Akira Yoshimura. Una literatura a la deriva

por Elena Carmona

Nosotros, los lectores de literatura traducida, dependemos de lo que la industria editorial quiera poner en nuestro camino. Somos como bancos de peces, dirigidos por varias corrientes, abocados a acabar muriendo —atrapados y obsesionados— en alguna red, junto con otros lectores. Los de literatura japonesa tenemos la suerte de habitar en un mar amplio, con muchas traducciones a nuestro alcance y distintos autores a los que acercarse y nadar alrededor (¿es necesaria tanta analogía marina?, ¡en este artículo sí!). Y sin embargo hay aguas a las que no podemos acceder. Nos lo impiden muros lingüísticos que, como pasa en todas las tradiciones literarias que nos son extranjeras, a no ser que seas un experimentado en la lengua del texto original, nos dificultan el poder ver más allá de algunas obras y de algunos autores. Akira Yoshimura representa para mí un muro, y debido a que como lectora, de momento se me hace imposible sortearlo, he decidido escribir sobre él. A ver si con unos cuantos peces más podemos, en un futuro, acabar derrumbándolo. 

Si buscamos Akira Yoshimura en la página de Wikipedia en español, nos toparemos con tres únicas pero contundentes líneas sobre este autor y su obra. A pesar de la escasa información de la que disponemos en español, podemos leer traducidas cuatro de sus obras. En realidad diría que dos, porque la mitad se encuentran descatalogadas; Libertad bajo palabra y Justicia de un hombre solo, publicadas ambas por Emecé Editores, ya no se pueden conseguir fácilmente. Es en las dos novelas restantes en las que me basaré para contaros por qué se debería leer más a Akira Yoshimura; El martirio de la joven (seguido de La sonrisa de las piedras) y Naufragios, publicadas recientemente por Marbot Ediciones.  

Panel en el Museo Conmemorativo de Akira Yoshimura, Tokio

Akira Yoshimura (吉村昭) nació en el seno de una familia acomodada en Nippori, Tokio, junto con otros siete hermanos. En 1940 ingresó en la escuela privada Tokyo Kasei Junior High School y se inició en la lectura de clásicos japoneses, publicando su primer escrito en la revista literaria de la escuela. Tras la muerte de su madre y de su padre en 1944 y 1945 sucesivamente, Yoshimura sufrió de hemoptisis, lo que le obligó a someterse a una operación en la que le extirparon cinco costillas izquierdas. Esto provocó que su vida académica se viera paralizada hasta 1950, cuando ingresó en la Universidad de Gakushuin, y se unió a un grupo literario donde conoció a la que más tarde sería su esposa, la novelista Setsuko Tsumura. En 1966 ganó su primer premio literario, el Osamu Dazai, por su novela 「星への旅」(“Viaje a las estrellas”) y en 1973 recibió el 21º Premio Kikuchi Hiroshi por una serie de trabajos documentales, incluyendo «Acorazado Musashi» y «El gran terremoto de Kanto». Su obra empezó a ser aclamada por la crítica y Yoshimura consolidó su fama como novelista y cronista. También fue director de la Sociedad Literaria de Japón, director del Museo japonés de Literatura Moderna, y segundo director de la Academia japonesa de Bellas Artes de 2004 a 2006. En 2005 le diagnosticaron cáncer de lengua y de páncreas, lo que le dejó en un estado crítico. Ya en su casa, comunicó a su familia que no quería seguir viviendo y se arrancó el catéter de las venas del cuello para morir unas horas más tarde. Su relato póstumo「死顔」(“El rostro de la muerte”) se publicó en la revista literaria Shincho en octubre de 2006.

Akira Yoshimura y su esposa Setsuko Tsumura

“El espectáculo del callejón mojado por la lluvia, extrañamente claro, me parecía fresco y transparente, como si lo contemplara a través de las paredes de un acuario al que acabaran de cambiar el agua.”

El martirio de la joven (2020) por Marbot Ediciones
El martirio de la joven (2020)

Aunque gran parte de su producción literaria más reconocida por la crítica sea la novela histórica y la no ficción, Akira Yoshimura también fue un prolífico escritor de historias cortas, dos de las cuales componen el libro del que hablaremos primero. El martirio de la joven es un relato de apenas ochenta páginas publicado por primera vez en 1963; el relato que hizo de mi introducción a la obra de Akira Yoshimura una auténtica pesadilla. La vida de Yoshimura estuvo marcada por las pérdidas de varios familiares desde una temprana edad —al igual que Kawabata, célebre escritor al que Yoshimura admiraba— y graves problemas de salud, por lo que la muerte representa una temática frecuente que atraviesa muchas de sus historias. Sin embargo, en este caso sería más preciso decir que la muerte ha precedido al relato. Yoshimura hace uso de una narración inquietante y diseccionadora que cuenta las sensaciones que experimenta (todavía) nuestra protagonista: el cadáver de una joven recién fallecida. Sin dolor físico pero con una terrible angustia, la protagonista se ve obligada a contemplar con la capacidad sensitiva de un insecto cómo es manipulada por los hombres de la funeraria, personal médico y estudiantes de medicina. Es casi una metamorfosis post mortem en la que Yoshimura describe con pinceladas impresionistas la transformación de un cuerpo no doliente pero todavía consciente. Este relato culmina con un final claustrofóbico en el que os aseguro que, como yo, os quedaréis atrapados durante mucho tiempo. 

En la película Dolls (2002) de Takeshi Kitano se encuentra la famosa secuencia de “los mendigos atados”, una pareja de amantes unidos por una cuerda roja a la cintura que camina en silencio por bosques, praderas y montañas durante el transcurso de las estaciones. En esta escena los amantes no conversan, ni siquiera necesitan mirarse a la cara, tan solo caminan incansablemente, movidos como por inercia hacia su irremediable y miserable destino, el cual encuentran al final de un precipicio cubierto por la nieve. 

Dolls (2002)

Esta misma inercia es la que dirige a los personajes y, por lo tanto, también al lector de la literatura de Akira Yoshimura. En El martirio de la joven la protagonista ya no es dueña de su propio cuerpo y se ve resignada a contemplar cómo terceras personas lo manipulan a su antojo. La sonrisa de las piedras, el segundo relato de este libro —publicado originalmente un año antes que el primero— si bien es más realista, no es menos inquietante. En esta historia el protagonista es Eiichi, un joven universitario que se reencuentra con un conocido de su infancia, Sone. La hermana de Eiichi se encuentra en un estado melancólico tras descubrir su infertilidad y abandonar consecuentemente la familia de su marido, lo que le hace coser compulsivamente trajes infantiles para donarlos a un orfanato. La entrada de Sone en la vida de Eiichi traerá aparente riqueza gracias al expolio de restos budistas, pero terminará por arrastrar una vida a su paso. De nuevo, aquí los personajes carecen de voluntad propia, las páginas van pasando y el lector llega a un final abierto que deja entrever lo inevitable, que lo anticipa pero no lo explicita; tan solo te deja con un mal sabor de boca que te obliga a cambiar incómodamente de postura una vez cerrado el libro. 

“Oyó una voz lejana en la oscuridad. Estaba de pie en la playa. La voz venía de la superficie del agua. De repente, la voz se acercó y el estruendo del mar embravecido lo rodeó por completo. Las olas se echaron encima de él y perdió el equilibrio. Entonces oyó una voz aguda gritando su nombre.”

Naufragios (2017) por Marbot Ediciones

Naufragios es una novela corta bastante posterior, publicada por primera vez en 1982, que junto con otras obras como「魚影の群れ」(“Un banco de sombras de peces”) o「漂流」(“A la deriva”) comparten el segundo elemento recurrente en la literatura de Yoshimura: el mar. A esta categoría también podrían pertenecer sus crónicas históricas sobre los tsunamis de la costa de Sanriku.

Naufragios (2017)

Naufragios nos cuenta la historia de una aislada y remota aldea costera del Japón medieval, donde Isaku, un niño de diez años, se hace responsable de la supervivencia de su familia tras la partida de su padre para venderse como esclavo. La subsistencia de los aldeanos, siempre al límite de la inanición, depende únicamente de lo que el mar quiera traerles: normalmente se trata de la escasa pesca disponible, pero otras veces, el mar responde a sus plegarias y les otorga regalos. Mediante una técnica desesperada y siniestra, los habitantes atraen barcos mercantes a la costa rocosa para hacerles encallar y, tras asesinar a la tripulación, saquear la comida y los bienes de a bordo. Yoshimura utiliza de nuevo una narración fría y escrutadora que hace al lector ser plenamente consciente del tiempo que transcurre en la novela, a través de la descripción detallada de los ciclos de pesca y los cambios en la naturaleza a los que se corresponden. La lectura de Naufragios es inmersiva y hace que, junto a sus personajes, te encuentres a la deriva, esperando a que ocurra algo inminente. Esta es una historia donde el mar y lo que habita en él bien podría ser otro personaje, y donde Yoshimura nos muestra dilemas morales, decisiones pragmáticas y acontecimientos profundamente violentos a través de los ojos de un niño, Isaku, que al final de la novela se convierte en testigo de la llegada de terribles consecuencias.

Museo Conmemorativo de Akira Yoshimura en Arakawa, Tokio

Akira Yoshimura, el escritor que movía los hilos rojos de sus personajes como si fuera un maestro de marionetas —que dirigía sus movimientos y reducía su voluntad a cenizas— consiguió agarrar su propio hilo, una sonda intravenosa, para arrancarla en ese preciso instante y morir dignamente a los 79 años. Hoy se pueden ver sus manuscritos, cuadernos y artículos en el Museo Conmemorativo de Akira Yoshimura en Arakawa, Tokio. El proyecto de este museo le fue propuesto a Yoshimura un año antes de su muerte, y aceptó con la condición de que se instalara en un edificio cultural ya construido para que no supusiera a los vecinos del barrio ningún coste adicional. El museo fue inaugurado en la Biblioteca de Nippori el 26 de marzo de 2017 con la ayuda de su esposa Setsuko Tsumura.  

El rapero Moment Joon: historia de un pasaporte a Japón, un niño y una entrevista

por Pablo R

© Moment Joon / GQ JAPAN

Es un día gris y anodino de principios de año. En la calle hace frío y acabo de volver a casa con los ánimos por los suelos a mi vuelta al trabajo tras casi dos semanas sin poder hacerlo a pesar de estar sano y en condiciones de ello por un asunto relacionado con la enfermedad de nuestros días: COVID-19. Un asunto en el que, como casi cualquier desgracia que ocurre en Japón, la responsabilidad pasa a ser exclusivamente individual. Las medidas a tomar, más que preventivas, son punitivas. Y eso sin contagio de la enfermedad. Prefiero no pensar lo que sería con un positivo…

Al llegar a casa y saludar a mi esposa y a los niños me siento mejor. Voy a entrevistar a Kim Beom Joon, también conocido como Moment Joon, rapero coreano natural de Seúl y estudiante de la Universidad de Osaka que vive en Iguchidou, barrio de la ciudad de Ikeda, en la prefectura de Osaka.

Descubrí a Moment Joon gracias a una entrevista de Japan Times en 2020, al inicio de la pandemia de COVID-19. Joon vivió durante un tiempo en Estados Unidos antes de volver a Corea del Sur y comenta en una entrevista a block.fm que empezó a escuchar música hip hop allá por el 2003 y que su primer referente del hip hop japonés fue Zeebra, integrante del mítico grupo King Giddra (ahora KGDR), al escuchar su cuarto álbum, The New Beginning.
Otro de sus referentes es el difunto ECD, uno de los pioneros del hip hop japonés y de los primeros que habló abiertamente de política y discriminación en sus canciones y ensayos. Figuras influyentes del hip hop en Japón como K-Dub Shine, también integrante de King Giddra, lo han considerado como una gran influencia.
Antes de su primer disco, MOMENTS (2015), ya había publicado una ingente cantidad de maquetas y mixtapes, antes y después de hacer el servicio militar durante casi 2 años en Corea del Sur. Hasta la fecha, además de sus dos álbumes y el EP Immigration, ha colaborado con artistas como SKI-HI, Jinmenusagi, KEN THE 390 o Ace Cool, además de hacer incluso una sesión en Red Bull Studios en Tokio.

Para mí fue especialmente llamativo que un chaval coreano rapeara sobre su vida, sin la ostentación de lujos y excesos que viene a la mente nada más pensar en el hip hop y el rap, que denunciara aspectos en la sociedad japonesa como la discriminación en los que mucha gente no se para a pensar… y el hecho de que somos casi de la misma edad (tiene 29 años) y de que rapea en japonés. Me sentí muy identificado con él y lo primero que hice fue escuchar su álbum, Passport & Garçon.

Me impactaron muchísimo temas como IGUCHIDOU, KIMUCHI DE BINTA o Hunting Season, temas en los que, aparte de hablar sobre su vida como extranjero, critica los estereotipos japoneses con respecto a los extranjeros. Pensé que no era el típico álbum de egotrip y de vídeos con coches caros y bling bling, sino más bien cercano a grupos de rap americano de los 80 y 90 con más mensaje y denuncia social que pose.
Seguí a Joon en redes sociales. Hubo un momento en el que incluso hablamos en privado pero en esta ocasión le pedí hacer una entrevista con él para hablar sobre la edición DX de Passport & Garçon (que al cierre de su campaña de crowdfunding ha recaudado la nada despreciable cifra de 3,350,302 yenes para la edición en formato físico) y para dar a conocer a la comunidad en Japón y al mundo hispanohablante en general un mensaje más que interesante.

Al hacer la entrevista por Zoom la conexión se nos cae varias veces al hacer pruebas y tiramos de otros métodos más caseros. Mi hijo pequeño incluso se mete en medio y se me sienta en las piernas. Joon tiene una paciencia infinita. Le gustan los niños y no se molesta para nada aunque haya interrupciones. Habla de forma pausada, clara y muy tranquilo. Optamos por hablar en inglés matizando algunos puntos en japonés, en vista de las dificultades técnicas.

Empezamos…

Para empezar, me gustaría felicitarte por el éxito que ha supuesto la campaña para editar Passport & Garçon DX en formato físico. De igual forma me gustaría darte la enhorabuena también por la presentación de tu tesis.

¡Muchas gracias, de verdad!

Conseguiste alcanzar el objetivo de los 2 millones de yenes en tan solo 9 días. ¿Esperabas alcanzar la meta tan rápido? ¿Cómo te has sentido con la respuesta de la gente?

La verdad es que esperaba una buena respuesta cuando lanzamos la campaña en Campfire porque entre mayo y junio del año pasado publiqué en redes que quien quisiera Passport & Garçon de forma gratuita sólo tenía que escribirme por correo. Hubo 1200 solicitudes y muchos correos de seguidores, algunos de ellos muy largos y profundos. En su momento me llegó al corazón y en esta ocasión no ha sido menos. Le dimos bastante promoción al álbum.

Además también lo regalaste con el número de la revista japonesa HARDEST en su número de septiembre. De hecho la tengo en casa y esta vez he querido contribuir porque me salió casi gratis y me parecía justo aportar algo.

Claro, también. Pues muchísimas gracias.

Passport & Garçon es el último álbum de Moment Joon junto con la edición DX. Previo a su lanzamiento, también publicó el EP Immigration en 2019, MOMENTS en 2015 y en su perfil de SoundCloud se pueden escuchar multitud de singles, colaboraciones con otros artistas y temas anteriores.
En el caso de Passport & Garçon la producción ha corrido de forma íntegra a cargo del productor NOAH y Yu Asashiba (aka Shiba-san, responsable de Grow Up Underground Records, el sello de Moment Joon) es el productor ejecutivo. La portada es obra de Tadaomi Shibuya.

Tienes una buena lista de colaboraciones para este álbum. Young Coco, Gotch de ASIAN KUNG-FU GENERATION, Sai-Chung Ho de bonobos, Kiano Jones, Hunger de GAGLE, AKKO GORILLA, Chinza Dopeness…¿Cómo ha sido trabajar con esta gente?

También recuerdo que en HARDEST hablabas de la poesía del poeta zainichi Kim Si Jong, ya que encontraste en la biblioteca uno de sus libros e incluso fuiste a verlo. En TENO HIRA with Japan has introducido versos de Yume mitai na koto, uno de sus poemas. ¿Cómo ha sido para ti colaborar con él?

Todas las colaboraciones han sido especiales pero digamos que la más especial de todas fue la de Kim Si Jong porque fui personalmente a su casa en Ikoma a visitarlo. Este señor tiene un estado de salud delicado y 94 años, y aun así me atendió y quiso colaborar en el álbum. Lo que más hondo me ha llegado es que no es una colaboración del mundo de la música, sino que es otro tipo de arte. El hecho de que mi música consiga llegar a gente fuera de este arte ya es especial en sí. Además, su poesía me inspiró para escribir TENO HIRA.

