Chūya Nakahara: el poeta que miraba a las estrellas y, sin abrazarlas, fruncía el ceño

por Alejandro Sánchez


«Si me preguntan ustedes por qué digo yo «Mil panderos de cristal herían la madrugada», les diré que los he visto en manos de ángeles y árboles, pero no sabré decir nada más, ni mucho menos explicar su significado. Y está bien que sea así. El hombre se acerca por medio de la poesía con más rapidez al filo donde el filósofo y el matemático vuelven la espalda en silencio».

Con estas palabras, Federico García Lorca justificaba en una conferencia la falta de sentido objetivo tras varios de sus versos del Romancero Gitano, propiciados por un impulso más cercano al sentir que al pensar. Resulta refrescante y hasta familiar, por tanto, que en el prólogo de Abrazado a las estrellas, el nuevo poemario de Chūya Nakahara, se describa lo siguiente:

«Decía Chūya Nakahara […] que, para escribir poesía, había que buscar un estado inconsciente de dicha permanente, entendida esta como una suerte de exaltación del alma que libera al poeta de las experiencias y las corrupciones de este mundo y lo transporta a una etapa previa a la adquisición del significado de los significantes».

En 2019 se publicó en acchiKei un humilde artículo sobre la vida y la poesía de este autor, aunque por aquel entonces no había llegado aún a nuestro idioma de forma oficial (adaptado ya al inglés, francés e incluso euskera, pero no así al castellano). El pasado enero, sin embargo, la editorial Satori le puso remedio al fin y nos trajo una selección de sus poemas más importantes, de la misma manera que hiciera hace un par de años con la poeta Kaneko Misuzu y su obra El alma de las flores. El artículo, por lo que fuera, gustó, así que esta podría considerarse una segunda parte del arco en el que rogábamos al aire que nos trajeran a Chūya Nakahara. Ahora que ya está aquí, podemos irnos por otros derroteros de los que hablaremos en un futuro.

Vayan quienes nos lean bajo aviso, pues la copia que se comenta aquí ha sido cedida muy amablemente por la editorial. Esto significa que, aunque hagamos lo posible por realizar una reseña lo más objetiva posible, al final corresponde a nuestro público valorar por su cuenta si el poemario merece los dineros que buenamente se han invertido en su realización. Por ahorrar tiempo, diremos: , rotundamente. A quien le interese por qué, que siga leyendo.

Corre a menudo por las redes aquella frase de Yasunari Kawabata en la que, tras anunciarse que recibiría el Nobel de Literatura, este comenta: «la mitad de mi premio debería ir al traductor por su destreza». Esto es así, se conoce y así ha de ser, al menos en lo que respecta al panorama internacional (sin entrar en que lo internacional esté limitado de forma estricta a la esfera anglófona y demás diatribas derivadas de la globalización).

Por poner un ejemplo reciente,『JR上野駅公園口』de la autora Yū Miri salió allá por 2014 (éramos más felices, a pesar de los mayas), pero no alcanzó la reputación internacional de la que goza ahora hasta los dos últimos años. ¿La razón? En 2019, la editorial británica Tilted Axis Press apostó por esta fantástica novela y se la encomendó a la traductora Morgan Giles.

Quizás os suene el título en su versión inglesa: «Tokyo Ueno Station». Pues bien, el pasado año 2020, la dupla Miri-Giles ganó el National Book Award de Estados Unidos en la rama de mejor obra de literatura traducida. Tan jubiloso éxito de ventas y galardones ya ha dado pie a que, para este año 2021, se espere la siguiente colaboración de autora y traductora con una obra aún más separada en el tiempo de su original:8月の果て, titulado en inglés «The End of August» y que Yū Miri escribió allá por… 2004.

Ojalá la Tierra se dividiera en dos partes:
una podría ser el mundo de fuera,
en la otra yo me quedaría sentado
bajo la inmensidad azul del cielo.

«Este niño», de Chūya Nakahara (trad. David Taranco)

En el caso que nos ocupa hoy, la traducción de «Abrazado a las estrellas» corre a cargo de David Taranco. Si lo limitáramos a su rol de traductor, sin embargo, le haríamos una enorme injusticia: Taranco no solo se ha encargado de lo que estrictamente corresponde a adaptar los textos, sino que ha hecho también una selección temática de la obra vital de Nakahara, la ha contextualizado en un magnífico prólogo de 20 páginas, se ha adentrado en la teoría tras sus adaptaciones (métricas, patrones, hemistiquios, sangrías y demás fanfarria) y de forma continua, en muchos de los poemas recogidos en el libro, añade notas al pie para recordar el contexto de según qué versos, simbologías o fechas.

