo principal de los partidos políticos que necesitan de sus votos. Según estudios del Fondo Monetario Internacional, Japón no sería un caso aislado dentro del panorama internacional, sino que se estima que para el ejercicio de 2020, existirán muchas naciones donde la mayoría de los votantes sean mayores de 50 años. Puede decirse que Japón es el primero de los países partícipe de una “democracia plateada”, pero que no se trata sino del primero de otros tantos.

Datos de mediados de 2015, provenientes de medios especializados en Japón, tales como The Japan Times, se hacen eco definitivamente de lo que ya es una evidencia: la población de Japón es, cada día que pasa, menor. Este decrecimiento poblacional se debe a una serie de factores que fruto de la preocupación social se han convertido en un objeto crucial para el futuro de la nación.

El número de personas por encima de los 65 años en Japón aumentó en 1.1 millones en el espacio de tiempo que iba desde 2013 a 2014. Sería imposible con un aumento tan desmesurado no percibir el cambio en la balanza poblacional que está experimentando el conjunto de la sociedad que habita convive en las islas japonesas. El propio gobierno japonés ha advertido que el ritmo de envejecimiento de la nación supondrá que para 2060 que el 40% de los habitantes tengan más de sesenta y cinco años y para dar una visión que represente con más rotundidad la gravedad del problema, el Ministerio de Salud y Bienestar calculó que si este ritmo de descenso de la población continúa resultaría que para el año 3000 la población de Japón se vería reducida a tan solo 500 personas. ¡Acojonante!

Quizás el dato anterior funcione como el más intimidatorio pero su postura lejana podría antojarse demasiado especulativa. Es mucho más probable que los datos o conclusiones trazadas desde distintos campos como la prensa o los estudios estadísticos que sean más útil manejar a corto plazo es el cálculo que estima que la población japonesa estará constituida por 105 millones de personas o que según algunos medios, como la BBC News, que se hicieron eco de esta alarma, la población se vería reducida en una tercera parte para 2060. En definitiva, todo este alarmismo no sólo se atiene a un envejecimiento poblacional, sino también a una baja tasa de natalidad, la cual junto con la larga esperanza de vida de los japoneses son las dos claves de esta problemática.

Haipaa agein o Hiper envejecimiento

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No estaríamos muy equivocados si le diéramos a Japón la denominación de nación de ancianos, ya que el peso de este sector de la población resulta ser muy importante. Sin embargo, sería injusto, por otro lado que tuviésemos una visión por la cual Japón estuviese sufriendo esta transformación de forma aislada. La realidad es que ya existe un concepto que recoge la idea de una transformación, en este caso un envejecimiento poblacional, que están sufriendo la gran mayoría de los países industrializados del primer mundo. Dicho concepto es referido en inglés como hyper-aging society, en japonés haipaa agein ハイパーアゲイン. Esta idea viene a advertir que si bien Japón es un país clave en el estudio del envejecimiento mundial por su situación particular marcada por la larga esperanza de vida de sus habitantes y el subproducto de esto que es el envejecimiento poblacional, también causa de las bajas tasas de fertilidad, existen otros sesenta países más que padecen los mismos síntomas en este aspecto. La gran parte de estos países son aquellos industrializados donde las mediciones de las tasas de nacimiento resultan por inferiores a las de reemplazo. Dicho de forma más simple: existe una tendencia, más acuciada en este tipo de países, a que el total de defunciones no sea compensado con los nacimientos, para lo que se necesitaría que cada mujer diese a luz a 2,1 hijos. Naciones Unidas ha advertido del impacto que supone el envejecimiento de las sociedades en todo el mundo y ve en Japón y Europa zonas claves donde este fenómeno está dándose de manera más grave. En el caso concreto de Japón, las tasas de nacimiento eran altas en las décadas anteriores a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y también lo fueron durante los baby-booms de posguerra. No fue hasta mediados de los 70 que las tasas de nacimiento cayeron por debajo de las de reemplazo, posiblemente efecto de las consecuencias que tuvo la crisis del petróleo en las unidades familiares.