Moment Joon junto al rapero japonés Chinza Dopeness

Para el álbum has incluido dos temas extra: Apocalypse y el remix de BAKA, un single que publicaste el año pasado. Mientras que en BAKA hablas más de ser “un tonto” por no hacer lo que la gente espera de uno o lo que se debería hacer, Apocalypse tiene una atmósfera bastante agresiva y no precisamente optimista respecto al futuro de Japón dada la situación actual. Los bajos niveles de contagio en el país han sido objeto de alabanza al gobierno y también de crítica por algunas medidas polémicas como el GoTo Travel. El gobierno también se ha visto en un escándalo mayúsculo con el Sakura no Kai y la COVID-19 ha tenido un impacto devastador y le ha puesto las cosas muy difíciles a la gente en general y a muchas familias. Teniendo en cuenta que has reflejado algunos de estos aspectos en este tema, ¿crees que el inamovible statu quo de Japón va a tocar a su fin?

Para ser sinceros, es la pregunta de siempre: ¿cuándo va a cambiar Japón? Y creo que la respuesta es que no, que no va a cambiar de forma radical. Sí, ha habido pequeños cambios en la sociedad como pueda ser el teletrabajo, las medidas implantadas para frenar la COVID…pero a nivel general nada ha cambiado realmente. Apocalypse tiene ese tono pesimista y de destrucción porque al escribirla tenía en mente una cosa: ahí fuera hay una amenaza seria y nos está matando. El tema es además puro cinismo por mi parte porque en él deseo que todo se vaya a la mierda. Si nada cambia, la destrucción en sí ya supondría un cambio.

En cuanto a los temas extra de esta edición, teníamos intención de incluir tres temas con diferente orden. En el CD se incluirán pero en la versión de streaming que salió en diciembre de 2020 hubo ciertos problemas de derechos de autor y no se pudo incluir el último tema. Es el colofón del disco y el orden será diferente con respecto a la versión en streaming. No es hip hop, sino una especie de poesía, una suerte de esperanza en contraposición a la visión tan negativa de Apocalypse.

Claro, aunque no necesariamente tiene que ser hip hop sí o sí. Fíjate en KOHH, que en el último disco que ha sacado (worst) el último tema es simplemente una carta a su abuela que escribe y lee en el mismo.

Sí, claro, es algo así.

La discriminación en Japón adopta muchísimas formas y dar positivo por COVID-19 ha resultado ser una más. Hay compañías que han forzado a sus empleados a pedir disculpas en público por contagiarse, cuando no los han despedido directamente. Se han dado casos de gente que incluso ha llamado a guarderías, centros educativos e incluso a residencias de ancianos en los que se habían dado brotes preguntando quiénes eran los infectados como si estuvieran buscando a criminales.

¿Qué opinión te merece todo esto? En Japón se tiende a pensar que ponerse enfermo o tener una desgracia es una responsabilidad exclusivamente individual pero esto no es exactamente así…

Este tema está muy relacionado con lo que decía antes. Con la COVID no es que hayan cambiado las cosas en Japón, simplemente a la gente se le han visto las costuras de cómo son en realidad. Conceptos como el omotenashi, la hospitalidad y amabilidad japonesa que incluye, entre otras muchas cosas, evitar conflictos, han desaparecido de golpe. Simple y llanamente se han cerrado.
Japón no se ha caracterizado nunca por los sentimientos a la hora de cooperar cuando vienen mal dadas. Esto no es nada raro; yo diría que incluso es habitual no sólo en muchas parejas japonesas sino también entre parejas de japoneses y extranjeros, donde muchas veces no prima el amor a la hora de estar juntos sino otros sentimientos e intereses.

De acuerdo con los datos de la Agencia EFE, Japón ya ha registrado 410 mil contagios de COVID-19 y más de 6,600 fallecidos desde el inicio de la pandemia. El gobierno japonés ha sido alabado por los medios por el reducido número de contagios y defunciones respecto a otros países pero también criticado por querer seguir adelante con la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y el escándalo de los eventos para ver las flores de cerezo financiados con dinero público para el apoyo político de los seguidores del ex-primer ministro Shinzo Abe.
Las campañas nacionales GoTo Travel y GoTo Eat para fomentar el turismo nacional también han sido consideradas inapropiadas desde muchos sectores, así como el veto a muchos extranjeros residentes en el país que se vieron en la imposibilidad de regresar a sus hogares en Japón tras las severas restricciones de viaje impuestas en marzo de 2020 hasta más de medio año después.

Pasemos al inicio de Passport & Garçon en sí. Empezamos el viaje con KIX/Limo. ¿Cuál era tu intención aquí? ¿Querías intentar representar la incertidumbre y el miedo a no pasar el control de Inmigración para, una vez cruzas las puertas, pasar a la euforia más absoluta? ¿Tuviste en cuenta también a todos los extranjeros residentes en Japón que comparten ese sentimiento cada vez que van a la oficina de Inmigración? Personalmente me pareció un concepto muy original y con el que cualquier extranjero se podría identificar.

Exactamente, esa era la idea. Se trata del hecho de pasar de cero a 100, representar la incertidumbre del principio antes de pasar por Inmigración y luego gozo de pasar por las puertas y decir «lo tengo, me lo he ganado” (que se refleja luego en KACHITORU).

En este tema quería alienar un sitio que todo el mundo conozca, particularmente uno que fuese anodino. Normalmente hay lugares muy frecuentados y en los que la gente, por lo general, no se para a pensar. Obviamente en este tema también he metido aspectos de mi vida personal pero mi objetivo es que quien escuche la canción sea capaz de ponerse en mis zapatos y tener algo de empatía, compartir ese mismo sentimiento.

© Moment Joon / ototoy.jp

Voy a remontarme al EP de Immigration para hablar del siguiente corte, IGUCHIDOU. En el álbum nuevo ya es la tercera versión desde el EP. En él, con “Osaka, Ikeda, Iguchidou, Green House 25” haces pública tu dirección. No era nuevo porque ya lo habías hecho en Name Tag con SKY-HI y el primer rapero que hizo pública su dirección en Japón fue ECD. No obstante, en ese mismo EP en Maji Manji (MAJI卍) pillan todos: la politóloga Ruri Miura, Abe, Trump… No dejas títere con cabeza y con unas rimas de miedo que me imagino que no dejan indiferente a nadie.
En la era de Internet y del doxxing por las razones más nimias, ¿no te asustó que alguien pudiese ir a tu casa para tener algo más que una “charla amistosa”? ¿Fue alguien de hecho a recriminarte lo que cantas? Porque yo pensé que se te había ido la cabeza, pero también que los tenías muy bien puestos.

Bueno, ¡gracias! No te voy a negar que he tenido miedo, la verdad. De hecho han pasado cosas a raíz de decir mi dirección y en KIMUCHI DE BINTA se puede ver parte de ello, no es una simple ristra de estereotipos. El hecho de enseñar mi dirección tiene un motivo: cuando alguien tiene ideas diferentes o quiere insultarme, a mí me gusta hablar con esa gente. Creo que lo peor que se puede hacer es ignorar y minimizar a la gente. Yo soy de hablar, de convencer a quienes me insultan o me critican sin razón de que sus ideas o insultos no van por el buen camino. Además el sentimiento de verte cara a cara con la gente es muy diferente al de hacerlo por Internet.

Por desgracia para mí, pocos de los que me critican o se ríen de mí han venido a tocar a mi puerta. Esta gente lo único que quiere es ridiculizarme, reducirme a la mínima expresión y reírse de mí. Debo decir que me encuentro muy decepcionado por la respuesta. Imagino que pensarían que al abrir la puerta tras una retahíla de insultos me iba a poner gallito con ellos y a plantar cara, pero nada más lejos de la realidad.

En IGUCHIDOU repartes bofetadas con el pasaporte verde de Corea del Sur, en ImmiGang con un ladrillo y en KIMUCHI DE BINTA con un kimchi bien rojo. ¿Se te pasaría por la cabeza hacerlo con una pata de jamón ibérico?

(Carcajadas) Bueno, parece que la gente se puede llevar una imagen de mí un tanto negativa y violenta por dar tantas «bofetadas». Realmente en mis canciones hago y digo cosas que no haría en la vida real. En absoluto soy una persona violenta. Hay un personaje que expresa su rabia por la discriminación y las injusticias en los temas mediante estas «bofetadas» (que la verdad, meto muchas, todo sea dicho), y luego hay una persona, esto es, yo mismo. Sin embargo la bofetada es un recurso que me gusta emplear porque implica un cambio en las posiciones de poder, esto es, lo que yo querría en situaciones de discriminación donde hay alguien que abusa de otra persona, que es quien sufre la opresión y discriminación.

Escena de la telenovela coreana Everybody’s Kimchi de donde procede la famosa bofetada de kimchi

Consideras el barrio de Iguchidou como el sitio en el que quieres estar (algo que se repite más tarde en Seoul Doesn’t Know You al decir que eres 100% de Iguchidou) y hablas también de ello en HOME, mientras que en CHON te muestras no sólo orgulloso de tus raíces coreanas sino que señalas todas las críticas recibidas anteriormente, como “¿estás pagando impuestos en Japón?” o “¿qué tienes tú de hip hop japonés, si tú sólo quieres soltar mierda sobre Japón?”. ¿Qué pasa exactamente con esto? ¿Es algo habitual en la escena japonesa?

El personaje de HOME digamos que es cualquier persona aficionada al hip hop clásico (en este caso un hombre de 40 y tantos años que experimentó lo que era el hip hop en Japón en los 90) pero no tiene por que ser precisamente una persona concreta. Sí que hay referencias de varias personas reales en este personaje.

En este tema lo que se ve al principio es un intento de entablar una conversación con alguien que sale mal en cuanto sale a relucir el hip hop. No diría que el tipo de gente que se mete conmigo en el hip hop es de derechas en sí, aunque si que hay gente con esa ideología dentro de la escena en Japón. La verdad es que me parece difícil de creer que precisamente exista gente así en la escena japonesa pero sus motivos tendrán para pensar así. Ese intento frustrado de conversación se torna en CHON, donde descargo mi rabia contra todos los estereotipos que se vierten sobre los coreanos y los extranjeros, al igual que en KIMUCHI DE BINTA.

¿Cuántos de los insultos y estereotipos que aparecen en KIMUCHI DE BINTA y en CHON has sufrido en la vida real?

Diría que el 60 o el 70 por ciento de los que menciono. Lo gracioso de esto es que cuando me puse a investigar sobre el tema y muchos de esos insultos o estereotipos ya los conocía, como lo de que los coreanos comemos perro o que olemos constantemente a ajo, pero otros pocos eran completamente nuevos y me sorprendieron muchísimo.

Chon (チョン) es un término despectivo que se usa en japonés para referirse a los coreanos de manera muy ofensiva. Algunos de los estereotipos que aparecen en el corte, además de las referencias a la carne de perro y al olor a ajo, hacen referencia a que un número de zainichi coreanos pertenecen a la mafia japonesa, operan salones de juego (pachinko) o incluso que son espías norcoreanos encubiertos con posibilidad de causar ataques terroristas, como aseguraba la politóloga Ruri Miura.

En Losing my love hablas de tu desencanto con la escena del hip hop japonés, tanto con los fans como con los artistas y la industria en general. Dices algo parecido en TENO HIRA cuando mencionas que “los raperos dicen BITCH sin pensar, porque sí”. Además me llama la atencion que artistas como DOGMA digan que “hablar sólo de marihuana, marihuana y marihuana no es hip hop”. ¿Qué opinas de la escena japonesa y de su situación actual? ¿Crees que hay mucha gente en Japón que se lleva una imagen errónea del hip hop por el abuso de drogas, las apariencias y el lujo?

¿Que te diría yo? Losing my Love es una vision muy infantiloide de la escena hip hop de Japón. Hay algo que a veces me sorprende y es que la gente se toma mis canciones muy en serio. Realmente esto no es así. Aunque hablo de temas serios en mi música, no deja de ser un show artístico. Quien habla en esa canción es un personaje infantil y luego estoy yo como persona. Hay gente que me ha escrito correos kilométricos y muy profundos sobre mis canciones. Agradezco muchísimo estas cosas pero a fin de cuentas es simplemente un espectáculo.

Me gusta la escena japonesa, estoy al tanto de lo que sale, escucho bastantes cosas de las que van saliendo y también tengo muy buenos amigos. También respeto a quienes hablan de la marihuana con libertad e incluso luchan por su legalización, no es algo que me parezca negativo. No obstante, si que hay algo que mencionas que me lo parece y es el uso de la palabra BITCH. Hay gente que la usa sin más, desprovista de un significado concreto, de acuerdo, pero hay otras personas que hacen un uso de la palabra con connotaciones y consecuencias bastante perjudiciales.

© Moment Joon. Todos los derechos reservados.

Rick & Morty, Aggretsuko, Lego… Hablas mucho de tus gustos en MIZARU KIKAZARU IWAZARU, ¿eh?

Claro, hombre, ¡me encanta jugar con LEGO!

Comentabas en la entrevista de block.fm que escribiste este tema tras hablar con Jinmenusagi debido a la influencia excesiva de los medios y las redes sociales y decirte él “pues no hagas caso e ignóralos”. Uno de los versos dice “en vez de hablar de subidas de impuestos, vamos a follar/ pero esto no va solo de sexo, el show de Japón en sí es lo más”, citando un tuit de la actriz de cine para adultos Kirara Asuka. ¿Crees que la gente en Japón está más preocupada del entretenimiento y de los programas de comedia y variedades que de cosas importantes y problemas serios?

Realmente, ¿que es lo importante para la gente? Como lo diría… Es cierto que la gente consume mucho entretenimiento, sí, pero esto no tiene que ser algo malo per se. En los años 60 hubo mucha gente que formó parte de movimientos de izquierdas en Japón y que participaron de forma activa en las protestas estudiantiles. Cuando todo esto se acabó, se pasaron al mundo del entretenimiento como mangakas o novelistas. Gracias a ello no solo crearon mundos aparte del que tenemos ahora en forma de fantasía y de ficción sino que además crearon su propio sentido de la justicia. Macross y Gundam son ejemplos de ello.

Por otra parte, como te decía antes, lo que yo hago también es entretenimiento y arte, con contenido mas profundo pero a fin de cuentas viene a ser entretenimiento y arte en forma de espectáculo. Ahora bien, si me dices que la gente presta demasiada atención a los medios sin pensar en problemas serios, en algunas ocasiones tengo esa impresión.

Seoul Doesn’t Know You es el único tema en el que hablas de tu ciudad natal y de tu país. Aun así, mencionas una serie de malas experiencias y recuerdos como puede ser, por ejemplo, el infierno de los exámenes para acceder al SKY, al trío de universidades más prestigiosas de Corea del Sur (Seoul National University, Korea University y Yonsei University). También dices que huiste de Corea del Sur para refugiarte en Japón en alguna ocasión. ¿Cómo de diferente es Japón de Corea del Sur para querer venir a vivir aquí?

Creo que Japón y Corea se parecen muchísimo, demasiado. Tienen bastante en común, si bien Japón tiene algo que Corea no tiene: en Japón, mientras no te salgas de un patrón determinado, te van a dejar vivir. Seas buraku, inmigrante, extranjero o lo que sea, sí, es cierto que te discriminan, pero todo el mundo tiene un lugar para vivir, tenga o no discriminación. Por eso en Japón hay tanta gente con aficiones consideradas extrañas, otakus. En Japón se busca más mantener las distancias y no meterse donde a uno no le llaman. Fue una de las razones por las que a los 19 años me fui de Corea para venir a Japón e incluso me supuso un choque cultural, ya que lo que esperaba que me dijesen por mis gustos y mis aficiones nadie me lo dijo.

Esto no es así en Corea, donde o comes o te comen. Es la ley de la jungla, una especie de capitalismo salvaje. Desde que entramos en la escuela nos mentalizamos a que los compañeros no son compañeros de clase sino enemigos. He visto a senpais (en japonés, compañeros mayores) pelearse y que uno dijera «te voy a crujir con mejores notas que tú». Era algo exagerado. Creo que en este aspecto también influye mucho el hecho de que nuestros abuelos y padres en Corea sufrieron situaciones muy duras que inevitablemente condicionaron su forma de pensar cuando era un país completamente diferente. Corea no es el país en desarrollo que era; ahora es un país rico y próspero pero la mentalidad de la gente mayor ha ha influenciado de forma innegable cómo piensa y se comporta la gente joven coreana.

Algunos coreanos tienen también una costumbre un poco diferente: es más habitual el criticar y meterse con la gente de forma más directa, y esto se ve mucho en las cadenas de televisión de allí, algo que no es en absoluto frecuente en Japón.

La verdad es que no, pero no puedo evitar recordar los debates de política de cadenas como La Sexta e Intereconomía que se ven con frecuencia en España, en los que la gente sale gritándose y faltándose el respeto constantemente, o incluso programas de prensa rosa y reality shows.

Exacto. Por otra parte también hay coreanos que se sienten superiores a los japoneses, pero es algo a lo que no le encuentro el sentido.