Quizá con un ejemplo sea mucho más fácil entender esto.

Hablemos de «yuān yuyōn yuyayuyon». Es un verso estrictamente sonoro que pertenece a su poema サーカス (El circo). Su intención es evocar un vaivén, que bien puede ser de un trapecista, o simplemente de un columpio que se mece. Quien estudie japonés sabrá de la importancia de las onomatopeyas, pues ocupan una parte significativa del vocabulario y en muchas ocasiones no se pueden adaptar de forma equivalente al español (¿lo traducimos como fiiiauuumm? ¿No sería eso, más bien, un coche? O tal vez baaabuuum, aunque bien podría ser el latido de un corazón o una explosión).

He aquí cómo lo adaptó el traductor: «ba lan ce án do se va». Si se lee en alto, hay algo llamativo. Posiblemente, resulte en esto:

Y ya está. O, mejor dicho, Taranco resuelve así el problema sonoro y nos da a la vez lo que evoca, con un recurso propio del lenguaje que nos resulta familiar: la tilde marca de forma muy conveniente el punto de inflexión, y tal como ha venido, el verso cierra como mismo empieza (bava). Este cuidado a cada detalle se mantiene con otros tantos versos y no hay ninguna mentira oculta: este poemario incluye tres versiones de cada verso: en romaji, su original en japonés y la propuesta del traductor. Lo que se ve es lo que hay, a pesar de que se parte de muchas incógnitas: abundan los casos en los que los críticos no saben qué quiere referenciar Nakahara y, como hemos puesto al principio de este artículo, es bastante probable que ni él lo supiera realmente.

Así termino por no ofrecer resistencia y entro en sopor,
con querencia a lo real y sin temer lo mundano,
al no poder olvidar tu amor pensando en lo aciago,
pero morir también es grotesco y pienso: ay, qué dolor, ay, qué dolor.

«La vida», Chūya Nakahara (trad. David Taranco)

Nos gustaría ahondar un poco más, también, en dos tipos de adaptaciones seguidas por Taranco: en primer lugar, (aunque quizá sea más común y pueda resultar en redundante para quien haya disfrutado ya de otros poemarios publicados por Satori): la transliteración de los versos al alfabeto latino. Quien haya tratado con distintos métodos de conversión sabrá que cada casa lo adopta como buenamente quiere, y esto es un auténtico jaleo cambiante y continuo. No es poco común ver que, en la literatura bilingüe, algo tan simple como un そうして se adapte tal que soushite, sooshite o sôshite (con acento circunflejo), y esto es solo con la parte そう de la palabra y sin ahondar en し. Con apenas unas pautas, sin embargo, el traductor consigue que el original transliterado sea legible sin torcer la cara: añade macrones para todas las vocales alargadas, espacios consistentes para palabras, partículas y adjetivos, e incluso sangrías para ajustar las partes que no entran por formato en vez de formar una nueva línea con ellas.

Por otra parte, y esto es lo auténticamente interesante: Taranco se toma licencias y, en ocasiones, ignora las convenciones gramaticales para ello. Así, tenemos estrofas como:

 cuando entro en el hogar
	me sumerjo en su sosiego
ya sea una colina en un atardecer otoñal o el vapor del fuego
		hay algo que me infunde un mareo
		
			en una mansión de otra era
				zas zas bailan las faldas la cuadrilla
				zas zas bailan las faldas la cuadrilla
			algún día, como la cuadrilla, todo llega a su fin       

						«Recuerdo de primavera», página 49.

¡Esto no es así en japonés!

Desde luego que no. Es una traducción, al fin y al cabo. Pero aclaremos qué significa esto:

De entrada, no hay mayúsculas, pero esto no viene dado del original (donde la idea de mayúsculas y minúsculas como tal no existe), sino que es un añadido propio para adaptar otro aspecto del poema: la fluidez del ritmo. En los versos de este poema de Nakahara faltan la puntuación final en los versos y las comas, pero se añaden exclamaciones enfáticas y paréntesis al final de cada verso octavo.