Podría considerarse que Japón es algo así como una especie de líder dentro de una transformación de dimensión global que es la del envejecimiento de la población mundial. Japón ya es con toda seguridad un adelantado en cuanto a los estudios que se relacionan y se hacen cargo del tratamiento de esta situación y, como primer sufridor consciente, se configura como una nación que dominará y sacará provecho de la situación antes que las otras…

La brecha intergeneracional y económica. Wakamono versus roujin. El origen de la problemática…

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La década de los 90, marcada por la fuerte recesión en el plano económico y los esfuerzos por superar esta crisis, ha sido el primer periodo de tiempo en el que se ha podido observar un rápido envejecimiento de la población, luego podrían considerarse como un momento clave en los estudios del envejecimiento poblacional en Japón. El impacto de este envejecimiento en la economía interna del país es directo si tenemos en cuenta la magnitud de los reajustes de presupuesto dedicado las pensiones de jubilación que ha de hacer el gobierno cada año. Una de las medidas más comunes es la de subir el salario de los trabajadores que cotizan para que puedan mantener con sus impuestos a la tercera edad y los gastos destinados a su jubilación. El desafío presupuestario se presenta como la preocupación prioritaria para los políticos en quienes residen las responsabilidades de paliar los reveses económicos que supone este envejecimiento poblacional.

A grandes rasgos los miedos que acucia la sociedad japonesa culpa de su envejecimiento son entre otros los déficits económicos y de personal, así como la pérdida de originalidad y capacidades para paliar los nuevos problemas que dicha sociedad tenga que enfrentar. Se teme un desequilibrio presupuestario ya que se incrementan los costos médicos por los mayores requerimientos en el tratamiento de pacientes ancianos, siendo dichos costos cubiertos con los salarios de la minoría joven. Va a darse por tanto una relación de dependencia entre el sector anciano y el resto de la población que tendrá, además, como consecuencia a nivel económico, caídas en la tasa de ahorro de la nación. Esto es, los jóvenes japoneses podrán ahorrar menos ya que una mayor cantidad de su salario será destinado, en forma de impuestos, a costear las pensiones de los ancianos, quienes por su condición de pensionistas y deseo de gozar de una jubilación plena tenderán a usar sus ahorros.

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Esta relación de colaboración forzada y dependencia económica entre jóvenes y ancianos se torna a menudo, en el contexto social más práctico y cotidiano, en una batalla entre bandos a causa de las tensiones entre ambos. Jóvenes irritados y viejos cascarrabias: los kireru-wakamono キレる若者 y los aún hoy más frecuentemente denominados kireru-roujin キレる老人. Ambos bandos aumentan el personal de sus filas. Un estudio realizado por la cadena de televisión japonesa NHK del cual se hizo eco el periódico The Japan Times, recopiló datos que demostraron que el número de personas ancianas arrestadas por cargos de agresión era 48 veces mayor que hace en la década de los 90. Esto no solo nos permite trazar una relación directa entre el aumento de crímenes cometidos por ancianos, lo cual resulta obvio en el caso de una sociedad donde también hay cada vez un número mayor de ancianos, sino que además refleja la cada vez más creciente relación de tensión entre jóvenes y mayores japoneses. Los jóvenes a menudo a no leen las situaciones de la misma forma que lo hacen los ancianos quienes se sienten ignorados o insultados por los primeros. Los ancianos o roujin 老人 de hoy pasaron su juventud en épocas de rápido crecimiento económico e industrial y esta generación se diferencia mucho en sus valores de trabajo duro e igualdad social a los de los jóvenes de hoy en día. Estos últimos se consideran a sí mismos como sufridores del legado de los roujin a los que creen estar financiándoles un plan de pensiones(kokumin nenkin 国民年金) que ellos no van a poder disfrutar luego y que además tienen que habitar un país que se enfrenta a amenazas como la radiación nuclear y el terrorismo, o por extensión la posibilidad de que estalle una guerra. Ya sabéis, el reloj del fin del mundo y esas cosas que nos preocupan a los jóvenes.