Moment の居場所、どこ?(“¿Dónde está mi lugar?”) Creo que con esta frase (que me hace recordar a Mother Tongue cuando dices “I feel like I have no place that I can go” en ese corte) has definido perfectamente lo que le pasa a la gente que emigra a otro país en el que pueden tener pensamientos negativos y pensar que no pertenecen a él pero que cuando vuelven a su país notan que tampoco pertenecen allí. ¿Crees que esto es algo frecuente? Porque me recuerda mucho a Sugihara, el personaje de la novela GO, de Kazuki Kaneshiro, que no se sentía aceptado en Japón por ser zainichi y en Corea del Sur tampoco…

Éste es uno de los motivos por los que quiero que se me conozca como el 移民ラッパー (imin rapper, el rapero inmigrante). Me identifico con el término inmigrante porque es lo que somos mi novia Natasha y yo. También me gustaría que este término sirviera para crear un sentido de unidad entre todas las comunidades de inmigrantes que vivimos en Japón para poder cooperar entre nosotros.

Desde siempre han existido etiquetas y grupos que han diversificado a los inmigrantes, fuesen los nikkeis brasileños en los 90 o cualquier otra persona que viniese a estudiar o a trabajar y vivir en Japón. Pasa también en que muchos de los grupos de inmigrantes no se mezclan: los chinos tienden a estar con chinos, los coreanos con coreanos… Sin embargo, todas las comunidades pasan por experiencias comunes y sería muy enriquecedor que la gente tomase conciencia de este término y tuvieran cierta unidad en lugar de, simplemente, ser considerados extranjeros o gente de fuera.

Respecto a una de las cosas que comentas, lo he estado pensando durante un tiempo, hasta el punto de querer escribir un ensayo sobre el tema: ¿seré zainichi algún día? ¿Me reconocerán como tal? Ya he pasado aquí un tercio de mi vida y no tengo la experiencia de haber vivido en muchos países en el extranjero. Pienso que Japón es el lugar en el que quiero estar, aunque lo que realmente considero mi hogar son las conexiones y experiencias que tengo con la gente. Supongo que llegará el día en el que pueda decir que soy zainichi, sea dentro de 10, 20 o los años que sean.

Lo que no se es como se lo tomarán los verdaderos zainichi. Ellos nacieron en Japón y se han enfrentado a una existencia muy dura. Experiencias como la masacre de coreanos tras el Gran Terremoto de Kanto en 1923 bajo rumores infundados de que habían envenenado las aguas después del desastre así lo demuestran. Yo, sin embargo, vine a Japón por decisión propia y he tenido experiencias diferentes. De todos modos la pregunta está ahí: ¿podré ser zainichi?


Zainichi, 在日, signfica “que reside en Japón” y se refiere a los residentes coreanos que perdieron la nacionalidad japonesa tras perder Japón el territorio de Corea en la II Guerra Mundial, además de los hijos de coreanos nacidos en Japón que no poseen nacionalidad japonesa pero sí permiso de residencia. A diferencia de otros países, en Japón no existe el ius solis y sólo se puede considerar a una persona japonesa de nacimiento si al menos uno de sus padres tiene sangre japonesa. La comunidad zainichi ha sido objeto de discriminación durante muchos años y personajes como el ex-gobernador de Tokio Shintaro Ishihara o Makoto Sakurai, el líder del partido de derecha nacionalista Zaitokukai, han hecho de esta comunidad su objeto de odio y discriminación. La película パッチギ!(Pacchigi!), una comedia romántica con protagonistas zainichi ambientada en un Japón de los años 70, y la novela GO de Kazuki Kaneshiro, cuyo protagonista es un adolescente zainichi discriminado por sus orígenes, tocan esta temática.

DOUKUTSU, junto con Garçon in the Mirror, me parece uno de tus temas más personales. En la entrevista con HARDEST decías que tiendes a ser negativo y a encerrarte en casa sin que nadie te vea pero ¿cuánto hay de personaje y de persona en esto?

Pues justamente éste es el tema mas acertado en lo que a mí se refiere. Tuve una época de depresión constante, en la que no quería ver a nadie y me encerraba en casa a hartarme de patatas fritas. Esto pasó en repetidas ocasiones e incluso provocó que me desmayara un día en la calle porque no comía más que patatas fritas de bolsa. El médico me diagnosticó malnutrición y, tras ver mi estado, me dijo entonces que por que no regresaba a Corea, que ya fue la puntilla. Por fortuna, esta época forma parte del pasado.

En el tema, sin embargo, hay una parte en la que digo 鍵が開けっ放し 外は誰もなし, esto es, el candado no está echado y fuera no hay nadie. Realmente en aquella época yo no quería estar encerrado en mí mismo: lo que quería era que alguien viniese a rescatarme y me sacara de la cueva. Nadie vino a hacerlo. Y es que aprendí que en esas situaciones no puede venir nadie a sacarte y a ayudarte, sino que tienes que salir tu por tu propio pie.

En Garçon in the Mirror hablas de una parte infantil de ti mismo que no te gusta (de ahí lo de garçon en el nombre del álbum) cuando te miras al espejo en ese corte. Sin embargo luego aparecen varios personajes, entre ellos Subash y Tejun, dos chicos que asistieron a tus clases de rap en tu voluntariado en el instituto Osaka Fukui, de la ciudad de Ibaraki. Subash, un adolescente hijo de nepalíes en Japón, apareció este año en el programa バリバラ(Baribara) de NHK hablando sobre su vida como estudiante y decía que su aspiración era dedicarse al rap. ¿No es algo de lo que sentirse orgulloso, el cambiar las vidas de la gente a mejor? ¿No crees que también hace falta cuidar un poco al niño que llevamos dentro para cambiar nuestro mundo y mejorar las cosas en general?

En Garçon in the Mirror veo en el espejo lo que no me gusta de mí. Entre otras cosas, veo que tengo una faceta muy infantil pero que, a pesar de no ser de mi agrado, intento proteger porque es como soy. También recuerdo en la segunda estrofa a mi novia, a estos alumnos (que, por cierto, Subash quería ser rapero antes de conocerme) y todo esto me hace pensar mucho.

A pesar de que me gustaría tener mi propia familia algún día y me gustan los niños, creo que no podría hacerlo. Pienso que le tengo miedo a hacerme mayor y por eso trato de escapar, de evadirme de mis responsabilidades. Con la música no, por supuesto, ahí tengo una responsabilidad que es mía, pero con la gente es otra historia. No obstante, tengo gente a la que no puedo decepcionar, como pueden ser Subash y Tejun, y por ellos tengo que esforzarme.

Vídeo casero del programa Baribara, en donde se puede ver a Moment Joon con los estudiantes que participaron en el programa y que también asistieron a sus clases de rap.

En Hunting Season y en tu Diario de Inmigrante (移民日記) hablas sobre el trabajo en Japón (y del trabajo a tiempo completo en el caso de Natasha, tu novia). De nuevo aparecen frases estereotipadas como “¿cuándo te vuelves a tu país?”, “hablas muy bien japonés” o “si eres extranjero, compórtate como tal”. Hablas de las diferencias de salario entre lo que se paga a profesores occidentales y a asiáticos sólo por su aspecto o procedencia, sin importar el nivel de inglés que tengan. ¿Qué es lo peor que tu novia y tú os habéis encontrado en un trabajo en Japón?

La verdad, viendo mi situación (ya que he trabajado solo a tiempo parcial) y la de mi novia (que no está en la peor de las empresas, aunque sí que le hacen mucho hacer de gaijin en reuniones de negocios, etc.), nos han discriminado, sí, pero de una manera fácil de sobrellevar. A mi me han llamado chon a la cara, vale, pero fue algo muy directo y en un trabajo diferente al de profesor de idiomas. Ambos hemos tenido mucha suerte en comparación con los inmigrantes que vienen a Japón con el 技能実習制度 (el programa de capacitación de pasantes técnicos). A esta gente, generalmente inmigrantes de países y zonas en desarrollo en Asia, sí que les tratan como objetos de usar y tirar en Japón y tienen condiciones leoninas en su empleo.

No obstante, como profesor de ingles sí que me he encontrado con cosas que muestran, una vez mas, discriminación y falta de contacto con la realidad. He visto textos con palabras difíciles de entender para niños pequeños y, al sugerir a supervisores japoneses cambiar las palabras por otras más fáciles de entender, simplemente han hecho llegar la petición a los mandamases… ¡o no! Hay mucha gente en esa industria a la que no le gustan las opiniones o que se les cuestione lo que hacen o piensan, y menos si quien lo hace es un extranjero.


El programa de capacitación de pasantes técnicos (技能実習制度se estableció por primera vez en 1993 como un programa de prácticas para personas de países en desarrollo. El programa tendría como objetivo formar y educar a estas personas con habilidades técnicas y experiencia en diferentes ámbitos para poder hacer uso de ellas una vez regresaran a sus países de origen. Según el Ministerio de Justicia, China, Vietnam y Filipinas son los países que más pasantes han tenido en Japón. Este programa ha sido objeto de duras críticas por parte de organismos internacionales debido a las condiciones laborales abusivas de los pasantes, usados como mano de obra barata y tratados de forma discriminatoria, con horas extra no pagadas y salarios por debajo del mínimo legal.

Me recuerda a alguna experiencia que he tenido dando clase, donde tampoco me permitían hablar japonés con los niños aunque no entendieran nada y se echaran a llorar…

Es que es eso. A los extranjeros se les considera en la enseñanza como una especie de bufones. Siempre deben estar felices, con una sonrisa de oreja a oreja, para servir a los niños. Al mismo tiempo son casi como un ídolo pero, en el momento que hablan japonés, el mito se cae, aunque no hable de forma perfecta. No hablo un japonés perfecto, también me equivoco. Esto es algo que mucha gente se niega a aceptar. El hecho de tener que ceñirse a un patrón sin flexibilidad para poder salirse de él es muy difícil de sobrellevar…

Por otra parte, también te diré algo: lo que me saca (y me sacó de mi cueva) es la realidad tocando a la puerta. Hay que trabajar para vivir y por eso hago música, porque es mi trabajo.

En TENO HIRA haces una distinción clara entre el 日本語ラップ (rap japonés) y el hip hop japonés, cuando dices que si pudieras hablar con ECD le dirías que “este puto chon es precisamente hijo del hip hop japonés” y que los raperos tienden a esconderse en el pueblo del rap. ¿Tú crees que hay que considerar al rap japonés y al hip hop japonés como dos cosas distintas? ¿Crees que tu visión del hip hop se asemeja más a la de la cultura hip hop de Estados Unidos, más centrada en las injusticias y las dificultades de la vida de la clase obrera?

¡Si! Mucha gente piensa que tengo un problema con el rap japonés y que por eso hablo de hip hop japonés. Ahora está en todas partes y es algo popular pero hace unos 10 años el hip hop en Japón era underground. No estaba en los medios ni en todos lados. Ahora se podría decir que hay gente en la escena que, al igual que los blancos que se hicieron su propia «isla» en el hip hop yanqui con el boombap cuando ya existía, han hecho algo parecido.

El principal problema de todo esto viene derivado del rap japonés en si. El hip hop es algo mas, representa ese espíritu de querer cambiar las cosas a mejor y es por ello por lo que amo el hip hop. Pero en cuanto se pasa al rap, a la pose y a la imagen, esa esencia del hip hop se evapora. La gente no ve lo que es el hip hop de verdad, simplemente ve una imagen distorsionada de música de tíos duros. El hip hop es mucho mas que eso. Hay artistas que incluso desde los 90 en Japón han hecho temas y denunciado injusticias y problemas en algunos temas, pero al final siempre sale a relucir el rap japonés. Es por eso que he querido hacer este álbum con la idea de que represente el espíritu hip hop, aunque luego me digan que soy un tío raro.

Fotografía por © Kazuko Uemoto

TENO HIRA tiene como a uno de sus protagonistas a ECD, que falleció el 24 de enero de 2018. Para Joon éste fue un momento duro, ya que a pesar de que solo se vieron una vez en un concierto de Moment Joon en Tokio en 2014, fue un impulso lo suficientemente grande como para que ECD retomara su actividad en el hip hop japonés. Por ello el tema es un homenaje a su figura.

En los últimos años está aumentando el número de artistas de ascendencia extranjera en la escena o que han pasado un tiempo considerable viviendo fuera de Japón. AKLO, por ejemplo, tiene sangre mexicana y su infancia la pasó allí, en México. SEEDA también estuvo un tiempo largo en Inglaterra, Awich hizo lo mismo en Estados Unidos y últimamente han aparecido GREENKIDS, un grupo de chavales de Iwata entre los que se cuentan miembros que descienden de inmigrantes brasileños y peruanos. ¿Crees que con esta internacionalización de la escena se podrían conseguir cambios?

¡Lo que dices es cierto! Cada vez la escena es mas diversa y sí, creo que se puede cambiar Japón a través del hip hop. Eso es lo que me gusta del hip hop: que puede cambiar las cosas. También a Japón… bajo una condición: que los artistas se amparen bajo el mismo paraguas del hip hop.
Muchos artistas triunfan y hacen su vida gracias a la música, le dan un toque cosmopolita a la escena, si…pero muchas veces escucho sus letras y no me da la impresión de que realmente consigan un impacto lo suficientemente fuerte para lograr cambios. No hablan con la profundidad y la dureza de, por ejemplo, Kendrick Lamar o J. Cole. En la escena hip hop japonesa haría falta un Illmatic y unidad bajo el hip hop. El dia que eso pase se podrá decir que puede haber un cambio.

No obstante, te diré una cosa: no espero cambios drásticos en poco tiempo. Si yo quisiera eso lo último que debería haber hecho era meterme en el mundo de la música: ¡me tendría que haber metido a político o haber iniciado una revolución! (risas)

Te hemos escuchado rapear en japonés y en coreano, estás hablando conmigo en inglés, tu novia es rusa…¿Cuántos idiomas hablas? ¿También hablas ruso?


El ruso lo llevo así asa… Sé algunas cosas y palabras, cierto, pero realmente nunca me he puesto a aprenderlo en serio y me gustaría hacerlo. Fue mi propósito de año nuevo para este 2021: aprender ruso. De modo que lo intentaré, aunque ya veremos en qué queda.

En este momento hago algo que me hace sentir culpable, ya que cierro la entrevista de manera algo brusca. Me la cargo. El aficionado que tengo dentro se come al entrevistador y se la carga, mejor dicho. Le pido a Joon un favor. Le cuento cómo me he sentido después de sufrir un castigo discriminatorio por la psicosis de la dichosa enfermedad que trae al mundo de cabeza. Cómo ha cambiado mi percepción de sus temas en esta situación, cosas que no entendía y que ahora sí… y que su música me ha cambiado. Que antes no percibía tanto esas diferencias autoimpuestas por la sociedad y esa discriminación y culpabilidad y ahora sí. Mi deseo de que, por favor, hable de ello en algún tema, que ya no es sólo discriminación a extranjeros e inmigrantes sino a las personas en sí por cierta falta de humanidad. Creo que entiende lo que le quiero decir.

Han pasado casi 3 horas. Le doy las gracias repetidas veces, él hace lo mismo, le digo que ojalá nos podamos ver algún día en persona por Osaka y nos despedimos. Y una vez está todo hecho… la grabación de la entrevista sólo tiene imagen y no sonido. No es posible transcribir todo. Me siento mal y maldigo, pero escribo todo lo que puedo a toda velocidad, incluso con faltas de ortografía que posteriormente corregiré. Anoto retazos de la entrevista que me vienen a la mente en cualquier momento para intentar subsanar el error.

Y en todo este tiempo no dejo de escuchar Passport & Garçon, de cogerme el pasaporte que es el álbum y hacer el viaje de principio a fin… pero con un significado distinto. Porque, a pesar de que cada vez que lo escucho lo sigo haciendo con la ilusión de un niño, todo encaja. He aprendido de lo que me ha contado y enseñado. No puedo evitar pensar, entre otras cosas, que, como Joon dice, lo bonito de Japón no es el Sky Tree, sino gente como él que, con la música y sin pretenderlo como tal, consigue cambiar a otras personas. Y así lo deseo: que lo que Joon me ha contado sirva a quien esto lea.

SKY TREE JANAKUTE,

KIMI GA IRUKARA

NIHON HA UTSUKUSHII

Passport & Garçon -DX Edition
Tracklist

01. KIX/Limo
02. KACHITORU feat. Young Coco
03. IGUCHIDOU
04. KIMUCHI DE BINTA
05. Home/CHON feat. 蔡忠浩
06. Losing My Love feat. Hunger from GAGLE
07. MIZARU KIKAZARU IWAZARU
08. Seoul Doesn’t Know You feat. Justhis
09. DOUKUTSU feat. Gotch & Kiano Jones
10. Hunting Season
11. Garcon & Babae In The Mirror
12. TENO HIRA with Japan
13. Apocalypse
14. BAKA REMIX feat. Chinza Dopeness & AKKOGORILLA


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GROW UP UNDERGROUND RECORDS 

Llega a España el primer festival online exclusivo de cine japonés: Japanese Film Festival Plus

Texto: Fundación Japón

JFF Plus: Online Festival llega a España entre el 26 de febrero y el 7 de marzo de la mano de la Japan Foundation para que podamos disfrutar online y de forma gratuita de una selección de treinta películas japonesas de todos los géneros, de la animación al documental, pasando por la comedia, el thriller o el drama.