Todo esto, no obstante, se pierde en la versión traducida, a cambio de jugar con el tiempo: esto es, que el único momento del poema en el que se añaden comas es en el último verso, para dar cierto «orden» al caos precedente y servir de nota final. Habrá, también, quien se haya fijado en que aquello que sí se puede adaptar (la estructura de los versos, onomatopeyas) sí se ha añadido como parte fundamental del poema. En resumidas cuentas: licencias, sí, pero con conocimiento de causa y no en un arrebato de superposición del traductor sobre el autor.

Subí a la montaña y sentí el viento
tenía el corazón frío y yerto
el pasado sonreía su tristeza
¿dormía la gente en la ciudad su pereza?

«Un poema en cuatro renglones», de Chūya Nakahara (trad. David Taranco).

Después de la parte más técnica, queremos acabar con algo sencillo. «Abrazado a las estrellas» es un libro más o menos breve en el que se nota mucho el cuidado puesto por Taranco, pero también por la editorial Satori como conjunto: tapa dura, papel de calidad, un diseño de portada precioso de Marco Recuero, un interior agradable a la vista y otras tantas fruslerías que tantos nos gustan a quienes compramos libros para no leerlos después.

Como parte de su Colección poética, Satori se responsabiliza de darnos el contexto necesario para saber quién es Chūya Nakahara, qué contribuyó a la literatura japonesa y por qué debería estar en nuestras estanterías. Con este lanzamiento piloto se responde a dichas cuestiones, aunque queda esperar que a la gente le interesen las respuestas para que podamos ver más textos suyos en nuestro mercado más adelante.

Tal vez lo más divertido de la literatura traducida sea que, incluso si consideramos una adaptación como idónea y que encaje a la perfección, siempre puede venir una nueva voz que consiga fascinarnos de una manera diferente.


Podéis conseguir Abrazado a las estrellas en la página web de Satori Ediciones o en vuestra librería más cercana.

‘Japón en su Historia’ de la editorial Satori es la next-gen de los libros de historia japonesa

¿Por qué Japón en su Historia de la editorial Satori es la next-gen de los libros de historia japonesa?

Antes de nada. Este post va sobre un libro que cuenta TODA la historia de Japón. Se titula Japón en su Historia: De los primeros pobladores a la era Reiwa y lo edita Satori. Sus autores son Andrés Pérez Riobó y Gonzalo San Emeterio Cabañes. Ambos gallegos. Ambos doctores expertos en Estudios Japoneses. El formato es rústico con sus solapas. Tiene 528 páginas pero las dos primeras y las dos últimas están en blanco. Así que 524 páginas. Eso pasa en todos libros. No os rayéis. Cuesta 30 euros y era difícil pedir menos. Una obra esencial y recomendada tanto para quienes le interese introducirse en la historia y sociedad de Japón, como para aquellos ya más conocedores que quieran profundizar y contar con el manual de cabecera más completo que puede encontrarse en castellano.

Es una obra esencial para todo interesado por Japón. Podéis consultar su ficha y comprarlo haciendo click aquí.

“¿Japonismo qué es?” Te habrán preguntado. Me habrán preguntado. “¿Qué te gusta Japón?” Sí, podría ser eso, aunque ni de lejos es algo tan simple ni tan nuevo. Pero… va, tomémoslo por un sí. Japonismo es que te gusta Japón. Te dediques o no a aprender/investigar sobre el país. Abracemos esa idea hasta estrangularla y saquemos conclusiones precipitadas.

