A estas alturas, ya es más que obvio que el koronauirusu コロナウイルス (covid-19) es algo que de una forma u otra está afectando a todo el mundo. Es imposible que Japón, vecino de China y país del cual procede un 40% de su turismo (aportando nada más y nada menos que 1,8 trillones de yenes en 2019) quedase al margen de todo esto. En consecuencia de las medidas de confinamiento se vive una atmósfera extraña en muchos lugares y ciudades del mundo. También en Tokio. Soy James Suarez, miembro de acchiKei y fotógrafo afincado en Tokio, y me gustaría contaros un poco sobre cómo se está viviendo (y como estoy viviendo yo) la pandemia en la capital de Japón, a través de los ojos de alguien que patea las calles haciendo fotos.

Cuando comenzaron a hacerse públicos los primeros casos de coronavirus en Japón, automáticamente un pensamiento común vino a la cabeza de muchas personas: ¿qué va a pasar con las Olimpiadas de Tokyo 2020? Resido en la ciudad y todo el rato, desde el principio, la sensación que tenía era la misma: el gobierno japonés estaba tomando medidas para proteger y salvaguardar este evento. En un primer momento, los casos de contagio en Japón eran muy bajos, mínimos. Japón se alzaba como uno de los países con mejores cifras en el mundo. En ese momento, estoy seguro que muchos os preguntaríais… “¿Cómo demonios están siendo capaces de contener el virus?»

Muchas personas creyeron que la causa de esto se debía al habitual uso de mascarillas y el gran control de higiene de los japoneses. Muchas investigaciones relacionadas con el Covid-19 afirman que llevar mascarilla no impide que te contagies, pero sí que puede evitar que contagies a otras personas. Ya sabéis, la empatía japonesa y el respeto hacia los demás.

Otras personas creyeron que la razón residía en que el gobierno estaba haciendo muy pocos tests, con el propósito de seguir adelante con los las Olimpiadas que iban a celebrarse este verano. Cancelar el evento suponía una situación aún más perjudicial a situación económica actual del país y Abe no iba a pasar por ese aro.

Cualquiera que fuera la razón, una vez que las Olimpiadas fueron pospuestas definitivamente, el número de contagiados por coronavirus en Japón subió como la espuma de una Asahi recién abierta y el Primer Ministro Shinzo Abe declaró el kokka-hijou-jitai 国家非常事態… el Estado de Emergencia.


Sin embargo, Abe refutó enérgicamente el término lockdown, y todo léxico cercano o derivado, mientras que todos los países hablaban en términos de “bloqueo”, “cierre” o “confinamiento”. Abe no quería que la gente se quedase en casa y la economía sufriese las consecuencias. Por ello, no se impidió ir a trabajar, pero sí se pidió a los ciudadanos no salir durante los fines de semana y que estos volvieran a casa después del trabajo, en lugar de salir por las noches a tomar algo. (Fue jodido tener que quedarme en casa y no poder salir durante la temporada de cerezos en flor a darme una vuelta por ahí y disfrutarlos).

Estas medidas en pos de mantener la economía en movimiento, fueron vistas como poco éticas y, preocupados por su salud y seguridad, fueron criticadas por la mayoría ciudadanos. Sin embargo, el gobierno hizo oídos sordos y en estos momentos Japón es uno de los países menos restrictivos en cuanto a medidas de confinamiento.

Para la mayoría de los salarymen y las office workers/ladies (también conocidas por las siglas OL, como les gusta poner en su perfil de Tinder), su rutina ha seguido igual, aunque eso sí, con los trenes bastante más vacíos que de costumbre. En los vagones, todos los pasajeros visten su mascarilla correspondiente. Todo el mundo las lleva, a pesar de que había falta de stock y que era difícil encontrarlas en muchas tiendas. Quizás, si tu paciencia gaijin te lo permite, podías conseguirlas en tu droguería de confianza, después de esperar unas cuantas horas en una ordenada línea. Luego había que tener suerte de que hubiesen recibido un cargamento de mascarillas y… entonces podías comprar una.

Los tokiotas han hecho lo posible por respetar la distancia social en los vagones de tren. Esto no siempre se ha conseguido ya que, al fin y al cabo, el vagón permite la capacidad que permite, pero mi experiencia es que todos han hecho por guardar suficiente distancia los unos de los otros.

He realizado algún pequeño “viaje” al parque Yoyogi en los últimos meses, y me lo he encontrado más concurrido de lo que podía imaginar. Sin restricciones en cuanto al número de veces que puedes salir de casa (a diferencia de otros países) y con la mayoría de bares y tiendas cerradas, este parque es un caramelito para que amigos y familiares puedan disfrutar de un día primaveral.

El parque Yoyogi, no solo un lugar ideal para pasear durante una pandemia, también un buen sitio para echar una buena e íntima cabezadita.

Los típicos sitios donde ir a comprar ropa y que siempre están a rebosar, como Ginza, han estado muy vacíos estos días. Este pobre hombre sin hogar es uno de los pocos testigos que podemos encontrar en la avenida comercial de Ginza. Por una vez, él es el dueño de la calle.

La Estación de Tokio es otro más de los lugares de las ciudad que más gente reúne. Ahora parece más bien una estación fantasma.

La famosa calle comercial de Takeshita-dori en Harajuku también ha estado muy tranquila. La mayoría de stands de crepes y batidos con tapioca están cerrados. Aún así encontramos algún sitio abierto, por lo que es momento de dar un relajado paseo y comprar alguna cosa típica y digna del turisteo por Tokio.

Según pasa el tiempo parece que todo empieza a volver a la normalidad. Vuelve a haber mascarillas disponibles, los casos de contagios son pocos y la gente en general se siente confiada para salir a la calle.

Durante los últimos meses he vivido Tokio de una forma muy diferente. Es difícil de explicar pero, la atmósfera en la ciudad ha sido bastante extraña e inusual. Al principio no teníamos ni idea de qué pasaba o de si íbamos a estar en alguna forma de confinamiento. La gente seguía haciendo vida normal, saliendo en las vacaciones de Golden Week y muchos a ver los cerezos en flor.
Cosas tales como las mascarillas, el papel higiénico, el ramen instantáneo… o la harina para tortitas, han estado agotados durante todo este tiempo. Ahora algunos de estos productos comienzan a estar disponibles (No la harina para tortitas. Sigo esperando poder hacer tortitas algún día…tsk). A estas alturas, y como en muchas partes del mundo, ya comienzan a abrir cada vez más de aquellos locales que un día tuvieron que cerrar. También muchas empresas a las que pilló completamente desprevenidas esta situación ya se han ido paulatinamente adaptando a las necesidades del teletrabajo.

Muchas cosas están pasando en Japón durante esta pandemia… lo del incentivo de 100.000 yenes… lo de las polémicas Abe-no-masks. Yo no he recibido ninguna de las dos cosas, así que, aún, no puedo opinar.

Fotografías por © James Suarez. ¡Podéis seguirme en mi web, Instagram y tienda online!