Organiza: JFF Plus, The Japan Foundation.
Con el apoyo de: Embajada del Japón en España, Consulado General del Japón en Barcelona, JNTO, Casa Asia, CineAsia.

Del 26 de febrero al 7 de marzo se celebra por primera vez en España, y en formato online, Japanese Film Festival Plus, un festival dedicado en exclusiva al cine de Japón que nos permitirá disfrutar desde casa y totalmente gratis de una gran selección del mejor cine japonés.

Treinta películas de todos los géneros y para todos los gustos con las que explorar el fascinante mundo del cine japonés. De la comedia al drama, del documental al thriller, pasando, por supuesto, por una importante representación de la mejor animación japonesa, durante diez días podremos atender a tres estrenos por jornada o ver esas tres películas durante las 24 horas siguientes en el horario que más nos convenga. Una ocasión única de ver una serie de largometrajes y cortometrajes, muchos de ellos inéditos en España, con el mejor sonido y la mejor calidad de imagen y en versión original en japonés subtitulada en español.

Fácil y gratuito


Todo el Festival lo podremos disfrutar de forma completamente gratuita y fácilmente accesible a través de la plataforma online que JFF Plus ha creado para la ocasión. Tan solo será necesario registrarse creando una cuenta que dará acceso al visionado de todas las películas del JFF Plus: Online Festival durante los diez días de su duración. No esperes más para date de alta indicando tan solo un nombre de usuario, una dirección de correo electrónico y una contraseña.


Fechas: Del 26 de febrero al 7 de marzo de 2021.


Horarios de proyección:
Cada una de las treinta películas estará disponible para ser
vista online durante 24 horas desde su fecha y hora de estreno en JFF Plus: Online
Festival.


Acceso: Visionado gratuito previo registro. Información en español sobre el festival,
títulos incluidos, horarios de proyección y cómo registrarse y ver las películas
gratuitamente en http://www.fundacionjapon.es/jffplus.

Películas, fechas y horas de estreno

Viernes, 26 de febrero de 2021 

9:00h: Project Dreams – How to Build Mazinger Z’s Hangar (Tsutomu HANABUSA,  2020) Drama. 

11:00h: Stolen Identity (Hideo NAKATA, 2018) Misterio, Thriller. 

13:00h: Takeshi Yashiro Stop Motion Animation: GON, THE LITTLE FOX (Takeshi  YASHIRO, 2019) Animación (Cortometraje). 

Sábado, 27 de febrero de 2021 

9:00h: DANCE WITH ME (Shinobu YAGUCHI, 2019) Comedia musical 11:00h: Key Of Life (Kenji UCHIDA, 2013) Comedia 

13:00h: Takeshi Yashiro Stop Motion Animation: NORMAN THE SNOWMAN-The  Northern Light- (Takeshi YASHIRO, 2013) Animación (Cortometraje) 

Domingo, 28 de febrero de 2021 

9:00h: Café Funiculi Funicula (Ayuko TSUKAHARA, 2018) Drama, Fantasía 11:00h: One Night (Kazuya SHIRAISHI, 2019) Drama 

13:00h: Production I.G Short Animation: Drawer Hobs (Kazuchika KISE, 2011)  Animación (Cortometraje) 

Lunes, 1 de marzo de 2021 

9:00h: El sabor del té verde con arroz (Yasujiro OZU, 1967) Clásico

11:00h: Tremble All You Want (Akiko OHKU, 2017) Drama, Comedia

13:00h: Production I.G Short Animation: KICK-HEART (Masaaki YUASA, 2013)  Animación (Cortometraje)  

Martes, 2 de marzo de 2021 

9:00h: RAILWAYS (Yoshinari NISHIKORI, 2012) Drama 

11:00h: A Story of Yonosuke (Shuichi OKITA, 2013) Drama 

13:00h: Takeshi Yashiro Stop Motion Animation: NORMAN THE SNOWMAN-On a  Night of Shooting Stars- (Takeshi YASHIRO, 2016) Animación (Cortometraje) 

Miércoles, 3 de marzo de 2021 

9:00h: Peace (Kazuhiro SODA, 2010) Documental 

11:00h: 0.5mm (Momoko ANDO, 2014) Drama 

13:00h: Production I.G Short Animation: PIGTAILS (Yoshimi ITAZU, 2015) Animación  (Cortometraje)

Jueves, 4 de marzo de 2021 

9:00h: Project Dreams – How to Build Mazinger Z’s Hangar (Tsutomu HANABUSA,  2020) Drama. 

11:00h: Stolen Identity (Hideo NAKATA, 2018) Misterio, Thriller. 

13:00h: Takeshi Yashiro Stop Motion Animation: GON, THE LITTLE FOX (Takeshi  YASHIRO, 2019) Animación (Cortometraje).

Viernes, 5 de marzo de 2021 

9:00h: Ecotherapy Getaway Holiday (Shuichi OKITA, 2014) Drama 

11:00h: Production I.G Animation: Tokyo Marble Chocolate (Naoyoshi SHIOTANI, 2007)  Animación 

13:00h: Our 30-Minute Sessions (Kentaro HAGIWARA, 2020) Romance 

Sábado, 6 de marzo de 2021 

9:00h: TSUKIJI WONDERLAND (Naotaro ENDO, 2016) Documental 

11:00h: The Great Passage (Yuya ISHII, 2013) Drama, Romance 

13:00h: Production I.G Short Animation: Li’l Spider Girl (Toshihisa KAIYA, 2012)  Animación (Cortometraje) 

Domingo, 7 de marzo de 2021 

9:00h: Lady Maiko (Masayuki SUO, 2014) Comedia musical 

11:00h: Little Nights, Little Love (Rikiya IMAIZUMI, 2019) Drama, Romance

13:00h: Production I.G Short Animation: The Girl from the Other Side (Yutaro KUBO y Satomi MAIYA, 2019) Animación (Cortometraje) 

Más info en: http://www.fundacionjapon.es/jffplus

Chūya Nakahara: el poeta que miraba a las estrellas y, sin abrazarlas, fruncía el ceño

por Alejandro Sánchez


«Si me preguntan ustedes por qué digo yo «Mil panderos de cristal herían la madrugada», les diré que los he visto en manos de ángeles y árboles, pero no sabré decir nada más, ni mucho menos explicar su significado. Y está bien que sea así. El hombre se acerca por medio de la poesía con más rapidez al filo donde el filósofo y el matemático vuelven la espalda en silencio».

Con estas palabras, Federico García Lorca justificaba en una conferencia la falta de sentido objetivo tras varios de sus versos del Romancero Gitano, propiciados por un impulso más cercano al sentir que al pensar. Resulta refrescante y hasta familiar, por tanto, que en el prólogo de Abrazado a las estrellas, el nuevo poemario de Chūya Nakahara, se describa lo siguiente:

«Decía Chūya Nakahara […] que, para escribir poesía, había que buscar un estado inconsciente de dicha permanente, entendida esta como una suerte de exaltación del alma que libera al poeta de las experiencias y las corrupciones de este mundo y lo transporta a una etapa previa a la adquisición del significado de los significantes».

En 2019 se publicó en acchiKei un humilde artículo sobre la vida y la poesía de este autor, aunque por aquel entonces no había llegado aún a nuestro idioma de forma oficial (adaptado ya al inglés, francés e incluso euskera, pero no así al castellano). El pasado enero, sin embargo, la editorial Satori le puso remedio al fin y nos trajo una selección de sus poemas más importantes, de la misma manera que hiciera hace un par de años con la poeta Kaneko Misuzu y su obra El alma de las flores. El artículo, por lo que fuera, gustó, así que esta podría considerarse una segunda parte del arco en el que rogábamos al aire que nos trajeran a Chūya Nakahara. Ahora que ya está aquí, podemos irnos por otros derroteros de los que hablaremos en un futuro.

Vayan quienes nos lean bajo aviso, pues la copia que se comenta aquí ha sido cedida muy amablemente por la editorial. Esto significa que, aunque hagamos lo posible por realizar una reseña lo más objetiva posible, al final corresponde a nuestro público valorar por su cuenta si el poemario merece los dineros que buenamente se han invertido en su realización. Por ahorrar tiempo, diremos: , rotundamente. A quien le interese por qué, que siga leyendo.

Corre a menudo por las redes aquella frase de Yasunari Kawabata en la que, tras anunciarse que recibiría el Nobel de Literatura, este comenta: «la mitad de mi premio debería ir al traductor por su destreza». Esto es así, se conoce y así ha de ser, al menos en lo que respecta al panorama internacional (sin entrar en que lo internacional esté limitado de forma estricta a la esfera anglófona y demás diatribas derivadas de la globalización).

Por poner un ejemplo reciente,『JR上野駅公園口』de la autora Yū Miri salió allá por 2014 (éramos más felices, a pesar de los mayas), pero no alcanzó la reputación internacional de la que goza ahora hasta los dos últimos años. ¿La razón? En 2019, la editorial británica Tilted Axis Press apostó por esta fantástica novela y se la encomendó a la traductora Morgan Giles.

Quizás os suene el título en su versión inglesa: «Tokyo Ueno Station». Pues bien, el pasado año 2020, la dupla Miri-Giles ganó el National Book Award de Estados Unidos en la rama de mejor obra de literatura traducida. Tan jubiloso éxito de ventas y galardones ya ha dado pie a que, para este año 2021, se espere la siguiente colaboración de autora y traductora con una obra aún más separada en el tiempo de su original:8月の果て, titulado en inglés «The End of August» y que Yū Miri escribió allá por… 2004.

Ojalá la Tierra se dividiera en dos partes:
una podría ser el mundo de fuera,
en la otra yo me quedaría sentado
bajo la inmensidad azul del cielo.

«Este niño», de Chūya Nakahara (trad. David Taranco)

En el caso que nos ocupa hoy, la traducción de «Abrazado a las estrellas» corre a cargo de David Taranco. Si lo limitáramos a su rol de traductor, sin embargo, le haríamos una enorme injusticia: Taranco no solo se ha encargado de lo que estrictamente corresponde a adaptar los textos, sino que ha hecho también una selección temática de la obra vital de Nakahara, la ha contextualizado en un magnífico prólogo de 20 páginas, se ha adentrado en la teoría tras sus adaptaciones (métricas, patrones, hemistiquios, sangrías y demás fanfarria) y de forma continua, en muchos de los poemas recogidos en el libro, añade notas al pie para recordar el contexto de según qué versos, simbologías o fechas.

Quizá con un ejemplo sea mucho más fácil entender esto.

Hablemos de «yuān yuyōn yuyayuyon». Es un verso estrictamente sonoro que pertenece a su poema サーカス (El circo). Su intención es evocar un vaivén, que bien puede ser de un trapecista, o simplemente de un columpio que se mece. Quien estudie japonés sabrá de la importancia de las onomatopeyas, pues ocupan una parte significativa del vocabulario y en muchas ocasiones no se pueden adaptar de forma equivalente al español (¿lo traducimos como fiiiauuumm? ¿No sería eso, más bien, un coche? O tal vez baaabuuum, aunque bien podría ser el latido de un corazón o una explosión).

He aquí cómo lo adaptó el traductor: «ba lan ce án do se va». Si se lee en alto, hay algo llamativo. Posiblemente, resulte en esto:

Y ya está. O, mejor dicho, Taranco resuelve así el problema sonoro y nos da a la vez lo que evoca, con un recurso propio del lenguaje que nos resulta familiar: la tilde marca de forma muy conveniente el punto de inflexión, y tal como ha venido, el verso cierra como mismo empieza (bava). Este cuidado a cada detalle se mantiene con otros tantos versos y no hay ninguna mentira oculta: este poemario incluye tres versiones de cada verso: en romaji, su original en japonés y la propuesta del traductor. Lo que se ve es lo que hay, a pesar de que se parte de muchas incógnitas: abundan los casos en los que los críticos no saben qué quiere referenciar Nakahara y, como hemos puesto al principio de este artículo, es bastante probable que ni él lo supiera realmente.

Así termino por no ofrecer resistencia y entro en sopor,
con querencia a lo real y sin temer lo mundano,
al no poder olvidar tu amor pensando en lo aciago,
pero morir también es grotesco y pienso: ay, qué dolor, ay, qué dolor.

«La vida», Chūya Nakahara (trad. David Taranco)

Nos gustaría ahondar un poco más, también, en dos tipos de adaptaciones seguidas por Taranco: en primer lugar, (aunque quizá sea más común y pueda resultar en redundante para quien haya disfrutado ya de otros poemarios publicados por Satori): la transliteración de los versos al alfabeto latino. Quien haya tratado con distintos métodos de conversión sabrá que cada casa lo adopta como buenamente quiere, y esto es un auténtico jaleo cambiante y continuo. No es poco común ver que, en la literatura bilingüe, algo tan simple como un そうして se adapte tal que soushite, sooshite o sôshite (con acento circunflejo), y esto es solo con la parte そう de la palabra y sin ahondar en し. Con apenas unas pautas, sin embargo, el traductor consigue que el original transliterado sea legible sin torcer la cara: añade macrones para todas las vocales alargadas, espacios consistentes para palabras, partículas y adjetivos, e incluso sangrías para ajustar las partes que no entran por formato en vez de formar una nueva línea con ellas.

Por otra parte, y esto es lo auténticamente interesante: Taranco se toma licencias y, en ocasiones, ignora las convenciones gramaticales para ello. Así, tenemos estrofas como:

 cuando entro en el hogar
	me sumerjo en su sosiego
ya sea una colina en un atardecer otoñal o el vapor del fuego
		hay algo que me infunde un mareo
		
			en una mansión de otra era
				zas zas bailan las faldas la cuadrilla
				zas zas bailan las faldas la cuadrilla
			algún día, como la cuadrilla, todo llega a su fin       

						«Recuerdo de primavera», página 49.

¡Esto no es así en japonés!

Desde luego que no. Es una traducción, al fin y al cabo. Pero aclaremos qué significa esto:

De entrada, no hay mayúsculas, pero esto no viene dado del original (donde la idea de mayúsculas y minúsculas como tal no existe), sino que es un añadido propio para adaptar otro aspecto del poema: la fluidez del ritmo. En los versos de este poema de Nakahara faltan la puntuación final en los versos y las comas, pero se añaden exclamaciones enfáticas y paréntesis al final de cada verso octavo.

Todo esto, no obstante, se pierde en la versión traducida, a cambio de jugar con el tiempo: esto es, que el único momento del poema en el que se añaden comas es en el último verso, para dar cierto «orden» al caos precedente y servir de nota final. Habrá, también, quien se haya fijado en que aquello que sí se puede adaptar (la estructura de los versos, onomatopeyas) sí se ha añadido como parte fundamental del poema. En resumidas cuentas: licencias, sí, pero con conocimiento de causa y no en un arrebato de superposición del traductor sobre el autor.

Subí a la montaña y sentí el viento
tenía el corazón frío y yerto
el pasado sonreía su tristeza
¿dormía la gente en la ciudad su pereza?

«Un poema en cuatro renglones», de Chūya Nakahara (trad. David Taranco).

Después de la parte más técnica, queremos acabar con algo sencillo. «Abrazado a las estrellas» es un libro más o menos breve en el que se nota mucho el cuidado puesto por Taranco, pero también por la editorial Satori como conjunto: tapa dura, papel de calidad, un diseño de portada precioso de Marco Recuero, un interior agradable a la vista y otras tantas fruslerías que tantos nos gustan a quienes compramos libros para no leerlos después.

Como parte de su Colección poética, Satori se responsabiliza de darnos el contexto necesario para saber quién es Chūya Nakahara, qué contribuyó a la literatura japonesa y por qué debería estar en nuestras estanterías. Con este lanzamiento piloto se responde a dichas cuestiones, aunque queda esperar que a la gente le interesen las respuestas para que podamos ver más textos suyos en nuestro mercado más adelante.

Tal vez lo más divertido de la literatura traducida sea que, incluso si consideramos una adaptación como idónea y que encaje a la perfección, siempre puede venir una nueva voz que consiga fascinarnos de una manera diferente.


Podéis conseguir Abrazado a las estrellas en la página web de Satori Ediciones o en vuestra librería más cercana.