Me refiero a qué supone ser japonista (cringe intensifies). Qué supone ser japonista más allá de leer cada día sacadas de chorra en Twitter sobre cuánto sabe x supuesto estudioso sobre los kanzashi de las geishas. Más allá de enhebrar hilos sobre el cine de Ozu o Mizoguchi que la peña termina leyendo a medio gas. Porque, repámpanos, es imposible contar con la suficiente capacidad de concentración para recorrer tales distancias en Twitter sin distraerte con cualquier otra movida. Qué es ser japonista más allá de las deliciosas proclamaciones de expertólogos en todología sobre el valor del refinamiento de la tsuba de la katana que portaba el primo segundo de Toyotomi Hideyoshi (kokoro kara, gracias por traernos tanto). ¿La chavalería neotrapwavera que desde sus applicados teléfonos móviles collagean recortes manganime y los combinan con las músicas de la España más cañí también son japonistas? DEP oldschool otakus. También lo serían aquellos sabios influencers que dicen que el mejor yakitori del mundo es uno que se ha comido hoy en Omoide-pontocho (o el de un local secreto que han visitado en Google Maps). O aquellos otros que practican el techno bailoteo en una oscura esquina de la Liquidroom en Ebisu. Quizás ser japonista es disfrutar de esos locos del junk, cuyas cacerías de retro entretenimiento en tierras inhóspitas son lo mejor y a su vez el culmen del voyeurismo implícito en el consumo de videoblogs (#metaconsumo) ¡Oh señor Frodo, esto es lo más lejos que he estado nunca de Akihabara! También están los fotógrafos que… hacen fotos o la fresh peñita que no se hace un tokyo club tour si no lleva la suficiente batería en el móvil como para documentarlo todo en sus Instagram Stories (#postureo). Ojo, que estas pequeñas piezas audiovisuales están mejor rodadas que cualquier intento actual de cinema verité formulesco preparado para consumir en Amazon Prime Video (#publicidad).

Para mí, ser japonista es saber que las punticas de las pagodas se llaman sōrin. Tener instalado ese conocimiento concreto, esa parcela específica de la arquitectura monumental religiosa y asíatica. Estar en posesión de ese conocimiento, sin la previa consulta bibliográfica o el ya clásico fast check roguelikesco hecho de tapadillo bajo la mesa. Para mí, eso es ser japonista. Eso es lo que yo entiendo por que te guste Japón. Así que tú elige lo que te gusta, elige tu definición y deja de dar la brasa a los demás.

De hecho, el ser japonista fue lo que me ayudo a decidirme a convertirme en japonólogo y ya no sé realmente si me gusta Japón o no me gusta (sí que me gusta)… o qué es una cosa y cuál es la otra. Lo que tengo claro es que me interesa. Quizás ser japonólogo es ser todas o alguna de las paridas que he soltado antes a la vez y que no son más que un retrato muy desafortunado y prejuicioso de otras personas a las que en realidad sigo, por que las envidio, admiro o me dan pereza y soy masoquista.

No sé.

Me identifico un poco con todos (en realidad no). Así que, si tú también lo haces, deberías estar leyendo Japón en su Historia… o al menos consultándolo de vez en cuando. Porque es la biblia que necesitábamos en las tiendas de nuestro país y la que asienta un trasfondo y un bagaje cultural que justifica el tatuaje de Naruto que te hiciste aquel verano y la camiseta de estampado ukiyo-e que te pillaste rebajada en Uniqlo. Es aquella biblia que unifica a estos distintos pueblos japonistas y japonólogos. Minamotos, Tairas y Fujiwaras que de haber podido disfrutar de esta publicación (ojo Nolan) se hubiesen dado menos hostias con las yaris y que incluso hubiesen esquivado más de un flechazo por la espalda en las Guerras Nanbokucho (ojo, team Go-Daigo. ¿Quién más?¿Quién choca? Vaya…).

No sé.


No sé, pero cuando me propuse convertirme en «conocedor» de la cultura japonesa, su historia era uno de los desafíos más importantes a los que me tuve que enfrentar. Sorpresa. El libro que usábamos en nuestra carrera era infumable. No lo era por su contenido. Era rico en datos, seguía un orden y estructura lógica, pero no era un libro fácil, ni didáctico, ni apacible (tamaño de la fuente 6, interlineado 0.1). Con Japón en su Historia esto no pasa.

Sea como sea, esta publicación te interesa y aquí te contamos un poco el porqué en una review alocada y posmoderna cuyos epígrafes no tienen ningún sentido entre sí. Como esta web. ¿Dónde quedaron las reviews viejunas…? Bueno, en realidad son unas impresiones. Es complicado hacer una reseña de un libro de historia.

Sabor

Hemos lamido el libro. El sabor está bastante bastante bien. Mil veces más sabroso que Wikipedia. Un millón de veces más exquisito que otras publicaciones con las que comparte la empresa de sintetizar la historia de un país tan complejo como Japón. Sabe a «mucho texto» y a mucha ilustración para un libro que, juzgando por su grosor, no esperarías poder comprar por solo 30 euros. Es todo aminoácido y ácido glutámico, osea muy umami.