Antes ha salido la expresión kireru キレる… Si uno consulta la base de datos online de Nihongo Zokugo Jisho(日本語俗語辞書), que se especializa en expresiones propias de los distintos argots del japonés, se nos define キレる como un verbo que al colocarse delante de un nombre viene a otorgarle cierto carácter de orgullo y resentimiento. En concreto hace referencia a las actitudes por las cuales las personas no controlan del todo sus emociones y expresan estas a través de la ira y que se indignan y enfurecen con facilidad porque piensan que están siendo perjudicados por el comportamiento y las actitudes de otras personas.

Dicha expresión comenzó a emplearse más comúnmente ya entrados los años 90. Hasta entonces se empleaba la expresión coloquial buttsun ぶっつん que entre otros usos y acepciones hace referencia a las situaciones por las cuales una acción o conducta no pueden ser llevadas a cabo con normalidad. Sin embargo, kireru キレる hasta entonces era empleada como parte de la jerga de bandas de delincuentes y también en publicaciones de manga políticamente incorrectos. En la década de los 90 es cuando se comenzaría a utilizar esta expresión de forma más común para calificar a los jóvenes que se indignaban y se enfurecían con facilidad, dentro del marco de la emergente ola de delincuencia juvenil que estaba experimentando Japón y que se convirtió en un problema en la sociedad de aquel entonces. Las razones para la crispación y el enfado de los jóvenes de la época se encontraban en los efectos secundarios de la recesión económica de los años 90, cuando la tasa de empleo bajó hasta un 65,6%, siendo el mayor índice de desempleo registrado en cuatro décadas. Los jóvenes tenían que convivir con la incertidumbre y el miedo al futuro, al ser conscientes de que en el presente infinidad de puestos de trabajos estaban siendo destruidos y los empleos de por vida que dotaban de seguridad a la clase media estaban desapareciendo. Existía un importante desapego con la clase política reflejado en estudios que alarmaban que tan sólo un 8% de los jóvenes estaban de acuerdo con dicha clase, además de que la abstención a participar del sufragio electoral fue de un 50% en jóvenes adultos.

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En tanto que esta expresión de kireru es empleada a día de hoy para referirse principalmente a los roujin, resulta curioso como su contenido ha sido trasvasado desde el sector joven al anciano. El empleo es claramente despectivo para con los ancianos, al igual que lo fue con los jóvenes en su momento. Lo que sí es claro es que esto es indicativo de que se ha dado una transformación en los roles sociales de ambos grupos. Ideas asociadas con el comportamiento joven, como puede ser el carácter guerrero y de protesta contra la sociedad que es injusta con ellos, parecen estar fuertemente presentes en el sector anciano de la sociedad japonesa. Como un mundo al revés. Quizás la razón principal y más simple es directamente el envejecimiento que adolece esta población del chō-kōrei shakai, que supone un número mayor de ciudadanos ancianos en comparación, luego teniendo más peso social los ancianos que los jóvenes.

Es en el cambio hacia la nueva situación donde se comienzan a observar estos movimientos entre los valores y roles asociados a cada sector de la población y no es tampoco coincidencia que estas transformaciones sociales hayan tenido su resonancia en la política o en el mundo laboral. En este último también se acusa a los ancianos de no estar adaptados a los nuevos tiempo y perjudicar a los jóvenes. Os recomendamos echar un vistazo a estas entrevistas que hicieron el año pasado en el canal de YouTube llamado Life Where I’m From, donde puede verse más de un comentario en esta dirección por parte de trabajadores jóvenes japoneses.

Un círculo. Eso se me antoja. Un círculo vicioso que va desde el respeto a la diferencia. Desde el respeto al enfado y vuelta a empezar. Todos tienen la razón y todos tienen la culpa. Algo de esperar en una sociedad tan compleja como la japonesa, la cual algún día, seguro encuentra la solución a sus diferencias. Y vosotros, ¿qué opináis?

Fotografías cortesía de Lee Chapman, al que entrevistamos hace tiempo en acchiKei.com. 

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