Tamanaramen: ángeles y carnets falsos en los clubes underground de Tokio [Entrevista]

por Noa Cid

Los magnéticos susurros de la música de Tamanaramen hipnotizan en los conciertos y raves de la escena underground de Tokio. Esta artista, nacida en 2001 en la ciudad, lleva publicando música desde 2018. El pasado 2020 fue su año más prolífico hasta ahora, con los lanzamientos de su tercer, cuarto y quinto EP —“Mabatake”, “Sour cream” y “Future”—, además del single “Sennyo” en colaboración con el artista estadounidense ZAH. 

En enero de 2021 publicó también un nuevo single, “Fake ID”, acompañado de un vídeo dirigido por su hermana, la artista visual Hana Watanabe. Desde el principio, Hana ha dotado al proyecto Tamanaramen de una entidad visual única en perfecta sintonía con su música. Tanto es así que ambas han decidido que Tamanaramen será a partir de ahora un proyecto conformado por ambas, en el que música e imagen siempre irán unidas. 

Portada de «Future», el quinto EP de Tamanaramen, publicado en octubre de 2020. Artwork por Hana Watanabe.

Tamanaramen ha colaborado en las emisoras de radio online NTS y HKCR. Su música ha sido incluida en listas de reproducción de influencia internacional como “XL Play” del sello inglés XL Recordings, o la selección semanal de la revista i-D.  

Conocí la música de Tamanaramen poco después de mudarme a Tokio, y rápidamente se convirtió en mi artista favorita. Después de casi un año siguiendo de cerca su trabajo y el de su hermana, su música, sus directos y sus vídeos, acabé haciéndome buena amiga de ambas. Animada por hacer que el público español conozca y se enamore de Tamanaramen tanto como yo, les envié estas preguntas. 

Tamanaramen «Twitch pixie» por Hana Watanabe.

¿Cómo empezó el proyecto Tamanaramen? ¿Y de dónde surgió este nombre tan especial?

El nombre surgió a través del teclado predictivo [el que convierte hiragana en kanji al escribir en japonés] cuando creé mi cuenta de Twitter y me pareció apropiado. 

Comencé a hacer música porque quería recordar y grabar los eventos triviales y la atmósfera de la vida cotidiana. Desde el inicio, mi hermana Hana trabajó en el proyecto creando los artworks e imágenes. A partir de este año 2021, consideramos Tamanaramen como un proyecto de dos personas. Mi hermana y yo trabajaremos entendiendo sonido y vídeo como una unidad. 

En una ocasión leí que se referían a tu música como “ambient pop”. ¿Crees que es una definición adecuada? ¿Cómo defines tu música, qué géneros la inspiran? 

¡No sabía que mi música se considera “ambient pop” (risas)! Pero puede ser cierto. Mi género musical favorito es el ambient, y me han influido el techno, el house y el trap.

Tamanaramen actuando en la rave PURE2000 del colectivo SPEED en Kawasaki. Foto por © Noa Cid

Tus letras, que combinan frases en inglés y en japonés, son muy variadas: hay ángeles, hay fiestas, hay lugares evocadores. ¿Qué mensajes quiere transmitir al mundo Tamanaramen?

Lo que hacemos se centra en algo muy personal. No es un diario, pero se acerca a ese concepto. Por eso, me hace feliz que la persona que está escuchando pueda captar y conectar efímeramente con esos momentos.

Dime tres canciones de otros artistas o bandas que te gustaría haber creado tú.

“I’m Not In love” de 10cc, “Licking An Orchid” de Yves Tumor y “All The Things She Said” de t.A.T.u. 

Has colaborado ya con varios productores, como CVN o LSTNGT, y artistas como ZAH. ¿Con qué otros artistas, mainstream o underground, te encantaría colaborar alguna vez?

Me gustaría hacer una canción con Hikaru Utada.

Directo de Tamanaramen en la sala SPREAD en Shimokitazawa, Tokio, en octubre de 2020. Foto por © Noa Cid

En tiempos de pandemia, muchos conciertos y fiestas se están haciendo online, ya sea con restransmisiones en streaming o en espacios virtuales. ¿Cómo ves tú los conciertos del futuro? 

Creo que los eventos online serán más variados. Me pregunto por ejemplo si se popularizará la realidad virtual para este uso… ¡Pero yo quiero usar mi cuerpo y compartir espacio con otros a través de la música! 

¿Cuál es esa canción o disco que siempre escuchas cuando quieres sentirte bien? 

El mix de Salem de “I’ll Fly With You” y “Lifted” de Palmistry. 

Tamanaramen en concierto en la sala LIQUIDROOM en Ebisu, Tokio, en noviembre de 2020. Foto por © Noa Cid

¿Cuál es la música que más has escuchado en lo que llevamos de 2021? ¿Y cuál es el artista o banda de Japón que más te gusta actualmente?

He estado escuchando la música de Hideki Umezawa, él es mi favorito actualmente.  

Escucha a Tamanaramen en Spotify, Apple Music o SoundCloud.

Mira los vídeos de Tamanaramen en YouTube.

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Sigue a Hana Watanabe en Instagram.

El film ‘Feliz Navidad Mr. Lawrence’ de Nagisa Ōshima y por qué su orientalismo es una movida

por José Fernández

Feliz Navidad Mr. Lawrence (1983), conocida en japonés como Furyō es otra de esas obras inagotables del director japonés de cine Nagisa Ôshima. Inagotable e inmortal. Por ejemplo, inagotables podrían ser las perspectivas desde las que se pueden abordar sus largometrajes e inmortal por lo universal y atemporal de sus estos, ya sea en sus obras más “oníricas” o en las de un corte y tratamiento más social, antropológico o histórico. Esta peli en cuestión se estrenó a principios de los ochenta y se basa en una novela (la cual de forma cruel e interesada obviamos aquí). Compitió por la Palma de Oro en Cannes. Ryūichi Sakamoto quien ganó un BAFTA por componer la banda sonora, también co protagonizó la película junto a David Bowie, Takeshi Kitano y Tom Conti ¿Cuántas veces habrá ocurrido esto en la historia del cine? ¿Cuántas veces puede reunirse un equipo y reparto que es a la par que peculiar un verdadero sueño húmedo para los melómanos y cinéfilos japonistas como para los que no lo son? Osea, sí o sí.

Orientalismo. Uno colgando y el otro…

El peligro del mensaje orientalista en Occidente, genera en este último infinidad de inquidades, representaciones erróneas, falacias y medias verdades. Dicho mensaje busca encender la luz en una oscuridad que se divisa en el Este, sin embargo no consigue más que prender una pequeña antorcha en la inmensidad del vasto continente asiático. Esta lúgubre y sombría situación en la que Occidente coloca a Oriente, tanto en el pasado como en la actualidad, no es más que una visión equívoca y anticuada y con un carácter meramente funcional. Concretamente, la función de gobernarlo y domarlo. Vamos, lo que ya sabemos… o al menos deberíamos saber.

Y es que Occidente ha comprado esta visión a niveles que son bastante sorprendentes. A esta forma de malentender Oriente se le ha otorgado tal dosis de normalidad y lógica que ha terminado por resultar en una mezcla terriblemente peligrosa. El peligro del orientalismo. ¡Pam! Un clásico de las parrafadas. Un fenómeno que nos daba tremenda pereza traer a acchiKei, pero que haciéndolo a través de un film de Ōshima se hace bastante más fácil de llevar. Pero es que el orientalismo es grave y sobre todo cuando es incrustado en la razón humana y transforma las psiques de algunas personas en las de seres virtualmente superiores a otras. El orientalismo te transforma en un ser sobresaliente, con todas las connotaciones negativas que pudieran aplicarse a este adjetivo. Un ser dominante y resabido, incluso cuando su búsqueda está inspirada por un supuesto amor por lo desconocido (Oriente) y que ansía conocer. «¡Qué guapos están los toriis! ¡De esto no hay en mi pueblo!» -espetó alguien alguna vez. «¡Quiero ser más japonés que los japoneses! ¡Ojalá alguien haga un anime sobre mi vida!» -rezó el diseño de una sudadera para chica que puede comprarse a día de hoy en Bershka.
En fin, que “el occidental” busca integrarse en «su Oriente”, su idealizado pero no el verdadero Oriente…. Como le pasa al Jeremy Irons del film M. Butterfly (1988) de Cronenberg. 

Aquí, en los sotanos de acchiKei, me molaría que hiciéramos un pequeño experimento. Sujetaremos, por la solapa, a la visión orientalista y la expondremos a dos situaciones distintas. Dos situaciones en la cual el orientalismo se desenvuelve de forma peculiar, torpe e incluso incómoda. Para que me entiendan mis buenos amigos y compatriotas otakus: aquí vamos a encontrarnos con un orientalismo que se encuentra incómodo. Incómodo, por ejemeplo, como si le hablases de la situación de los stonks a Brock, el chino buena gente de Pokémon, y este no se enterase de nada. Si conseguimos poner al orientalismo contra las cuerdas, podremos observar cómo se desenvuelve cuando ha de realizar su labor en un lugar, o individuo, desconocido para él. Os invito a pasar a este “laboratorio reservado” del sabio Ziauddin Sardar que es Oriente. Allí cometeré el supuesto error de ignorar el objeto científico (Oriente) y dirigiré mi mirada directamente a los científicos que conducen el laboratorio (orientalismo). Mi instrumental básico para el experimento será, porque es una película totalmente recomendable y su producción es un milagro de Susanoo, la película Feliz Navidad Mr. Lawrence (1983).


PARTE UNO

En Feliz Navidad Mr. Lawrence sale David Bowie pero también pasan otras cosas interesantes

Ōshima nos traslada hasta el año 1942, a una prisión japonesa en la indonesia isla de Java. El ejército japonés, inmerso en plena Segunda Guerra Mundial y en su lucha por el control del Pacífico, establece un campo de prisioneros en dicha isla para poder tener bajo vigilancia a los enemigos capturados y por consiguiente extorsionar y sonsacar información militar valiosa al ejército rival. 

Ya en las primeras secuencias se nos muestra, no sin intención, la actitud violenta del Sargento Hara. Por cierto, interpretado por otro maestro del cine y del todo: Takeshi Kitano (1947). Un soldado guarda japonés del campo de prisioneros visita a un prisionero holandés durante tres noches. En la última de estas, el Sargento Hara sorprende a ambos realizando actos sexuales. Hara, incapaz de imaginar que los actos sexuales fuesen permitidos por el prisionero holandés Karl de Jong, no dudó en afirmar que se trataba de una violación por parte del guarda japonés. En los ojos del Sargento Hara, en su mirada, hay un destello de ira que es casi metáfora de la dureza con la que el ejército japonés trataba a sus propios hombres. El insulto a la hombría, a la patria o a lo que fuese, hace que el Sargento Hara decida castigar a su propio compatriota con el seppuku. Estoy seguro de que sois muy estudiosos (y un poco otacos como yo, ¿quién no lo es hoy día?) y que sabéis ya de sobra de que va el seppuku. El ¿impopular? ritual de suicidio/autosacrificio japonés, que era empleado como remedio infalible contra el deshonor por parte de los samuráis, etcétera.

El Coronel John Lawrence (Tom Conti), británico, europeo y representante de Occidente, no puede dar crédito a la decisión de Hara. Lawrence, prisionero, a pesar de encontrarse en una situación desfavorable, expone sin tapujos su mayor rechazo a la “tradición oriental” del seppuku, hasta tal punto que en su alarmante sorpresa y denuncia reduce casi al absurdo a este viejo ritual japonés. Critica duramente el acto y no duda en tildarlo de locura obsoleta. La posición se reafirma cuando en una conversación con el Sargento Hara, este ensalza a Lawrence, preguntándole cómo un oficial tan válido como lo es él soporta la vergüenza de vivir capturado. En respuesta Lawrence niega a la muerte como un final viable, es mas, le parece un acto de penosa cobardía. El eterno dilema. Tampoco comparte la decisión basada en la tradición japonesa que lleva al Capitán Yonoi, interpretado por Ryūichi Sakamoto, a imponer un luto de ayuno (práctica propia del ascetismo budista, shugyou 修行) por el compatriota fallecido en el seppuku. Por lo tanto, aquí, y dejémoslo en aquí por ahora, el occidental Lawrence se auto posiciona, de manera casi inconsciente y patológica, con un criterio superior al japonés.

Lejos de ser un personaje estereotipado, Lawrence domina la lengua japonesa y simpatiza con los nipones. Su orientalismo es dual y dicotómico. La cerrazón con los japoneses del Comandante británico hace a este acudir constantemente en busca de la ayuda de Lawrence. En una de estas ocasiones, Lawrence sosiega al Comandante con una frase tan paradójica y jodida al mismo tiempo como lo es: “Tranquilo, yo conozco a esta gente”. La seguridad orientalista de Lawrence para afirmar tal cosa resulta casi cómica teniendo en cuenta su reciente acto de incomprensión hacia el seppuku. “Tranquilo, que yo malconozco a esta gente”, quizás sea más accurate. Representa aquí Lawrence a esa “institución corporativa occidental” que Edward Said estimaba capaz de “realizar afirmaciones sobre Oriente y autorizar perspectivas relacionadas con él” para en última instancia dominarlo.

Un último rasgo relacionado con la visión orientalista de Lawrence es su ¿acentuado? japonismo. En una ocasión menciona a Yonoi que su recuerdo preferido de Japón es el de la nieve. Es representativa la estampa paisajística del Japón nevado, de autores como Hiroshige o Hokusai y, si tiramos del hilo, es fácil encontrar el origen. Estamos hablando de toda aquella tradición japonista que tuvo su origen con las estampas de grabados japoneses que venían con los productos importados desde Japón y que llegaban a Europa durante la segunda mitad del siglo XIX. De esta moda de la admiración por el exotismo de lo japonés participaron algunos pintores de renombre como Van Gogh o Gauguin o coleccionistas y marchantes de arte en busca de llenar sus galerías o hacer nuevas fortunas.

Seguidos de Lawrence y Hara, el otro tándem importante lo conforman Jack Celliers (David Bowie) y el ya mencionado Capitán Yonoi. La forma en la que el japonés Capitán Yonoi es presentado como un dirigente implacable y autoritario atestigua la deplorable imagen que Marco Polo y sus andanzas confirieron a Asia presentándola como una horda descorazonada, fría y cruel, empeñada en dominar el mundo. Hostia… Vaya analogía más gratuita… ¿O QUIZÁS NO?… Porque algunas de las connotaciones negativas del orientalismo atribuidas a esta parte de Asia vienen de ahí.

¿Dónde están las mujeres?

La homosexualidad y feminidad son dos de los pilares de esta concepción estereotipada de la sexualidad e identidad oriental que ha promovido el orientalismo. Amariconaos y afeminaos (wow, alta cultura…), lo cual, obviamente, ni tiene que ser verdad ni tiene que ser malo (debería decir y pensar cualquiera que escriba desde el siglo XXI). Al Capitán Yonoi le destrozan su estereotipo despiadado con una atracción homosexual hacia Jack Celliers, un preso potencialmente peligroso al que libra de ser fusilado. Y ya estaría la receta lista: dilema existencial enrevesado que atraviesa a Yonoi directamente. Soy macho, pero no mucho. (El tema de la representación de la homosexualidad y la problemática que representa en la película es realmente a thing y daría para otro artículo entero, incluso más largo e interesante que este).

El orientalismo ha adjudicado gratuitamente la homosexualidad como propia de Oriente con el objetivo de fragilizarlo y tener la excusa perfecta para poder gobernarlo. Tuya sí, mía no. Casual y paradójicamente, Yonoi se siente homosexualmente atraído por Occidente, pero es silenciado y bloqueado por esta visión dictatorial proveniente del exterior, es decir el orientalismo. Este ha calado profundamente en el continente asiático sin permitir a Yonoi pronunciarse y obligándolo a avergonzarse de ello.

Un orientalismo apresado en una isla de Java en plena Asia y que a pesar de ello sigue convencido de su indudable hegemonía sobre Oriente. Se trata de una herramienta potente que no vacila frente ningún mandato oriental y que se niega en todo momento a reconocer algún patrón subalterno occidental incluso en una posición de inferioridad vitalmente peligrosa.

Su poder ha calado profundamente en el objeto Oriente, lo ha desdibujado y redibujado a su merced y se ha apropiado ciertos valores y saberes como suyos propios. Como ejemplo muy simplón, pero representativo, podemos ver en Feliz Navidad Mr. Lawrence a soldados portando aparte de sus tradicionales katanas, fusiles occidentales, que desarrolló Europa tras apropiarse de la invención china de la pólvora y de las armas de fuego rudimentarias y originales. Sí, es muy retorcido y obvio. Los japoneses ya compraron mosquetes a los europeos hace mucho tiempo, pero el contraste sigue siendo válido.

Actitudes despóticas aisladas como las del Sargento Hara y el Capitán Yonoi han sido utilizadas por Occidente para tachar de frío y autoritario a un continente al completo. Como ahora conviene lo contrario pues sirve tener la mecha muy corta. Se hace aquí muy visible el peligro del mensaje orientalista del que hablaba al principio y que tiene consecuencias sociales y políticas. El argumento en su final hace un ejercicio fallido de desmontar el estereotipo con el hecho de que Yonoi abandone a su muerte a Celliers finalmente, pues reafirma la crueldad asiática.  ¡OJO, SPOILER! Mierda, esto se avisaba antes, ¿no? Sorrymasen (*un tremendo cringe recorre su espalda).