Textura

Muy bien. El papel es agradable. No es satinado. Gracias. Satinado dame. Eso mal. Este papel bien. Te quieres quedar.

Gráficos

Como decíamos, mucha foto. Y esto no puede ser visto de otra forma que como una muy buena noticia. No sabéis cuánto se agradece. Debería haber sido inimaginable haber leído sobre el periodo Heian, por decir uno, donde esos niveles de sofisticación que Japón alcanzó en lo social, en lo literario, en lo artístico y en tó, se entienden peor sin imágenes que respaldan al texto. El arte y la historia del arte, están presentes durante toda la obra y no olvida en ningún momento su relevancia durante el desarrollo de sus capítulos, que cuentan con muchas cesiones de museos, galerías y archivos de todo el mundo.

Nivel de detalle

Más que aceptable. A menudo los autores salpican el texto con secciones apartadas que profundizan en temas concretos. Por razones obvias se trata de una publicación que ha de ser generalista con muchos asuntos, pero en la obra abundan pequeños apartados incrustrados en sus páginas que funcionan como pequeñas dósis informativas que vienen a ampliar la información y los temas sobre los que versan los capítulos. La bibliografía de la que bebe la obra es obviamente muy útil y está presentada de forma muy clara. Del mismo modo son muy útiles y están muy guapos todos esos listados con emperadores, gobernantes, periodos de la historia japonesa y el índice alfabético que se han currado sus autores y han incluido en el apéndice de este Japón en su Historia. De aplaudir.

Jugabilidad

Muy top. La introducción a las cuatro partes es rápida y ágil teniendo en cuenta todo lo que nos van a contar a continuación. Estas partes se presentan en textos cortos introductorios enmarcados en círculos. Los autores prometen sintetizar esa parte con tan solo lo que quepa ahí. Lo dicho, su lectura sirve para saber de qué va la cosa de una forma bastante bien elegida y efectiva. Las cuatro partes abarcan: Los albores de la civilización japonesa, La edad clásica, El gobierno de la clase militar y, por último, La edad contemporánea. Aún así quizás hubiésemos optado por una división menos temática y estructurada por periodos en lo que respecta a los distintos capítulos que integran esas partes. En nuestra humilde opinión lo hubiese hecho todavía más intuitivo. Pero vamos, que sin esto funciona a la perfección y la progresión hacía nuestros días según avanza la obra es clara. Y es que el índice no abruma e invita a entrar en la obra, por lo que no podemos considerarlo otra cosa que un acierto. Bocato di… imperatore.

Sistema operativo

Lo último de lo último. Como bien reza el subtítulo de la obra. El recorrido llega hasta Reiwa, periodo de la historia japonesa en el que nos encontramos desde el año pasado. La obra de Andrés y Gonzalo está tan actualizada que hasta se menciona la pandemia del covid-19 que estamos viviendo ahora. No es broma y tiene su mérito en un compendio de esta envergadura.

Conclusión, si bien apresurada, rotunda

Joder, ojalá haber podido contar con esto durante la carrera. No podemos recomendar Japón en su Historia de manera objetiva. Son 528 páginas como 528 haniwas enterradas junto a un emperador tochísimo.

Te gustará si: Te pareció bien el final del periodo Tokugawa y la apertura de Japón (tanto en lo social como en lo político es la práctica más sana, admítelo), si has conseguido el platino en Ghost of Tsushima o si perdiste la vista intentando leer su homólogo El imperio japonés (1973) de John Withney Hall. Te gustará con poco que te interese Japón y te gustará si ya lo sabes todo del país (flipao).

No te gustara si: Si no tienes 30 euros. Pero si finalmente los consigues, (recuerda que el uso del ninjutsu podría conllevar consecuencias legales y/o penales), tienes buena lectura para rato y una magnífica obra de consulta que adorarás tener a mano en tu biblioteca. Abierta y sinceramente, lo mejor que puedes pedirle a los reyesu magosu o a otros seres fantásticos que sean más de tu predilección. Tampoco te gustará si te gusta más YouTube que leer.

Gracias a Satori y a los autores. Sois unos máquinas, cracks, titanes, samuráis.

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