Como si de un dios se tratase, el orientalismo, ha dictaminado que la mente oriental es inferior, irrevocablemente femenina e incapaz de autogobernarse y que, por lo tanto,  la supremacía de Occidente obliga de manera natural a dominar y a juzgar Oriente, un poquito a la manera que le plazca. Tanto es así que ha criticado desde su interior al seppuku y la filosofía del autosacrificio propia de la cultura japonesa, pasando por encima sin mucha reflexión, pero ha decidido, por otro lado, idolatrar su exotismo. ¡Oh, man…!

Por cierto, a estas alturas os habréis dado cuenta de que las mujeres apenas existen en el universo de esta película y ello, muy seguramente, fue intención de Ōshima para poder expresar de forma más rotunda la intención del mensaje.


PARTE DOS

La competición entre los hombres ha sembrado en la tierra un árbol cuyo principales frutos han sido guerra, dolor, desesperanza… Podríamos considerar a esta competición, prácticamente como una tradición innata, con su origen en la propia naturaleza humana. Las ansias de dominio, posesión y demás características del poder germinaron en los albores de la civilización y se perpetrará hasta el final de esta. Tanto Occidente como Oriente, si es que eso existe hoy, han sido testigos de este comportamiento, que lejos de estar aislado, se encuentra en cada uno de los rincones del planeta: desde el más gigantesco núcleo de población hasta el más minúsculo grupo social. Un “universo humano” concentrado en el mismo orbe y consciente de una clara, visible y peligrosa fractura social. La condición de “ser humano social” aristotélica ha fracturado, de manera natural, la sociedad, en al menos dos partes bien diferenciadas: dominantes (colonizadores) y dominados (subalternos). Pues también hay mucho de esto en este film japonés.

Mucha katana pero…

El estandarte del discurso colonial que han portado los dominantes ha ensombrecido por completo al inmenso resto de individuos. Sumergidos entre las sombras se les ha impedido ver su propia cultura. En esta prisión de sombras colonizadora existe tan solo un pequeño orificio. El individuo dominado y subalterno que arroje su mirada hacia este orificio tan solo podrá quedar cegado por una intensa luz exterior llamada Occidente y en consecuencia deambular entre los claroscuros del territorio colonizado mientras experimenta las distintas imágenes residuales del discurso colonial. 

Sin embargo, y es en esta cuestión por la cual quiero moverme y analizar, estas sombras colonizadoras no han cubierto tan solo a una serie de individuos desprovistos de cualquier tipo de autoridad. Japón y otros países, junto con sus ejércitos y sus respectivos líderes, han sido atrapados y subalternizados, dando lugar a un tipo de subalternidad distinta a la común del pueblo. Si el discurso colonial introduce en la mente subalterna conceptos de inferioridad, en la mente del “líder subalterno” imprime una presión fuertemente ambigua que queda bien representada en la trama de Furyō (recordamos, nombre japonés para Feliz Navidad Mr. Lawrence)

La singular situación que se da en este campamento de prisioneros (o quizás represente una situación que fuera bastante habitual, no sé) es redil para una gran cantidad de tensiones políticas, sociales e incluso sexuales. Hemos charlado un rato ya sobre el fenómeno del orientalismo enfrascado en un ámbito hostil a su mensaje, tal y como se ilustra en el largometraje, pero, llegados a este puerto y teniendo claro el mensaje crítico del sujeto orientalista, viraremos ciento ochenta grados la mirada hacia los subalternos. Ahora observaremos como esta implacable herramienta orientalista ha sido recibida por los líderes japoneses. ¿Qué factores han sido los causantes de esta ambigua respuesta? ¿Cómo un determinado grupo social o individuo puede continuar siendo subalterno a pesar de encontrarse en condiciones favorables para sí mismo? ¿No deberían ser los subalternos los prisioneros y no sus “carceleros”?.

La vuelta a la tortilla. Subalternidad en condiciones de poder

El co-protagonista Capitán Yonoi es en sí mismo una síntesis de toda subalternidad que podamos encontrar en el largometraje. Su comportamiento al completo expone todo tipo de rasgos que justifican esta subalternidad. Me dispongo a salir por lo tanto del laboratorio pseudo científico desde el cual observamos al orientalismo anteriormente, para acomodar a los personajes de la película en un imaginario diván y actuar como su pseudo psicólogo.

Adjetivos como autoritario, dictatorial, rígido o implacable, son reducidos a una mera tapadera cuando nuestra mirada escudriña atentamente la actuación del Capitán Yonoi. Detrás de este conjunto de adjetivos que conforman el estereotipo, se esconde un sujeto sensible, inferior y fuertemente pasivo, por sus traumas pasados o simplemente por ser así y ya está.

El culmen de su pasividad podría ser que estuviera en una conversación que tiene con el prisionero Lawrence hacia la mitad de la película. Yonoi y Lawrence observan como el Sargento Hara recita unas oraciones para honrar la muerte de un soldado fallecido mediante seppuku (quien dice fallecido dice obligado a suicidarse). Lawrence no duda en romper la ceremonia japonesa con un perfecto inglés para cuestionar las decisiones de Yonoi. Es conocido el enaltecimiento que muchos japoneses de la época hicieron de sus tradiciones, sin embargo, ¿cómo un capitán del ejército japonés no es capaz de defenderlas?. Yonoi ni siquiera reprocha a Lawrence estar usando el idioma anglosajón y en consecuencia rompiendo una ceremonia tradicional. No cuestiona de ninguna forma la autoridad de Lawrence para hacerlo. Aún más grave es que, acto seguido, Yonoi responda a Lawrence en su idioma. No observamos en esta situación, algo más lógico aunque cruel, como la maniobra nazi de hablar a sus presos extranjeros en alemán para conseguir descolocarlos y atemorizarlos. Aquí es el caso contrario: un capitán japonés adoptando el idioma de los apresados. Esta actitud lo posiciona inevitablemente a la altura del prisionero, mermando considerablemente su autoridad sobre él y Nagisa Ōshima no escribe la escena así por gusto ni por casualidad.

La subalternidad no podría ser más evidente. Yonoi ha aceptado tan profundamente el empleo del lenguaje inglés en su territorio que incluso él lo está usando. Acepta la manera discursiva de Lawrence e incluso se ve superado por los márgenes de esta. El Capitán Yonoi ha otorgado al inglés una capacidad colonial y su vez se ha dejado colonizar por ella. Además ha obviado por completo la irrespetuosa actitud de Lawrence hacia la ceremonia funeraria japonesa, con este acto deslegitimizando a su propia cultura frente a la anglosajona.

Otros rasgos de la asunción del dominio occidental pueden ser observados en la misma conversación, a medida que esta se va construyendo. “Maldito cerdo” insulta Lawrence a Yonoi. “No pienso morir por usted” le dice unos momentos más tarde. En un breve espacio de tiempo, un desbocado Lawrence ha insultado y desautorizado a Yonoi. Rápidamente, un soldado japonés que se encuentra en la habitación se dispone a castigar como debiese proceder al prisionero. Instantáneamente, Yonoi, como si de algo inadmisible se tratase, detiene a su soldado y prohíbe que hiera a Lawrence. El líder Yonoi ha concebido como impensable, de manera autómata, el castigo a este teniente coronel John Lawrence, el cual hace unos pocos segundos no ha hecho otra cosa que insultarle directamente. El complejo del subalterno como causa de un potente discurso colonial, que lobotomiza y anula toda autoridad o capacidad de auto-enunciación.

La aceptación del dominio occidental queda totalmente sentenciada y esta subalternidad situada en el poder, que encarna Yonoi, es más drástica en él que en cualquier soldado. La “radiación” del discurso colonial incide directamente en los líderes subalternos, y en menor medida en los súbditos de estos… o algo así. Esto es debido al cómo ha sido construido el discurso colonial. Occidente ha concebido el discurso colonial de manera que su mensaje llegue en mayor medida y en primer lugar a los más altos estamentos. El discurso colonial esquiva las tropas de choque enemigas y se dirige directamente a los líderes que se encuentran en la retaguardia. Un pueblo sin líderes queda fatalmente dislocado y el discurso colonial, por tanto, ha cumplido su función. Entonces es cuando la gente empieza a aceptar que el emperador no es el hijo de Dios y que Japón va a tener que pasarlo regular durante la ocupación americana.

Si Yonoi sintetiza la subalternidad en la película, la súper mítica escena final coloca la guinda a este pastel de contradicciones. La historia se invierte y, un viejo conocido de Lawrence, el Sargento Hara, ahora se encuentra ahora paradójicamente preso al término del conflicto. En una prisión británica y confinado en una austera celda, Hara es visitado por Lawrence:

-Sargento Hara: No lo entiendo. Mis crímenes no fueron distintos de otros.

-Lawrence: Es usted una víctima de los hombres que creen tener la razón, al igual que un día usted y el capitán Yonoi estaban convencidos de poseerla. Y la verdad es que nadie tiene razón.

El sentimiento que le produce a Lawrence la presencia de Hara en la celda hace que aflore en él un proceso ¿contra-colonizador? y empático. Reconoce la supremacía de nadie y la razón de ninguno. Se pone, digamos, los zapatos del otro. Lawrence, en este trágico final, suaviza un poco el “campo de batalla” del que hablaba Keith Jenkins (Repensar la Historia, 1991), que es la historia, en el que cada colectivo desarrolla e interpreta los acontecimientos en beneficio propio. Lawrence termina por reconocer la invalidez del argumento colonial racista y su problema de identidad.

Aún así, ahora, el antiguo Sargento Hara ha aceptado su condición subalterna de prisionero, ha aprendido inglés y se ha subyugado definitivamente. Con una triste sonrisa y en el idioma de su dominador, se despide para siempre con la frase que da título al largometraje: “¡Feliz Navidad, Mister Lawrence!”.

Para sintetizar. Hemos observado la condición de subalternidad emplazada en una situación de poder para los japoneses, en un escenario donde ellos eran los cazadores y los carceleros. Pero este poder se ha deconstruido para posteriormente ser completamente tumbado por un discurso colonialista perfectamente diseñado para atacar el centro de su objetivo y al centro de la “cultura rival”. La poderosa prosa del discurso colonialista transformó a algunos de los líderes japoneses en meras marionetas con el fin de confundir el rumbo de una nación entera. Sin líder, orden ni concierto, las comunidades afectadas quedan expuestas al dominio de Occidente que las ahoga. Aún así, por supuesto, también hay que tener súper en cuenta que en el caso de Japón, durante la Segunda Guerra Mundial, quizás fuese peor lo que ya tenían en casa. #makelovenotwar

Cualquier discurso colonialista que sea aceptado por un individuo es, desde su raíz, un ejercicio de imposición sin fundamento y completamente cuestionable. Por ello, tarde o temprano y sorpresa para nadie, aparece la respuesta poscolonial. En el caso de Japón dicha maniobra se supo aprovechar magistralmente. Tras los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial que aparecen en la película de Ōshima, un Japón subyugado por Estados Unidos ha sabido sacar partido de la situación para posicionarse a día de hoy como una de las principales potencias económicas del mundo (#deudapúblicamásaltadelmundo). Los líderes de Japón han creado a un subalterno fantasma, en cuya fachada se muestra un país vulnerable, mientras que en la trastienda han ido guardando todos aquellos utensilios occidentales que ha ido necesitando para poder llevar a cabo el, conocido en economía como, “milagro japonés”. Pero eso ya es el guión de otra peli distinta.

Azul casi transparente: unos gramos de generación beat en Japón

por Elena Carmona
Fotografías de la serie Blue Period de Nobuyoshi Araki

Ah, la generación beat, esos escritores de los cincuenta, libertarios estadounidenses y sus novelas caleidoscopio; reflejos iridiscentes, sabores raros y texturas rugosas. Algunas palabras parecen estar escritas en polvo, y otras se mueven como si fueran líquidas —¿estas novelas se leen, se pinchan, se esnifan?— En la generación beat habita William Burroughs y su prolapso de carne, que supura por las páginas del Almuerzo desnudo, descendiendo a los infiernos de orgías sardónicas y denuncia social, de locas, masoquistas, dentistas, profetas, yonquis y burócratas. Las pocas personas que han conseguido leerse una novela de la generación beat entera son los mismos edgys que dicen que su película favorita es Pink Flamingos de John Waters.   

La literatura japonesa, sin embargo, tan suya y tan austera, al igual que un jardín seco; las palabras puestas como piedras en los lugares adecuados del paisaje, sobre prosa bella y arenosa, de sombras suaves y narradores nostálgicos que vienen chapoteando como la rana de Bashō desde la clásica era Heian hasta nuestros días. Entre las páginas de papel de arroz de la literatura japonesa no hay sitio para lo beat

…o quizá sí.

“Mientras comíamos la fruta apilada en fuentes y bebíamos vino, la habitación entera sucumbía violada por el calor. Tenía ganas de que me despojaran de mi piel, como una fruta. Quería empaparme de la carne aceitosa y brillante de los negros y clavarlos dentro de mí”.

Así escribía el joven Ryū Murakami (no, no es el Murakami hegemónico) de 24 años en su primera novela Azul casi transparente de 1976. Influenciado por los soldados americanos y las bases militares estadounidenses de su Sasebo natal en Nagasaki, Murakami constituyó una ruptura crucial en la literatura japonesa de la década de los 70. No me malinterpretéis, ya hubo otros que hablaron sobre sexo y drogas en la tradición literaria japonesa, pero es Murakami el único autor al que se le podría considerar beatnik, y sus novelas, comparables a las de los yanquis, escritas por una mano de impulso lujurioso, casi animal, que consiguen dejar las costuras humanas al descubierto.

Primera portada de la editorial Anagrama para Azul casi transparente (2006)

Junichirō Tanizaki habla en su breve ensayo El Elogio de la sombra (1933) sobre la estética japonesa; una estética de contrastes, de oscuridades intencionadas y de sensualidad descubierta, al contrario que la occidental, pulida, brillante y definida. Si la estética literaria se pudiera comparar con cómo la luz se posa sobre un cuerpo, la japonesa se asemejaría a la luz de las velas, inestables sobre la piel, dejando escondidos algunos recovecos y realzando otros terrenos a la vez. La occidental sería una luz de interrogatorio, blanca y potente que deja al descubierto todos y cada uno de los poros de la piel, una luz pornográfica, en la que no tiene cabida la imaginación. Fue Ryū Murakami (de nuevo, no el Murakami hegemónico) quien rompió con este canon. Al igual que las novelas de la generación beat, la obra de Murakami no esconde nada, ni teme mostrar los fetiches, los miedos, las pasiones y los secretos más íntimos de sus personajes, por muy depravados y violentos que estos sean. La luz azul de Murakami lo aplana todo, igualando los placeres del sexo, la droga, la comida y la música.  

“Pastel de queso con frambuesa, racimos de uvas sobre el fondo rosado de las negras manos. Patas cocidas de cangrejo aún humeantes rompiéndose con pinzas, vino dulce rosado americano, dátiles como dedos llenos de verrugas cortados de cadáveres, sándwiches de bacon como labios en torno a mi lengua de mujer, ensalada rezumante de mayonesa rosa.”

Comparando Azul casi transparente con la que sería, quizás, una de las obras más representativas de la generación beat como es el Almuerzo desnudo (1959) de William Burroughs, podemos afirmar que ambas novelas tienen en común su característico flujo sinestésico que nos aturde los sentidos, dejándonos sin saber muy bien qué acabamos de leer. Pero si al abrir el libro de Burroughs, las palabras nos salpican, nos llegan olores sospechosos y los colores salen hacia fuera al encuentro de los ojos del lector, en Azul es todo lo contrario. Leer a Ryū Murakami es como mirar con lupa un suelo muy sucio. Un suelo pegajoso, donde se ha derramado jugo de piña, donde también hay pelos rubios, uñas cortadas, kleenex con sangre, colillas, pétalos de rosa, migas de pan y trozos de cristales rotos. Murakami ilumina esa maraña de objetos y fluidos con un tono azulado (en el título original, ブルー) que transmite una profunda nostalgia, y que, para qué mentirnos, nos encanta. 

Ryū Murakami

“Por un instante, a la luz azul pálido del relámpago todo se hizo transparente. El cuerpo de Lilly y mis brazos y la base y las montañas y el cielo nublado, todo transparente. Y entonces descubrí una línea curva atravesando la transparencia. Tenía una forma que nunca antes había visto, una blancura que se curva trazando arcos espléndidos.”

Así que ya sabéis, si en vuestra librería de confianza, en la estantería de “literatura oriental” encontráis sepultada bajo la pila de libros de, lo voy a volver a decir, el Murakami hegemónico, una novela rezagada de Ryū, id a por ella, sostenedla fuerte y no la dejéis ir. A pesar de ser un escritor tan importante, su obra se está viendo descatalogada del panorama editorial español (I don’t feel so good Mr. Murakami…), porque sus pocas novelas traducidas no están siendo reeditadas. Así que desde aquí hago un llamamiento, ¡arrojemos luz (azul, claro) sobre el trabajo de Ryū Murakami, no dejemos que caiga en la damnatio memoriae!; ¡que este sea el primer paso para cambiarlo!          

Kurosawa Momoka. Ilustraciones color rojo ira, color rojo Japón

— Escrito por José Fernández +

Una de las cosas guapas de Tokio es que la ciudad representa un lugar de reunión clave para ilustradores de todo el país. En la capital hacen vida miles de ilustradores de inspiración urbana y callejera que podrían ser, casi cualquiera de ellos, dignos sucesores de los frescos que Katsuhiro Otomo realizase en la Capilla Sixtina. Desde que empezó esta cosa en la que se ha convertido acchiKei ya os hemos hablado de unos cuantos ilustradores de esta cuerda. Hoy es el turno de Kurosawa Momoka.

Esta ilustradora y diseñadora habita las calles de Tokio y comenzó a pintar desde que era solo una niña, movido, como muchos otros, por la influencia del manga, el anime y los nintendos. Aunque promulga más amor por la pintura, en su día a día trabaja en una empresa como diseñadora gráfica. A la hora de inspirarse tira mucho de nama biirus bien fresquitas, de la vida en los bares de Golden Gai en Shinjuku, sus locales favoritos de la ciudad. Incluso ha expuesto sus obras en el Uracue, bar que puede encontrarse en los callejones de esta zona de fiesta.

Las emociones son universales. Todo buen artista entiende esto. Lo cotidiano, lo aparentemente mundano y que no interesa a nadie. Los altibajos. Momoka Kurosawa cuenta que hay que saber buscar en estas emociones la motivación para ponerse a trabajar. Fijándose en ellas encuentra la inspiración suficiente para proyectar en en sus trabajos a los personajes que, aunque procedentes de su mundo interior e introspección, al final del día son reflejo de las cosas que ha vivido y de las personas que le rodean. Nos cuenta que le jode especialmente la injusticia y que en su ciudad a menudo se encuentra con ella (y que cada cual atribuya las críticas de la artista a su gusto). Su forma de pelear contra esto, contra la rabia que se le genera, es canalizar la misma en sus dibujos y… usar mucho el color rojo. Rojo ira/rojo Japón. ¡AKSLAJDLKAAKLSJALKSJDLAKSCOLORROJO!

Al grano. Os dejo con estas ilustraciones que ella misma nos ha pasado y que nos han volado la cabeza. Queremos forrar el piso con pósteres de Momoka… y que se forre ella de paso. Además, nos mola Gorillaz, porque no solo escuchamos openings de animes y música japonesa, y es inevitable acordarse y ver la influencia de Jamie Hewlett en los personajes de Momoka.


¡Podéis seguir los pasos a esta artista japonesa en su Instagram!

Entre la violencia y la parodia – Yakuzas en la cultura pop y los videojuegos

— Escrito por Iván Campos

Hace ya unas semanas desde que salió a la venta la nueva entrega de la saga de videojuegos Yakuza y en acchiKei nos ha parecido una muy buena excusa hacer un breve recorrido sobre cómo se ha representado a la figura del gánster nipón en la cultura popular. Y es que exponentes hay para rato: desde Shin-Chan, pasando por las películas de Takeshi Kitano y, por supuesto, la mencionada saga de videojuegos de Sega 

Pero empecemos con un poquito de historia y contexto

Realmente no hay unanimidad en el sentido de que no se sabe muy bien cómo se originan estos grupos. Unos dicen que descienden de los ronin errantes sin amo que extorsionaban a campesinos al comenzar la era Meiji. Otros dicen que el germen fueron dichos ronin que se tuvieron que readaptar socialmente para convertirse en un tekiya o un bakuto, que respectivamente serían los mercaderes ambulantes y gente relacionada con las apuestas (que es de donde surge la palabra yakuza, la mano más mala del Oicho-kabu). 

Imagen de autor anónimo donde se muestra a un kabukimono (o a la misma Izumo no Okuni)

Remontándonos más atrás, también se dice que el verdadero ancestro de la yakuza procede de la imagen extravagante de los kabukimono, del que Izumo no Okuni, la creadora del kabuki, le llamaría la atención dicha imagen hasta tal punto de adoptarla para este tipo de teatro. Algo de verdad tiene esto, ya que las dos primeras ramas que he mencionado suelen tenerse en consideración en la clasificación de un grupo yakuza (un miembro es más afín a uno u otro) y se podría decir que se ha adoptado cierta ostentosidad del que hacían gala los kabukimono. Lo que está claro es que vistos por la ley, todo esto transmutó a una organización criminal con bastante presencia en Japón (aunque cada vez menos), e incluso en occidente. 

Si bien es cierto que puede haber cierta pátina de legitimidad social hacia este colectivo al decirse que la yakuza suele estar formada por gente que no encaja de una manera u otra dentro de la sociedad nipona, por lo que digamos que es una especie de salida a un futuro para gente desfavorecida. De hecho se dice que un 60% de los componentes de estas organizaciones son burakumin (otro concepto que da para un artículo) y un 10%, otro porcentaje alto, son zainichi. En productos culturales también se añade el personaje del huérfano que la yakuza acoge con los brazos abiertos, porque muchos de ellos han pasado por lo mismo.

Vamos a obviar ya más temas sociales y políticos en los que se dice que están involucrados estos grupos, pero no está de más mencionar que tienen lazos con ciertas asociaciones de ultraderecha (uyoku dantai) que utilizarían más que nada para camuflar sus acciones detrás de una fachada política a modo de lobby influyente. Tampoco está mal recordar que la Yakuza suele tener gestos de notoriedad pública ante casos de emergencia para limpiar, seguramente, su imagen de cara a la galería. Por poner unos ejemplos, mandaron suministros para los afectados del terremoto del 2011, estuvieron ayudando a víctimas del terremoto de Kobe en 1995 y, ante la necesidad de la ciudadanía de productos tecnológicos, la yakuza ha llegado a tener ingentes unidades para distribuir de manera “alternativa”. Y por ultimo, tienen una red de empresas que legitiman de alguna manera su existencia de manera legal.

GETTY IMAGES / FRED DUFOUR / AFP

Por estos ejemplos en los que hacen un “servicio a la sociedad”, un Yakuza nunca se refiere a sí mismo como tal, ya que prefieren otros términos más románticos, como Gokudo (el camino más externo) o Ninkyo dantai (sociedad caballeresca). Eso de llamarse como la mano más mala de dicho juego como que no les va. Esta dicotomía entre lo que se desea aparentar y lo que realmente son, como veremos a lo largo del artículo, es muy clara. Y es que detrás de los mencionados actos heroicos que pueden aportar sus miembros a la sociedad y al clan, resulta que también son traficantes de drogas, la trata de blancas es uno de sus negocios estrella, son responsables de negocios inmobiliarios sospechosos, además de tener varias decenas de activos con una praxis dudosa. No en vano la sociedad japonesa no los quiere ni en pintura, como demuestran varias encuestas a la población y, viendo el menguante numero de adscritos que se manejan actualmente, pone en duda la necesidad de su existencia más allá de controlar a otras mafias extranjeras.

Maneras de representar al yakuza en la cultura popular

Pero en este texto no vamos a hablar de la situación del yakuza y lo que hace, más bien vamos a ver cómo está representado en la cultura pop con varios ejemplos. Puede que estos sean algo “mainstream”, pero que a su vez esto no deja de ser un indicador muy claro de dicha presencia. Por supuesto, tan dentro y arraigado de la sociedad japonesa está la imagen del Yakuza que, como no, existen hasta subgéneros como pasa con otras tribus urbanas. Un ejemplo muy claro lo tenemos en el cine, del que incluso vemos puntos de inflexión que son un antes y un después dentro del subgénero. 

Fotograma de Pigs and the Battleships

Se considera a Battles Without Honor and Humanity (1973), un falso documental de Kinji Fukasaku basado en una serie de artículos reales de un periodista y un yakuza en la época de posguerra, como ese momento en el que este subgénero dio un salto en importancia en una época que ya no había mucha progresión. Antes de esta película, el cine yakuza (conocidos más bien como films de caballería) solían estar ambientados en la era de la preguerra, aunque no dejaban de haber exponentes como Pigs and the Battleships (1961) de Shohei Imamura, que reflejaba la situación de la ocupación norteamericana y en el que la figura del yakuza (torpe en este caso) emergía como una especie de adalid nacionalista indirecto al beneficiarse del racionamiento al que estaba sujeto el país por parte de la influencia extranjera y así empezar a beneficiarse del mercado negro.

Estos dos ejemplos también son dos exponentes de cómo se les plasma. En la de Fukasaku hay una imagen más brutal y fría, mientras que en la de Imamura, como ya he mencionado, se opta por mostrarlos como gente de poco coeficiente intelectual. Esta dicotomía son dos ejemplos de unas cuantas decenas de productos culturales posteriores en los que se ha optado por dar una imagen más seria o más satírica, según el caso.

Formas caricaturescas

Si nos quedamos por un momento con la vena cómica, no es difícil encontrar buenos exponentes de este enfoque. Un buen ejemplo reciente de esta manera de retratar al yakuza de una manera peculiar es Gokushufudou. En este manga, que en breve se va a estrenar su live action, vemos a un yakuza modelo que decide convertirse en un amo de casa devoto al contraer matrimonio con su mujer. La gracia de la serie es que vemos todos los tópicos de esta gente bajo la permanente capa de malentendidos. Y eso es más que nada porque el protagonista se encuentra con conocidos de grupos rivales donde al final todos se involucran en actividades cotidianas y mundanas (como hacer la compra o cocinar) como si todos estuvieran haciendo negocios de yakuza. Un claro ejemplo caricaturesco y tópico.

Página de Stop!! Hibari-kun! a cargo de Hisashi Eguchi. El contexto de la misma es que se han reunido varios clanes en una timba ilegal donde la protagonista se ha colado para ser la crupier del cho-han.

Un claro exponente más sería Stop!! Hibari-kun!. Esta singular serie de Hisashi Eguchi surgió justamente en una época en el que la Shonen Jump (donde se publicaba) vendía millones de ejemplares y, a su vez, la Yakuza estaba en un buen momento de “popularidad” en la década de 1980. La trama gira en torno a las situaciones del huérfano protagonista en la casa de los Oozora, una familia, como no, metida en estos asuntos. La razón de estar adoptado por los susodichos era por expreso propio de la madre en su lecho de muerte, ya que el patriarca de este grupo mafioso fue un amor de juventud de esta. Aparte de ser yakuzas (de los buenos y simpáticos si eres conocido de la familia) lo curioso del tema es que el padre cuenta con cuatro hijas muy majas, siendo la de la misma edad del protagonista una chica transexual de la que todo el instituto en el que ambos van están enamorados de ella. En la serie vemos con total naturalidad el aceptar estar viviendo una vida normal y más que aceptable en una familia de ese tipo, mientras suceden cosas presumiblemente típicas de yakuzas. Por poner unos ejemplos, juegan al Koi, la familia recibe propuestas de matrimonios concertados entre miembros de otras familias yakuza y hay intentos de asesinato por asalto, entre otros.

Otro ejemplo podría ser Crayon Shin Chan, donde en más de una ocasión hemos visto algún yakuza del que el pequeño hijo de los Nohara se hace amigo, al igual que la costumbre de decirle mafioso (Kumicho en japonés, como se le llama al líder de la Yamaguchi-gumi, el clan más numeroso de todos) al director de la guardería en la que va. Según Marc Bernabé, a Yoshito Usui le hacía gracia la imagen de la figura del mafioso japonés. De hecho existe una recopilación de pequeñas historias de las desventuras de un grupo de Yakuzas, de una manera que les ridiculiza hasta tal punto que parece que el malogrado autor renegaba de este trabajo por lo que pudiera pasar. Quizá tenía miedo que le pasase como al director Juzo Itami poco después del estreno de Minbo, un film satírico suyo que no gustó mucho a cinco yakuzas que le atacaron y le dejaron una cicatriz en la cara en 1992. Itami moriría cinco años después de una manera que no se descarta que la Yakuza tuviese algo que ver.

Página de Shinya Shokudo, de Yaro Abe

Hay otras obras en las que la figura del yakuza aparece por el contexto del lugar. Y es que Shinjuku, sobretodo Kabuki-cho, se puede decir que es el sitio “hot” de los Yakuza tokiotas. El bar nocturno en el que gira la trama de Shinya Shokudo está ambientado cerca de dicho barrio (en Omoide Yokocho, muy cerca de la estación de Shinjuku) y, por supuesto, vemos a la calaña tópica de allí. Aparte de strippers, mamas y gente taciturna, también nos encontramos con historias relacionadas con yakuzas. Por ejemplo, y dejando de lado al cocinero protagonista y su sospechosa cicatriz en la cara, hay un personaje recurrente de alguno de estos grupos que es tratado por los parroquianos como uno más.

El yakuza cool

Hasta este momento hemos mencionado varios productos culturales con un elemento en común, pero eso no significa que al yakuza se le muestre siempre de esta manera. Hay otros ejemplos en los que sí se hace un retrato más serio, de grises e incluso buenistas hacia este colectivo. Un claro ejemplo de esto sería la obra de Ryoichi Ikegami. Mismamente en Sanctuary se cuenta la historia de dos amigos de la infancia que planean cambiar la sociedad japonesa de una manera que se nos da a entender la influencia que puede llegar a tener la yakuza en la política nipona. Y es que uno de ellos promete que se encargará de convertirse en un líder de un clan, mientras que el otro se pone el objetivo de ser un joven político influyente. Aparte de la mencionada importancia dentro del espectro político-social, la imagen física del yakuza en este exponente es posiblemente la más favorecida de todas las que menciono. 

Kitano en Hana-bi

Las películas de Takeshi Kitano también llegan a tener esos tonos grises. Por ejemplo en El Verano de Kikujiro vemos al protagonista ex-yakuza sin ningún objetivo en la vida más que ayudar a un crío o incluso se atreve a recuperar personajes ficticios históricos de estas asociaciones como Zatoichi, pero en la serie de películas de Outrage o Hanabi vemos otra cara de los yakuza bastante más cruel y sangrienta. Ichi the Killer, tanto el manga como su versión cinematográfica de imagen real a cargo de Takashi Miike, es otro exponente ya todavía más explícito y mórbido que personifica a la imagen del sádico torturador sociópata con la excusa de cumplir el código de honor vengativo al sospechar que una banda rival ha secuestrado a su jefe.

El caso de los videojuegos: Yakuza/Ryu ga Gotoku

A pesar de lo que digan los nostálgicos de la era de los 16 bits, Sega nunca ha dejado de innovar aún a día de hoy. Un ejemplo es que, dejando de lado la representación de otras tribus medianamente relacionadas (lo que serían los banchos o incluso sukeban) con las numerosas entregas de Kunio-kun, directamente a nadie se le ocurrió crear una saga de videojuegos que estuviese centrada en la Yakuza. Si bien es cierto que la presencia en los videojuegos no es testimonial (mismamente en Shenmue ya aparecían, por ejemplo), otra cosa es que surgiese una serie en los que manejásemos a gente de esta calaña y encima el usuario pudiese llegar a empatizar de una manera profunda con sus numerosos personajes.

La manera en la que surgió el proyecto no deja de llamar la atención si atamos cabos. En palabras de Toshihiro Nagoshi, el famoso creador de la saga, Sega no le daba luz verde al proyecto. Sin embargo, en 2004 la mítica empresa se fusiona con Sammy, una de las corporaciones de pachinkos más importantes de Japón y que finalmente sí le da luz verde al proyecto. Es una coincidencia muy curiosa, y más cuando este tipo de tragaperras están de alguna manera ligadas indirectamente a dicha organización (y desde entonces el mismo Nagoshi parece que ha cogido la estética en su día a día). Sea o no cierta esta relación que dejo caer, lo que no deja de llamar la atención es que la semilla de este proyecto era porque el mismo Nagoshi quería hacer un juego lo más japonés que se le ocurrió: trasladar los films de caballería al videojuego. Otro indicador de la importante presencia yakuza en la cultura.

Toshihiro Nagoshi

En la saga Yakuza normalmente controlamos a ese Yakuza modelo que casi queremos tener como vecino, la masculinidad hecha hombre en la que los varones lo pueden ver como un ejemplo de admiración mientras de las féminas se pueden ven atraídas por su caballerosidad y atractivo. Pero el caso es que no dejan de ser una representación del yakuza modelo romantizado, como uno de ellos querría ser realmente. O mejor dicho, como llegaron a ser según un Yakuza real que se sometió a jugar a la tercera parte de la saga de Sega dándose cuenta de que “Kiryu es el retrato de cómo era un Yakuza anteriormente. Manteníamos las calles limpias. Le gustábamos a la gente. No molestábamos a los ciudadanos. Respetábamos a nuestros jefes. Ahora solo estos chicos existen en los videojuegos”

Este miembro se refiere a Kazuma Kiryu, el mítico protagonista de la mayoría de las entregas que se le muestra como a un padrazo que se hace cargo de niños huérfanos en un orfanato propio y donde llega a adoptar a la hija del amor de su vida. Pero es que no deja de ser un yakuza, con lo que eso conlleva. Y es que toca ganar dinero de lo que toque, como sería el encargarse de negocios de bienes inmuebles de dudosa calaña, ser el regente de una casa de hostess o recoger dinero de gente que ha pedido protección a sus respectivos negocios. Sin olvidar las numerosas reyertas en las que acaba metiéndose.

Yakuza 6

Esa manera de blanquear medianamente al yakuza por parte de Sega se ve de una manera bastante explícita en Yakuza 3, en el que uno de los grupos mafiosos locales de Okinawa es bien visto y son respetables por los comerciantes locales, dejando un poco descolocado al jugador en ese momento. Esto se refuerza cuando el lado de la ley también se muestra como una organización algo turbia, como pasa en Yakuza 1, al tratar con un inspector de policía corrupto y otro retirado por vender información confidencial (algo que se repite en más de una entrega posterior). En Yakuza 4 controlamos a otro policía adicto al Mahjong que no es que sea muy metódico en su trabajo, mientras que los superiores ocultan todavía cosas más oscuras que dejan a la imagen del policía nipón por los suelos. Esto es algo a veces común, como en otros ejemplos que he mencionado (Ichi the Killer es uno de ellos).

De hecho en Judgment, el spinoff protagonizado por Kimura Takuya, se podría decir que todo va a más y se muestra a la Yakuza directamente (OJO SPOILERS) como víctimas de un complot con la aprobación del gobierno para experimentar con varios miembros desgraciados de estas organizaciones, al dar vía libre a secuestrarlos para administrarle un fármaco (con el efecto secundario de provocar la muerte) destinado a curar el Alzheimer (FIN DE LOS SPOILERS). En definitiva, con sus más y sus menos, el jugador al final siente simpatía hacia los personajes de esta organización, cuando no dejan de ser delincuentes. 

Yakuza 0

Quizá esta simpatía viene por el enfoque intermedio que hemos visto en estos ejemplos famosos y que se le ha dado a la figura del yakuza. Entre historias de venganzas, traiciones en los clanes y muertes, en cada juego hay muchas situaciones cómicas y paródicas que, mínimo, nos hacen esbozar una sonrisa. Y bueno, que esta saga de videojuegos no deja de ser ficción. También se les retrata como gente con sentimientos hacia otras personas muy profundos, como pasa en la trama de Goro Majima en el genial Yakuza 0. Por eso es justo decir que otra razón de esa simpatía es porque solemos manejar a personajes adscritos al Clan Tojo, una organización ficticia que se muestra más benevolente (dentro de lo que cabe) que otras. De hecho Kiryu, como he mencionado, sería el yakuza ideal y que pertenece a dicha agrupación que mira por ser un defensor de los desprotegidos. Aunque sea de aquella manera.

Dejando de lado a la saga Yakuza, pero no los videojuegos, no puedo dejar de mencionar una curiosa conexión en este ámbito. Y es que hasta en Pokémon podemos encontrarnos ciertos elementos referentes al tema, como Sasaki, (el líder del Team Rocket, localizado en occidente como Giovanni), siendo un claro jefe de una organización criminal, en este caso un bakuto al estar dentro del negocio de las apuestas. También se dice que se tuvo que rediseñar a Mr. Mime, un Pokemon antropomorfo con 4 dedos originalmente, por supuestas quejas de padres al que se le tuvo que añadir un dedo más para no asociarlo con la yakuza. 

La imagen en occidente: los malos de la peli

La imagen es bastante familiar incluso en producciones occidentales. A quién no le suenan las escenas protagonizadas por Lucy Liu caracterizada como la reina de la Yakuza  (algo en la realidad muy improbable) y a Chiaki Kuriyama en la primera parte de Kill Bill, en la que se vuelve a recuperar como tantas otras veces el criarse por mafiosos al perder a sus padres. Anteriormente a el ejemplo de Tarantino ya se pueden ver ejemplos de interés en Black Rain de Ridley Scott y recientemente en The Man in the High Castle, ucronía en la que el gobierno japonés controla la costa este de Estados Unidos después de una segunda guerra mundial en la que el Eje se alzó victorioso, y donde la yakuza está muy presente en las sombras. En 2019 se emitió (y se canceló la segunda temporada) en la BBC y Netflix Giri/Haji, una serie en la que, como no, la yakuza está involucrada en asuntos turbios, pero esta vez dentro de los bajos fondos británicos. Por supuesto, la imagen de los mafiosos japoneses en estos ejemplos es la de ser el antagonista.

Miembros de la yakuza durante ell Sanja Matsuri de Asakusa en 2018. (AFP/Behrouz Mehri)

Y es que a pesar de que pueda gustar la imagen o quizá ciertos valores, encarnar a Kazuma Kiryu o Goro Majima y hacer el chorra cantando el Bakamitai (o en su defecto, esa genial parodia de la boyband Hikaru Genji) al igual que ser fan de la obra de Kitano, casi que hay que aclarar que esta gente son los malos de la película. No hay que olvidar las guerras de clanes que se suceden cada cierto tiempo entre familias rivales, en los hay casos de civiles fallecidos por estas trifulcas. Y también han habido asesinatos a funcionarios, como el caso de Iccho Itoh (alcalde de Nagasaki) en el año 2007 o dos policías de paisano por error en Okinawa en 1990. Y varios cruces de cables que no acaban bien. Y si no que se lo digan a la familia de Junko Furuta, una estudiante de instituto a la que a finales de la década de 1980 miembros rasos yakuzas secuestraron durante meses donde la torturaron, violaron decenas de veces y terminaron acabando con su vida a los 17 años. Lo peor de todo es que los culpables de los crímenes citados están todos en libertad (salvo el asesino del alcalde de Nagasaki) después de cumplir condenas de broma, si lo ha habido. Por qué será…

‘Japón en su Historia’ de la editorial Satori es la next-gen de los libros de historia japonesa

¿Por qué Japón en su Historia de la editorial Satori es la next-gen de los libros de historia japonesa?

Antes de nada. Este post va sobre un libro que cuenta TODA la historia de Japón. Se titula Japón en su Historia: De los primeros pobladores a la era Reiwa y lo edita Satori. Sus autores son Andrés Pérez Riobó y Gonzalo San Emeterio Cabañes. Ambos gallegos. Ambos doctores expertos en Estudios Japoneses. El formato es rústico con sus solapas. Tiene 528 páginas pero las dos primeras y las dos últimas están en blanco. Así que 524 páginas. Eso pasa en todos libros. No os rayéis. Cuesta 30 euros y era difícil pedir menos. Una obra esencial y recomendada tanto para quienes le interese introducirse en la historia y sociedad de Japón, como para aquellos ya más conocedores que quieran profundizar y contar con el manual de cabecera más completo que puede encontrarse en castellano.

Es una obra esencial para todo interesado por Japón. Podéis consultar su ficha y comprarlo haciendo click aquí.

“¿Japonismo qué es?” Te habrán preguntado. Me habrán preguntado. “¿Qué te gusta Japón?” Sí, podría ser eso, aunque ni de lejos es algo tan simple ni tan nuevo. Pero… va, tomémoslo por un sí. Japonismo es que te gusta Japón. Te dediques o no a aprender/investigar sobre el país. Abracemos esa idea hasta estrangularla y saquemos conclusiones precipitadas.

Me refiero a qué supone ser japonista (cringe intensifies). Qué supone ser japonista más allá de leer cada día sacadas de chorra en Twitter sobre cuánto sabe x supuesto estudioso sobre los kanzashi de las geishas. Más allá de enhebrar hilos sobre el cine de Ozu o Mizoguchi que la peña termina leyendo a medio gas. Porque, repámpanos, es imposible contar con la suficiente capacidad de concentración para recorrer tales distancias en Twitter sin distraerte con cualquier otra movida. Qué es ser japonista más allá de las deliciosas proclamaciones de expertólogos en todología sobre el valor del refinamiento de la tsuba de la katana que portaba el primo segundo de Toyotomi Hideyoshi (kokoro kara, gracias por traernos tanto). ¿La chavalería neotrapwavera que desde sus applicados teléfonos móviles collagean recortes manganime y los combinan con las músicas de la España más cañí también son japonistas? DEP oldschool otakus. También lo serían aquellos sabios influencers que dicen que el mejor yakitori del mundo es uno que se ha comido hoy en Omoide-pontocho (o el de un local secreto que han visitado en Google Maps). O aquellos otros que practican el techno bailoteo en una oscura esquina de la Liquidroom en Ebisu. Quizás ser japonista es disfrutar de esos locos del junk, cuyas cacerías de retro entretenimiento en tierras inhóspitas son lo mejor y a su vez el culmen del voyeurismo implícito en el consumo de videoblogs (#metaconsumo) ¡Oh señor Frodo, esto es lo más lejos que he estado nunca de Akihabara! También están los fotógrafos que… hacen fotos o la fresh peñita que no se hace un tokyo club tour si no lleva la suficiente batería en el móvil como para documentarlo todo en sus Instagram Stories (#postureo). Ojo, que estas pequeñas piezas audiovisuales están mejor rodadas que cualquier intento actual de cinema verité formulesco preparado para consumir en Amazon Prime Video (#publicidad).

Para mí, ser japonista es saber que las punticas de las pagodas se llaman sōrin. Tener instalado ese conocimiento concreto, esa parcela específica de la arquitectura monumental religiosa y asíatica. Estar en posesión de ese conocimiento, sin la previa consulta bibliográfica o el ya clásico fast check roguelikesco hecho de tapadillo bajo la mesa. Para mí, eso es ser japonista. Eso es lo que yo entiendo por que te guste Japón. Así que tú elige lo que te gusta, elige tu definición y deja de dar la brasa a los demás.

De hecho, el ser japonista fue lo que me ayudo a decidirme a convertirme en japonólogo y ya no sé realmente si me gusta Japón o no me gusta (sí que me gusta)… o qué es una cosa y cuál es la otra. Lo que tengo claro es que me interesa. Quizás ser japonólogo es ser todas o alguna de las paridas que he soltado antes a la vez y que no son más que un retrato muy desafortunado y prejuicioso de otras personas a las que en realidad sigo, por que las envidio, admiro o me dan pereza y soy masoquista.

No sé.

Me identifico un poco con todos (en realidad no). Así que, si tú también lo haces, deberías estar leyendo Japón en su Historia… o al menos consultándolo de vez en cuando. Porque es la biblia que necesitábamos en las tiendas de nuestro país y la que asienta un trasfondo y un bagaje cultural que justifica el tatuaje de Naruto que te hiciste aquel verano y la camiseta de estampado ukiyo-e que te pillaste rebajada en Uniqlo. Es aquella biblia que unifica a estos distintos pueblos japonistas y japonólogos. Minamotos, Tairas y Fujiwaras que de haber podido disfrutar de esta publicación (ojo Nolan) se hubiesen dado menos hostias con las yaris y que incluso hubiesen esquivado más de un flechazo por la espalda en las Guerras Nanbokucho (ojo, team Go-Daigo. ¿Quién más?¿Quién choca? Vaya…).

No sé.


No sé, pero cuando me propuse convertirme en «conocedor» de la cultura japonesa, su historia era uno de los desafíos más importantes a los que me tuve que enfrentar. Sorpresa. El libro que usábamos en nuestra carrera era infumable. No lo era por su contenido. Era rico en datos, seguía un orden y estructura lógica, pero no era un libro fácil, ni didáctico, ni apacible (tamaño de la fuente 6, interlineado 0.1). Con Japón en su Historia esto no pasa.

Sea como sea, esta publicación te interesa y aquí te contamos un poco el porqué en una review alocada y posmoderna cuyos epígrafes no tienen ningún sentido entre sí. Como esta web. ¿Dónde quedaron las reviews viejunas…? Bueno, en realidad son unas impresiones. Es complicado hacer una reseña de un libro de historia.

Sabor

Hemos lamido el libro. El sabor está bastante bastante bien. Mil veces más sabroso que Wikipedia. Un millón de veces más exquisito que otras publicaciones con las que comparte la empresa de sintetizar la historia de un país tan complejo como Japón. Sabe a «mucho texto» y a mucha ilustración para un libro que, juzgando por su grosor, no esperarías poder comprar por solo 30 euros. Es todo aminoácido y ácido glutámico, osea muy umami.

Textura

Muy bien. El papel es agradable. No es satinado. Gracias. Satinado dame. Eso mal. Este papel bien. Te quieres quedar.

Gráficos

Como decíamos, mucha foto. Y esto no puede ser visto de otra forma que como una muy buena noticia. No sabéis cuánto se agradece. Debería haber sido inimaginable haber leído sobre el periodo Heian, por decir uno, donde esos niveles de sofisticación que Japón alcanzó en lo social, en lo literario, en lo artístico y en tó, se entienden peor sin imágenes que respaldan al texto. El arte y la historia del arte, están presentes durante toda la obra y no olvida en ningún momento su relevancia durante el desarrollo de sus capítulos, que cuentan con muchas cesiones de museos, galerías y archivos de todo el mundo.

Nivel de detalle

Más que aceptable. A menudo los autores salpican el texto con secciones apartadas que profundizan en temas concretos. Por razones obvias se trata de una publicación que ha de ser generalista con muchos asuntos, pero en la obra abundan pequeños apartados incrustrados en sus páginas que funcionan como pequeñas dósis informativas que vienen a ampliar la información y los temas sobre los que versan los capítulos. La bibliografía de la que bebe la obra es obviamente muy útil y está presentada de forma muy clara. Del mismo modo son muy útiles y están muy guapos todos esos listados con emperadores, gobernantes, periodos de la historia japonesa y el índice alfabético que se han currado sus autores y han incluido en el apéndice de este Japón en su Historia. De aplaudir.

Jugabilidad

Muy top. La introducción a las cuatro partes es rápida y ágil teniendo en cuenta todo lo que nos van a contar a continuación. Estas partes se presentan en textos cortos introductorios enmarcados en círculos. Los autores prometen sintetizar esa parte con tan solo lo que quepa ahí. Lo dicho, su lectura sirve para saber de qué va la cosa de una forma bastante bien elegida y efectiva. Las cuatro partes abarcan: Los albores de la civilización japonesa, La edad clásica, El gobierno de la clase militar y, por último, La edad contemporánea. Aún así quizás hubiésemos optado por una división menos temática y estructurada por periodos en lo que respecta a los distintos capítulos que integran esas partes. En nuestra humilde opinión lo hubiese hecho todavía más intuitivo. Pero vamos, que sin esto funciona a la perfección y la progresión hacía nuestros días según avanza la obra es clara. Y es que el índice no abruma e invita a entrar en la obra, por lo que no podemos considerarlo otra cosa que un acierto. Bocato di… imperatore.

Sistema operativo

Lo último de lo último. Como bien reza el subtítulo de la obra. El recorrido llega hasta Reiwa, periodo de la historia japonesa en el que nos encontramos desde el año pasado. La obra de Andrés y Gonzalo está tan actualizada que hasta se menciona la pandemia del covid-19 que estamos viviendo ahora. No es broma y tiene su mérito en un compendio de esta envergadura.

Conclusión, si bien apresurada, rotunda

Joder, ojalá haber podido contar con esto durante la carrera. No podemos recomendar Japón en su Historia de manera objetiva. Son 528 páginas como 528 haniwas enterradas junto a un emperador tochísimo.

Te gustará si: Te pareció bien el final del periodo Tokugawa y la apertura de Japón (tanto en lo social como en lo político es la práctica más sana, admítelo), si has conseguido el platino en Ghost of Tsushima o si perdiste la vista intentando leer su homólogo El imperio japonés (1973) de John Withney Hall. Te gustará con poco que te interese Japón y te gustará si ya lo sabes todo del país (flipao).

No te gustara si: Si no tienes 30 euros. Pero si finalmente los consigues, (recuerda que el uso del ninjutsu podría conllevar consecuencias legales y/o penales), tienes buena lectura para rato y una magnífica obra de consulta que adorarás tener a mano en tu biblioteca. Abierta y sinceramente, lo mejor que puedes pedirle a los reyesu magosu o a otros seres fantásticos que sean más de tu predilección. Tampoco te gustará si te gusta más YouTube que leer.

Gracias a Satori y a los autores. Sois unos máquinas, cracks, titanes, samuráis.

Descubre todo el catálogo de Satori, editorial especializada en cultura y literatura japonesa, en satoriediciones.com